jueves, 30 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 30 ABRIL DE 2020




 30 de abril de 2020

Hermano:
Hay que arrancar toda fibra del alma que no pertenezca a Dios.
Un santo no es aquel que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino el que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos, quien inspire cada iniciativa y sostenga cada silencio
En un principio con limitación de aforo al 30% podríamos celebrar misas en el templo ya a partir del día 11 de mayo... con las debidas precauciones... una gran alegría... pero hemos de actuar con mucha responsabilidad...
Un dia para ciertas esperanzas... tranquilo y normalizando... pero, por Dios, no bajéis la guardia... mascarillas, precaución... ya sé que los hay mucho más listos que yo, pero mientras no haya un mapa real de anticuerpos y no podamos testarnos y sigan las mentiras e ineptitudes, seguiremos jugando al ‘Virgencita, Virgencita...’
Ayúdanos, Madre bendita, a conformarnos con la voluntad del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección.
Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

miércoles, 29 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 29 ABRIL DE 2020



 29 de abril de 2020

Hermano:

La caballerosidad se expresa en un gran respeto y admiración ante la manera de ser del otro y en la defensa valiente ante cualquier ataque contra los valores que encarna.

Un santo no es aquel que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino el que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos.

Confinar al creyente no significa apartarlo de Dios... en esta pandemia hemos descubierto nuevas maneras de seguir celebrando...

Los criterios de los hombres, que buscan a ciencia cierta comprender lo que sucede con su propia incompetencia, se desmoronan al ver que Dios todo lo supera.

La prisa no desentraña lo que la ilusión engendra, porque es el fondo del alma el que cultiva la huerta.


Enviado por:


Jesús Manuel Cedeira Costales.

martes, 28 de abril de 2020

Oh María, Virgen de Covadonga, Salvación del Pueblo Asturiano





Oh María, Virgen de Covadonga Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Tú nos acoges siempre en tu Santa Cueva como Madre amorosa.

Nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que al pie de la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del Pueblo Asturiano, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, puedan volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre bendita de Covadonga, a conformarnos con la voluntad del Padre y a hacer lo que nos diga Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección.

Amén.

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Jesús Manuel Cedeira Costales

CARTAS DE ESPERANZA DE 28 ABRIL DE 2020




 28 de abril de 2020

Hermano:
Amo perfectamente a quienes me aman perfectamente.

"¡Ánimo! incluso en la noche de la fe, incluso entre tantas dudas que podemos tener, no dejes la mano del Señor, camina de su mano, cree en la bondad de Dios; ¡esto es ir por el camino correcto!".

¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos!

 ¡Tantas veces estamos desengañados y tristes!

Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano.

Que siempre nos lleve a ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos y hermanas.

Las hechuras del tiempo no te sujetan: has venido a nosotros para romperlas.

Acompañados, ¿dormidos?, con los ojos en espera, el corazón disparado, las manos recias abiertas, sin comprender lo que ocurre, aunque aguardando las nuevas que expliquen los desatinos y recuperen la senda de la unidad necesaria y la comunicación sincera.

Enviado por:


Jesús Manuel Cedeira Costales.

lunes, 27 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 27 ABRIL DE 2020



 27 de abril de 2020

Hermano:

Aguante con valor.

Judíos, musulmanes y cristianos rezan por primera vez juntos en Jerusalén para acabar con el coronavirus

Los líderes religiosos alertaron del aumento del racismo y la xenofobia que ha provocado la pandemia en distintos países.

Dios, Tú que nos has alimentado en la hambruna y nos has provisto de abundancia, nos has librado de la peste y nos has liberado de enfermedades graves y duraderas. Ayúdanos.


Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

domingo, 26 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 26 ABRIL DE 2020




 26 de abril de 2020

Hermano:
Ser recio y fuerte en lo externo. En la vida interior, ser ingenuo, sencillo y filial.

La Cocina Económica de Oviedo se multiplica para atender un incremento de actividad "alucinante".

Los apóstoles han vuelto a su trabajo: la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada.

Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo.

Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.

La salvación es sencilla: procede de la obediencia, aunque cuesta obedecer cuando el interés nos ciega.

No siempre las instrucciones son las que el hombre desea, atisbando su largueza es fuente de garantía para obtener recompensa.


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Jesús Manuel Cedeira Costales.

POR LA CALZADA DE EMAÚS



    Jesucristo resucitado no nos saca de la historia, sino que nos inserta más a fondo en la vida de la Iglesia. Vamos a acercarnos a la aparición que nos refiere san Lucas en el capítulo 24. Es el evangelio de este domingo 3º de Pascua. Se trata del pasaje de los discípulos de Emaús. Tiene lugar la tarde del primer día de la semana, la tarde del domingo de resurrección. Vamos a asistir a la transformación de la situación, como la que sucedió con la Magdalena.

    «Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba setenta estadios de Jerusalén» (Lc 24,13). Son varios los lugares que se disputan este lugar. Seguramente sería uno que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, que hoy se llama Kubeibeh, al Noroeste.
   «Dos de ellos» (Lc 24,13). Parece una introducción sin importancia y, sin embargo, en esos dos están representados los discípulos de todos los tiempos. Ahora no se trata de rostros individualizados con un nombre. Eso había tenido lugar en la llamada de Cristo. Ahora propiamente estos son discípulos que lo han dejado todo, y son dos de ese grupo, van con otros en la vida de la Iglesia, y caminan. Podía parecer una actitud dinámica, pero en realidad es una fuga.
     San Lucas es el evangelista del camino, de la subida de Jesús hacia Jerusalén, hacia su hora y después desde Jerusalén comenzará el camino de la Iglesia. Ahora, estos hombres se alejan de un lugar que les habla de dolor, de derrota, de fracaso. Parece como que esta fuga es un camino inverso al camino de la salvación que va a partir de Jerusalén.
  «Y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado» (Lc 24,14). Conversaban: es un diálogo sobre los acontecimientos que les han dejado perplejos. Intercambian sus opiniones, sus preguntas, discuten, esto es peor.
  «Sucedió que mientras ellos conversaban y discutían» (Lc 24,15). La discusión no lleva normalmente a ninguna parte. El mismo «Jesús se acercó y siguió con ellos». Mientras discuten, un caminante se pone al ritmo de ellos. Podía haber utilizado otro paso que les habría hecho incómodo el camino y, sin embargo, se somete al ritmo de ellos.
    «Pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran» (Lc 24,16). A veces no somos conscientes de esa presencia ordinaria, cotidiana, de Jesucristo, porque nuestros ojos están «retenidos», como expresa el texto original. Somos como incapaces de reconocerle, de abrirnos. Es como un poder que viene de fuera y que impide reconocer al que se pone a su lado. No ven.
    «Él les dijo: “¿De qué discutís entre vosotros, mientras vais andando?” Y ellos se paran con aire entristecido» (Lc 24,17). El viandante lee los corazones de estos hombres, sabe lo que piensan. Podría reprocharles, podría preguntar por qué huyen, pedirles cuentas. Parece que entra en la conversación un tanto en broma.  Podría haberse aparecido directamente y decirles: «Aquí estoy». Pero Jesús, silencioso, discreto, no busca un golpe de escena. «¿De qué habláis?» Se interesa por sus problemas. No presenta directamente soluciones a la situación, soluciones fáciles, sino que abre con una pregunta: abre camino para que podamos entrar en él. Parece que la pregunta los ofende, porque se paran tristes. «Contadme». Y ellos, que huyen, se permiten esa palabra un poco como de acusación.
     A mí me encantaría, en este evangelio, tener la capacidad no solo estética, exterior, sino profunda que tuvo Franco Zefirelli, ese director de cine que conocemos por la película Jesús de Nazaret y por las transmisiones televisivas que, a veces, hacía desde el Vaticano: algo verdaderamente prodigioso. Capacidad para entrar un poco en el corazón de estos hombres. San Lucas tiene aquí en cuenta la vida de la Iglesia: está viendo la vida de la Iglesia representada en estos dos apóstoles. Va a plantear los cimientos sobre los que se tiene que basar todo el camino de la Iglesia.
     En esta primera parte, ellos. Me parece ver dos caracteres, por así decirlo, dos personalidades. Uno es de un carácter más optimista y otro un poco más pesimista. Uno se llamaba Cleofás, pero después el evangelista dice: «ellos le dijeron». Aquí aparece todo texto seguido, en que aparecen como verdaderos patronos de la información, periodistas de la época, mientras no hablen subjetivamente y proyecten sus intenciones o sus esperanzas: entonces solo dirán tonterías.
     «Ellos le dijeron: “Lo de Jesús el Nazareno”» (Lc 24,19). Es importante notar que aparece un verdadero afecto por Jesucristo: son discípulos, hemos dicho. Lo que pasa es que sufren el fracaso, el fracaso de Cristo. El pecado de ellos es el pecado de los justos, quererle decir al Señor cómo tenía o cómo tiene que hacer las cosas. El desencanto, el síndrome de Emaús que encontramos aquí es el de un amor como traicionado. De nuevo, el Señor va a enderezar ese amor. «Lo de Jesús el Nazareno que fue un profeta poderoso, en obras y palabras, delante de Dios y de todo el pueblo» (Lc 24,19). Esto es objetivo, hay una gran admiración ante la figura de Cristo.
    Aquí entraría el menos optimista: «Cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron» (Lc 24,20). También es objetivo. «Nosotros esperábamos que fuera el que iba a librar a Israel» (Lc 24,21). «Nosotros esperábamos»: aquí es donde empieza ya la subjetividad, aquí no dicen más que bobadas, sus desilusiones. «Nosotros», es decir, no los malos, los discípulos; «nosotros esperábamos» algo diverso y… siempre son los otros. «Los sumos sacerdotes» son los que han cometido los errores. Jesús va a seguir pidiendo que salgan de sí mismos, que cuenten su historia. Ellos habían apostado por Jesús. San Lucas subraya cómo la desilusión toca el corazón de estos hombres.
      «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a liberar a Israel. Pero con todas estas cosas, llevamos ya tres días, desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía» (Lc 24,21-23). Este es el optimista. Pero claro, ¡quién va a creer a las mujeres! Las mujeres que habían ido de mañana. Las que decían todas estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no las creían. «El caso es que algunas mujeres»… pero claro, efectivamente, fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho pero a él no le vieron.
   Hasta aquí es como el primer momento de nuestras celebraciones eucarísticas, es el reconocimiento de nuestra vida con la que vamos a la Eucaristía. Aquí está todo unido hacia la Eucaristía. Ojalá que habláramos, dialogáramos, también entre nosotros, comunidades que viven la Eucaristía, de nuestras esperanzas frustradas, porque eso es lo que puede permitir que un viandante se introduzca en nuestra vida.
    «Él les dijo: “¡Oh, insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!» (Lc 24,25). «¡Oh, melones! ¡Oh, ceporros! No habéis entendido ni jota». Les reprocha su ceguera, su idolatría, que pongan sus esperanzas en la proyección de sus deseos y no en él. Por tanto, se trata de salir de nosotros, más todavía, para poner la esperanza en él.
    La idolatría es dar forma a nuestras esperanzas y deseos de un modo concreto, es el pecado de los buenos. Y entonces, les va a contar su propia historia, los va a educar. El Señor realiza toda una tarea pedagógica desde que entra a caminar con ellos. «¿No era necesario?» Esta palabra muestra el designio de Dios. «¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» (Lc 24,26) ¿Te suena la historia? San Ignacio en los Ejercicios espirituales plantea así el seguimiento: «Siguiéndome en la pena tenga conmigo parte en la gloria» (EE 95). Cristo asume también las historias que padecemos de lo que no aceptamos hasta el fondo. Y nos cuenta toda la historia del amor de Dios.
     «Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras» (Lc 24,27). ¡Quién hubiera asistido a esa catequesis de las Escrituras! Este es el segundo momento de la celebración eucarística: dejarnos hablar por Jesucristo en todas las Escrituras. La Escritura está grávida de Cristo en cada una de sus páginas. En el Antiguo Testamento porque apuntan hacia él y en el Nuevo Testamento porque lo manifiestan. «Lo que en el Antiguo está latente en el Nuevo se hace patente: Novum in Vetere latet et in Novo Vetus patet. «El que ignora las Escrituras, ignora a Jesucristo»: Ignoratio scripturarum ignoratio Christi est. Hace falta rumiar y digerir «hasta el quinto estómago» a Jesucristo en las Escrituras.
  Necesariamente hace falta que vayamos de un lado a otro, que nos enamoremos, que seamos apasionados de la Escritura, porque ahí es donde encontraremos a Jesucristo vivo, tal como nos lo transmite la Iglesia. Ojalá fuéramos alimentados así profundamente en su nuestra oración diaria. A veces recurrimos, muy legítimamente, a muchos libros u otras cosas, pero podemos estar perdiendo esta fuente: «Mientras se despeña el río se está secando la huerta» (J. Mª. P EMÁN , El divino impaciente): se despeña el río de agua viva de la Escritura, mientras quizá estamos languideciendo.
    Este es el pilar, el segundo pilar de la vida de la Iglesia, que san Lucas pone como necesario para esos discípulos que en un primer momento se alejan y huyen del grupo, de la vida de la Iglesia. Después dirán que esa catequesis les ha calentado el corazón. ¡Pues claro! La Escritura abre el corazón a reconocer a Jesucristo en el partir el pan y en su entrega.
    Este evangelio tiene también trazas de por dónde tiene que ir la vida de cada uno, la vida de la Iglesia, la vida de las comunidades. San Lucas está viendo la historia de la Iglesia de todos los tiempos. Por eso hace este planteamiento. Me parece que no me invento nada.
   «Al acercarse al pueblo donde iban, él hizo ademán de seguir adelante» (Lc 24,28). Jesús va a «provocar» ese ademán para que le pidan. Los de Emaús le fuerzan, diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado» (Lc 24,29). Parece que todavía siguen escondiéndose, se hace tarde. No tienen la valentía de reconocer que le necesitan. ¡Cuánto tiene que esperar Jesús hasta que nos despojamos de nuestras seguridades, de todo, siendo así que su objetivo es que permanezcamos con él, que moremos con él! «Fueron, vieron y se quedaron con él. Eran las seis de la tarde» (Jn 1,39). Entonces él enseguida acepta esa invitación, aunque esta parece forzada.
    «Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando» (Lc 24,29-30). Es expresión de la Eucaristía, evidentemente, y así lo han entendido la Iglesia y los Santos Padres: bendición, partir y darse. Es entonces cuando le reconocen.  Aquellos hombres que habían caminado un camino de desilusión, de esperanzas frustradas, al ver que desaparece de su lado, reconocen que les ha calentado el corazón. «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24,32).
   Y desandan todo el camino: el camino del reconocimiento de la propia historia, tras desembuchar, Cristo les tira de la lengua al principio. «¿Qué?» Se hace el «bobo». «¿Qué? Declara lo que llevas dentro». Y su Palabra ilumina la historia, que es su propia historia, la propia historia de Jesús, que es nuestra historia, es la historia de los discípulos. Es lo que a ellos les ha pasado, es la aventura por su Maestro.
   Al caer de la tarde, estaban cansados: «Quédate porque atardece», y de repente desaparece. Han experimentado qué transformación tan maravillosa. ¡Y seguramente ellos creerían ser los únicos...! Esto suele suceder. Vuelven gozosos, con una presencia íntima. Jesucristo se les ha sustraído de su presencia, ha desaparecido. Cristo resucitado pertenece al dominio del Padre. No le podemos retener, como quería la Magdalena, y quiere que entremos en una presencia así, más profunda, una presencia espiritual. «Os conviene que me vaya y así vendrá el Espíritu» (Jn 14,26).
    Esa presencia profunda nos lleva a la Verdad plena que «recordará todo lo que yo es dicho» (Jn 14,26). «Recordar», para nosotros, es traer a la memoria intelectiva. En su etimología, «recordar» es llevar al corazón (cor-cordis es corazón, en latín). «Él llevará a vuestro corazón la Verdad» (Jn 14,17).
   «Levantándose al momento se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y los que estaban con ellos que decían: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» (Lc 20,33-34). De la presencia personal en cada uno de ellos, van a pasar a la presencia de la Iglesia. Ellos creen que son los únicos, vuelven, llegan y, como una gran revelación, cuentan lo que les ha pasado. Antes incluso de que ellos tengan tiempo de decirlo, les dicen: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» (Lc 20,34). Es la fe y la vida de la Iglesia (Simón) la que antecede nuestros gozos y los confirma.
    «Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían conocido en la fracción del pan» (Lc 20,35). Los de Emaús empiezan a ser «sastres» de Cristo glorioso, a tomarle medidas. Esto es lo que tenemos que aprender, y conste que nunca terminaremos de descubrir, de tomar la medida plena a Cristo, porque la plenitud será cuando «Cristo sea todo en todos» (1 Cor 15,28). Siempre hay un paso adelante, siempre hay un más allá.
    Dios es siempre mayor. De lo contrario no sería Dios, ni sería nuestra propia historia. «No le habéis visto y le amáis, no le habéis visto y saltáis de gozo»… (1 Pe 1,3-9). Este evangelio nos sugiere la vuelta, desembocar una vez más en la vida de la Iglesia, en la comunidad, siendo nuevos, porque el encuentro con Cristo necesariamente nos transforma y vuelve gozosos tras dejarnos iluminar por la Palabra y encontrarle en la Eucaristía.
    Pidamos al Señor la gracia de vivir así estos pilares que el mismo san Lucas nos presenta al final de su evangelio: los pilares sobre los que se debe fundamentar la vida de la Iglesia en cada uno de nosotros.

Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente:
 Texto de Pablo Cervera Barranco, Redactor Jefe de MAGNIFICAT (edición española).

sábado, 25 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 25 ABRIL DE 2020




 25 de abril de 2020

Hermano:

Pruébenme por hechos que me aman realmente y que toman en serio su propósito.

Jesús promete que dará a todos descanso, pero pone una condición: 'tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón'.

¿En qué consiste este yugo, que en lugar de pesar aligera y en lugar de aplastar alivia? El yugo de Cristo es la ley del amor, en su mandamiento que ha dejado a sus discípulos.

El verdadero remedio para las heridas de la humanidad, sea materiales, como el hambre y las injusticias, sea psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar, es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios.

El mundo, especialmente en los albores de un nuevo milenio vive sumido en las tinieblas del egoísmo de una cultura de la muerte.

 El nos invita por medio del servicio a ser esas lámparas que lleven la luz al mundo.

 También debemos reconocer el amor de todos esos hombres que deciden dejarlo todo por seguir a Cristo en la entrega total al servicio de los demás: religiosas, religiosos, misioneros, hombres y mujeres consagrados a Dios.

 Pero especialmente celebrar y pedir a Dios por aquellos que con su vida comparten la misión de Cristo y nos administran los sacramentos: los sacerdotes.

Pedir por su santidad y fidelidad al servicio de Cristo.

No debemos olvidar pedir por más vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio, pedir por más hombres y mujeres que tengan por vocación la entrega total al servicio de Jesucristo y de su Iglesia.


Enviado por:Jesús Manuel Cedeira Costales.

viernes, 24 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 24 ABRIL DE 2020




 24 de abril de 2020

Hermano:

Donde hay amor y bondad, allí está Dios.

La Iglesia no es una simple institución humana como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios.

El mismo Cristo se refiere a ella como 'su' Iglesia.

No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo.

La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor.

Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad.

Que nunca negociemos con ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega,
que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses.

Que te reconozcamos, como la Verdad de nuestra vida.


Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

LA ALEGRÍA POSIBLE EN TIEMPOS DE COVID-19




La serenidad no es la alegría. En estos momentos, reconoce este pensador, “se puede estar alegre si somos capaces de reconocer los bienes que nos han sido dados”.
La alegría no se puede imponer, ni menos aún exigir de un modo imperativo. Nace, fluye y se manifiesta de un modo espontáneo”. Nos lo revela desde Barcelona el filósofo y teólogo  Francesc Torralba director de la Cátedra Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramon Llull.
–¿Se puede estar alegre cuando el mundo se ha oscurecido con el COVID-19?
–Francesc Torralba: No cabe duda de que la alegría no es ajena a la circunstancia que vivimos. Somos seres permeables, contextuales, de tal modo que lo que ocurre en nuestro entorno inmediato nos afecta y altera nuestro estado de ánimo. No somos ajenos a la desgracia, ni al sufrimiento, ni al dolor que ha generado esta pandemia global. En eso consiste, precisamente, ser humano, en no ser indiferente al mal ajeno.
En un mundo oscurecido por la crisis vírica y por unas expectativas de futuro todavía más oscuras a nivel social y económico, es difícil sobreponerse y estar alegre. A lo sumo podemos aspirar a mantener una cierta serenidad, pero la serenidad no es la alegría.
La alegría es, como diría René Descartes, una pasión del alma que se genera cuando percibimos un bien. Uno está alegre cuando consigue un propósito, alcanza un objetivo, recibe una buena noticia, le dan de alta en un hospital. Solo se puede estar alegre si uno tiene experiencia del bien recibido, observa el bien que somos capaces de lograr, incluso en contextos oscuros. Se puede estar alegre si somos capaces de reconocer los bienes que nos han sido dados, lo que hemos recibido de los demás sin merecerlo y los que somos capaces de generar.
–¿La alegría es innata, o podemos trabajar para estar alegres?
–Francesc Torralba: La alegría no se puede imponer, ni menos aún exigir de un modo imperativo. Nace, fluye y se manifiesta de un modo espontáneo. Hay personas que viven confortablemente, no carecen de nada y, sin embargo, jamás manifiestan alegría. Hay otras, en cambio, que carecen de todo, que sus vidas cuelgan de un hilo todos los días y, sin embargo, expresan una alegría que sale por todos los poros de su piel.
Dominique Lapierre lo narró de un modo excepcional en La ciudad de la alegría. La alegría no es un sentimiento artificial, no se puede adquirir como un bien de consumo. Aun así, cuando uno toma conciencia de los bienes que posee, de los amigos que le aprecian, de las personas que le aman, incluso cuando todo se desmorona, puede conservar su alegría.
Søren Kierkegaard decía que, si uno toma conciencia que es amado por Dios a pesar de sus pesares, que es sostenido por Él en la noche más oscura, experimenta una alegría tan intensa que estalla su pecho. Esta alegría nace de una convicción interior, pero, para alcanzarla, es imprescindible tenerla. Y la fe es, precisamente, este don.
–Estos días no hemos podido celebrar, vivir las fiestas… ¿por qué la fiesta es tan importante para la vida?
–Francesc Torralba:  La fiesta constituye una necesidad básica desde el punto de vista antropológico. No solo estamos hechos para trabajar. Hay un tiempo para cada cosa y el equilibro radica en la alternancia de facetas.
Es un paréntesis en el tiempo, una alteración de las rutinas, un modo de celebrar el hecho de existir, de estar en el mundo con otros. Existe la fiesta como evasión, escapada, salida del mundo; pero existe, también, la fiesta como afirmación radical de la vida, como expresión del gozo de existir.
Necesitamos interrumpir las rutinas, para celebrar la gratuidad del ser y eso solo es posible hacerlo con los demás. No existe la fiesta a título individual. Siempre y en todas las civilizaciones, tiene una dimensión comunitaria.
–También la fe es festiva, ¿no?
–Francesc Torralba: La fe necesita ser celebrada en comunidad. Tiene una dimensión festiva porque, a través de ella, se afirma, radicalmente, la vida o, dicho de otro modo, que la muerte ha sido vencida por el amor. La Pascua es la mejor noticia que un ser humano puede recibir. Creer que la muerte no podrá ganar la partida; que seremos resucitados en cuerpo y alma al final de la historia, es la mejor noticia que uno puede recibir, porque lo que más le duele a uno es tener que despedirse de las personas que ama, constatar su terrible impotencia técnica frente a la muerte. Creer que la muerte ha sido vencida por Dios es motivo de celebración. Esto es la Pascua.
–¿Usted cómo mantiene la alegría vital cuando ve que todo se desmorona a su alrededor?
–Francesc Torralba:  Trato de ahondar en la perfecta alegría de san Francisco de Asís. La figura me conmueve desde niño. Trato de comprender cómo es posible estar alegre cuando el mundo te escupe, te cierra las puertas, te desprecia o te ignora. Esa perfecta alegría que el pobre de Asís experimentaba en sus adentros no deja de sorprenderme. Ni siquiera sus discípulos más amados era capaces de comprender cómo aquello era posible. Cuando todo se desmorona, necesitamos beber de las fuentes espirituales. Cada cual tiene las suyas. En ellas hallamos el nutriente básico para persistir en la lucha contra el escepticismo. Es bueno recordar que la principal tentación es el cansancio.
–¿Cómo animar a quién lo ha perdido todo?
–Francesc Torralba: No es fácil. No sirven las bellas palabras, tampoco relativizar el mal sufrido. A veces, con buena intención, se comunican mensajes que generan el efecto contrario. Encienden la indignación y la rabia. No hay fórmulas mágicas, no hay recetas milagrosas, ni vías de consolación low cost.
Sucumbir a eso es un insulto a la inteligencia. Cuando se ha perdido todo, se debe estar al lado de la persona que experimenta la pérdida. Estar al lado y callarse. Esto es lo más difícil. Además de eso, hay que buscar alternativas, imaginar salidas para resolver las carencias, ponerse a trabajar con él. Esto se llama compromiso y en tiempos líquidos genera temor y temblor. Más que decirle cosas, lo que hay que hacer es ponerse a disposición y escucharle para que pueda liberar todo su malestar, pues la escucha ya es, de por sí, terapéutica.

Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente:
aleteia.org

jueves, 23 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 23 ABRIL DE 2020





 23 de abril de 2020

Hermano:

Todas las dificultades en nuestra vida tenemos que considerarlas como tareas.

A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, se le aplica a menudo la etiqueta de 'fundamentalista'.

Mientras el relativismo, es decir, dejarse llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina, parece ser la única actitud adecuada para los tiempos modernos.

Se está constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio 'yo' y sus antojos.

Que sepamos reconocerte en tus servidores y servidoras, dispensadores y dispensadoras de los misterios de Dios.

Y, cuando nos alejemos de ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación y así reemprender con fortaleza el seguimiento de los valores del reinado de Dios.

Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

miércoles, 22 de abril de 2020

CARTAS DE ESPERANZA DE 22 ABRIL DE 2020




 22 de abril de 2020

Hermano:

La tranquilidad en medio de la desolación es la máxima perfección.

"La tentación del desánimo y de la resignación afecta a quien es débil en la fe, a quien confunde el mal con el bien, a quien piensa que, ante tanto mal, no hay nada que hacer".

Llenaste de esperanza a los apóstoles con el mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada persona, a todas las personas, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.


Enviado por:Jesús Manuel Cedeira Costales.

GUIA DE COMO DEBEN IR LOS TRAMOS EN EL CORTEJO



COMO DEBEN IR LOS TRAMOS EN EL CORTEJO

1) Los tramos

Los cortejos de las diferentes cofradías que realizan su estación de penitencia se componen de varios tramos o partes de nazarenos. Un tramo es la parte del cortejo que queda delimitada por dos insignias. Cada tramo está formado por aproximadamente unas 20 o 30 parejas de nazarenos, dependiendo del volumen de cofradía, y la media de ellos suele ser de diez por cada cofradía aproximadamente. Cada tramo que deben ir en columnas sin mucha separación entre ellos.
El primer tramo arranca justo después de la Cruz de Guía de la hermandad y cada insignia del cortejo va dando paso al siguiente tramo. En algunas hermandades, la vestimenta de los nazarenos es distinta si procesiona en tramos del primer o del segundo paso, ya que puede variar el color del antifaz, de la botonadura, o, incluso, la túnica por completo. La organización de los tramos también se hace de menor a mayor antigüedad de los hermanos en la hermandad, de manera que, en el primer tramo de cada cortejo, ya sea del Señor o de la Virgen, irán los más jóvenes y los más veteranos lo harán en el último. Para la organización del tramo, el diputado mayor de gobierno asigna a un hermano el cargo de diputado de tramo, que como ya hemos explicado en otro artículo es la persona que se encarga de que su cupo de nazarenos transite de forma correcta durante la estación de penitencia. Los nazarenos tienen la orden de seguir en todo momento las indicaciones que le haga el diputado de tramo para el correcto desarrollo de la procesión. El diputado de tramo, a su vez, forma parte del equipo de trabajo del diputado mayor de gobierno, que es el máximo responsable de toda la cofradía durante toda la estación de penitencia. Es decir, desde la organización previa de cara a la salida hasta que el último nazareno entra en el templo al volver de la Catedral y se cierran las puertas.
Aunque habitualmente los tramos están formados por parejas de nazarenos, algunas cofradías muy numerosas deben procesionar de tres en tres durante la Carrera Oficial para ganar tiempo y evitar que la jornada dure más de la cuenta. Los tramos de nazarenos con cruces también suelen procesionar de tres en tres con la idea de acortar el cortejo y los tiempos de paso por los controles horarios.


Separación entre tramos por las insignias
Con el nombre de insignias, atributos o enseres se conoce indistintamente en el mundo cofrade a toda una serie de elementos distintivos de las hermandades. El término más adecuado desde el punto de vista etimológico es el de insignia ya que según el RAE sería el emblema distintivo de una corporación además de toda bandera, estandarte, imagen o medalla de una institución religiosa. Así, utilizamos el término "altar de insignias" para definir al montaje ornamental en forma de capilla que hacen las hermandades de las insignias antes de la salida procesional. Los otros términos son algo más imprecisos ya que, por ejemplo, el término atributo se utiliza más actualmente para definir los elementos identificativos que se colocan directamente sobre las imágenes tales como coronas, ráfagas, potencias, clavos, puñales, etc.; mientras el término enseres (siempre en plural, el singular no existe en la lengua castellana) se usa para definir a las herramientas propias de un oficio.
    Vamos a pasar a hacer un análisis de las diferentes insignias que se utilizan en la Estación de Penitencia de nuestras hermandades y cofradías, para una mayor comprensión de su sentido, significado y ubicación dentro del cortejo, siempre desde la perspectiva de que las hermandades son asociaciones laicas de la Iglesia y, por tanto, atenidas a sus ritos y enseñanzas, que sacan en penitencia a la calle sus pasos a modo de altares como demostración pública de fe. De todos modos, hay que entender y respetar las peculiaridades de cada lugar, a pesar de que no guarden un sentido litúrgico o lógico. No hay que olvidar que este tema es fruto de una evolución a lo largo de los siglos y que, en diferentes lugares la evolución ha sido distinta.

    Desde el momento en que se inicia la Estación de Penitencia, la Asociación deja de llamarse Hermandad y pasa a llamarse Cofradía. La Cofradía se divide normalmente en dos cortejos o cuerpos: el cortejo del Señor y el cortejo de la Virgen; aunque hay cofradías que sacan más o menos pasos. Cada cortejo se divide en tramos o secciones separadas por insignias. Las secciones están compuestas por los hermanos de fila llamados penitentes o nazarenos que van entre una insignia y otra portando cirios o codales (también llamados portacirios). Los cirios se llevan levantados y apoyados en la cintura hacia adentro, cuando la procesión se para, se bajan los cirios y se apoyan en el suelo verticalmente. Dependiendo del carácter más o menos serio de la cofradía, los penitentes se situarán o no de espaldas al público cuando para la procesión. El número de penitentes en las secciones varía de una cofradía a otra, pero suele rondar los 10 o 20 por sección. La primera sección de toda cofradía está compuesta por los hermanos de fila (penitentes) que van entre la Cruz de guía y el Senatus (o Banderas). Entre la primera y segunda sección se suelen colocar los hermanos de corta edad, en otras hermandades se les viste de monaguillos y se les reparte a lo largo del cortejo, utilizándoseles para el encendido de las velas de los penitentes.

 La vestimenta del penitente está normalmente formada por la túnica, el cinturón o cíngulo, el capirote y el antifaz; el cual suele llevar en su parte delantera bordado el escudo de la cofradía. En muchos lugares se suele usar el término túnica para referirse a la vestimenta completa del penitente. Además, en algunas cofradías se exige determinado calzado (negro, sandalias, etc.), botonaduras o guantes (sobre todo en las de capa). En otras cofradías la capa con el escudo bordado forma también parte de la vestimenta del penitente, aunque en muchos casos la capa suele estar reservada a los miembros de la Junta de Gobierno o aquellos que porten insignias o las acompañen. Por supuesto, otro elemento que no debe faltar en la vestimenta del penitente es la medalla de la hermandad (en otros casos se sustituye por un Escapulario), la cual cuelga del cuello por medio de un cordón. Las medallas suelen ser plateadas, reservándose las doradas para los miembros de la Junta de Gobierno, aunque tampoco hay una regla fija para esto.
   Se dice que la insignia es un Guion cuando tiene forma de bandera maciza colgada por el lateral y Bandera (o banderín, dependiendo del tamaño) cuando la misma cuelga desde arriba hacia abajo formado por tanto diversos pliegues. De todos modos, en Cádiz estos términos se usan de modo distinto como ya veremos más adelante.





    La regla a utilizar para el acompañamiento de los enseres en el cortejo procesional es que se iluminan, aparte de los pasos como altares en la calle que son, todas las insignias que hagan referencia a la Santa Cruz (Cruz de Guía y Cruz Parroquial), Santísimo Sacramento (Banderas o Estandartes en referencia al culto que se le rinde al Santísimo Sacramento por parte de determinadas cofradías) y a los Dogmas de Fe marianos (Virginidad de María, Maternidad de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción). De todos modos, la mayoría de las cofradías suelen también iluminar las Verdades Fundamentales sobre María aun sin ser Dogmas de Fe (Corredentora, Mediadora Universal, Madre de la Iglesia y Reina de todo lo creado), cosa que demuestra una vez más como en determinados asuntos las cofradías van algo por delante de la jerarquía como ya pasó con la defensa de los ya Dogmas de la Inmaculada Concepción y Asunción.





    En cuanto al orden, se suele utilizar el criterio de antigüedad, colocando las insignias con más antigüedad más cercanas al paso, como se suele hacer con las representaciones de las cofradías, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que cuando nos referimos a antigüedad nos es sólo referente a la fecha de fabricación de la insignia (o la fecha de fundación de la hermandad) sino a la antigüedad de proclamación del Dogma Mariano. De todos modos, a esta regla hay innumerables excepciones e interpretaciones. Así, por ejemplo, si aplicáramos este criterio, el Simpecado debería ser la última insignia del cortejo de la Virgen antes del Estandarte, sin embargo, se coloca abriendo el cortejo por razones de tradición, probablemente porque hasta hace poco la mayor parte de las cofradías sólo tenía Simpecado y Estandarte, las nuevas insignias las han ido colocando insertadas dentro de esta distribución olvidando quizás el verdadero sentido de las mismas dentro del cortejo. De todos modos, sería interesante reflexionar en este tema y poder pensar en una distribución más acorde con la lógica y la liturgia, sobre todo en el caso de que exista Cruz Parroquial, la cual abriría el cortejo de la Virgen y nos liberaría de la "obligación tradicional" de abrir el cortejo con el Simpecado.

Orden del cortejo  
    Vamos a hacer una descripción de los que sería el cortejo de una cofradía con dos pasos, en el caso de que la cofradía lleve un solo paso, las insignias del cortejo de la virgen (si existen) se colocan inmediatamente después de las correspondientes al cortejo del Señor, justo antes del Libro de Reglas. Así, la Cruz Parroquial iría tras la Bandera Sacramental. Como ya hemos comentado, quizás habría que pensar en colocar el Simpecado justo antes del Estandarte corporativo, pero de acuerdo a la tradición, lo dejaremos delante en el cortejo de la Virgen. Por cierto, en el caso de sacar otros pasos, especialmente para el de San Juan, la colocación correcta es tras el paso de Cristo o Misterio, ya que San Juan acompañó a la Virgen. En ese cortejo sólo deberán ir insignias referentes a dicho santo escoltadas por varas y, como se verá más adelante, cuatro ciriales y el pertiguero.


Cortejo del Señor

a. Cruz de Guía, escoltada por faroles
b. Bocinas, sin acompañamiento
c. Senatus, acompañada de varas o sin acompañamiento
d. Bandera de Paso, acompañada de varas
e. Otras Banderas y Guiones, acompañadas de varas
f. Bandera Pontificia, acompañada de varas
g. Bandera Sacramental, escoltada por faroles
h. Libro de Reglas, acompañada de varas
i. Ante-Presidencia, con varas
j. Presidencia, con varas
k. Acólitos (4 ceroferarios, pertiguero, 2 turiferarios con incensarios, 1 turiferario con el canasto y 1 turiferario con naveta)
l. Paso de Cristo o de Misterio
m. Penitencia
n. Capilla Musical, Agrupación Musical o Banda de Cornetas (también en algunos casos se coloca acompañamiento musical delante de la cruz de guía, anunciando la llegada de esta).


Cortejo de la Virgen

a. Cruz parroquial, escoltada por acólitos ceríferos
b. Simpecado, Sinelabe o Bandera Concepcionista, escoltado por faroles
c. Bandera de Paso, acompañada por varas
d. Guiones marianos varios, acompañados de varas
e. Insignias Marianas (por este orden: Mater Ecclesia, Mater Regina, Mediatrix, Bandera Asuncionista), escoltados por faroles
f. Estandarte, acompañado de varas
g. Presidencia, con varas
h. Acólitos, (cruz parroquial, 4 ceríferos, pertiguero, 2 turiferarios con incensarios, 1 turiferario con el canasto y 1 turiferario con naveta)
i. Paso de palio
j. Penitencia
k. Banda de Música

Descripción de las Insignias

   Vamos a pasar a describir alguna de las insignias más representativas que suelen aparecer en nuestros cortejos penitenciales. No vamos a hablar, por tanto, del acompañamiento musical que suelen llevar nuestros pasos y que se escapa del propósito de este artículo.  Siempre van por orden de importancia van siempre escoltadas por nazarenos con varas.

 La Cruz de Guía

Todas las cofradías inician sus desfiles con la Cruz de Guía, la cual es llevada por un hermano vestido con la túnica de penitente al que se le suele llamar crucero. Es, por tanto, la insignia de mayor importancia en el cortejo procesional. Su precedente es la manguilla o cruz alzada (elemento de pequeño tamaño, coronando una vara, bajo la cual se extiende un armazón de forma cilíndrica cubierto de tela ligeramente bordada y rematado por una cruz, actualmente en desuso desde el Concilio Vaticano II) y simboliza el carácter cristiano de la procesión, representando además la cruz que todo cristiano debe seguir. La Cruz de Guía va siempre flanqueada por una o dos parejas de faroles (llamados faroles de guía), que suelen ser los más grandes de todo el cortejo. La Cruz de Guía se suele elaborar en el mismo material en que esté hecho el paso del Cristo (madera, plateado, dorado, etc.) y puede llevar en la intersección de los brazos una imagen del crucificado o alguna reliquia.
   En algunas cofradías, normalmente las más serias (las llamadas de negro), suele preceder el cortejo la figura del muñidor, servidor que hace sonar una campana de mano indicando la presencia del cortejo fúnebre. También es costumbre en las hermandades de negro el poner dos parejas de ciriales (o faroles) antecediendo a la Cruz de Guía, aunque si nos atenemos a su sentido litúrgico, no debería llevar nada delante. De todos modos, esta costumbre tiene su origen en que antiguamente la Santa Cruz se solía sacar portada en unas parihuelas al inicio del cortejo, especialmente en las hermandades de la Vera Cruz, por tanto, iría escoltada por faroles.


Bocinas

    La Bocina es una insignia en forma de trompeta que lleva unido a un tubo paños de terciopelo normalmente bordados y que se suele llevar en el hombro del penitente. Pueden observarse Bocinas (en algunos lugares se les llama Trompetas) en diferentes lugares del cortejo, según tome la cofradía como referencia de su significado. No está bien definido su origen. Unos dicen que antiguamente indicaban la marcha o parada de la cofradía (por esa razón iría al principio del cortejo, delante o justo detrás de la Cruz de Guía; personalmente me decanto por esta opción y es la que usan las hermandades llamadas de bulla). Otros que se usaban para hacer una representación sonora de la Pasión de Cristo (por esta razón se explicaría el llevarlas delante de los pasos y es la opción que suelen usar las hermandades de negro). Otros dicen que es en recuerdo de los soldados que acompañaron a Cristo hasta el Calvario (y las ponen al lado del Senatus). Carecen, pues de significado litúrgico y, desde luego, han perdido totalmente su vertiente musical para convertirse en enseres meramente ornamentales. En los paños de las bocinas podemos ver representados el escudo de la hermandad, pasajes pasionales o simplemente el raso del terciopelo. Se suelen colocar 4 en el cortejo del Cristo y 2 en el cortejo de la Virgen (aunque no le encuentro mucha lógica a llevarlo en el cortejo de la Virgen), en caso de ir solo en un paso lo más lógico que es que vayan en el del Cristo, ya sea abriendo el cortejo o al lado del Senatus, dependiendo del significado que se le quiera dar. Las Bocinas no se flanquean nunca con ningún acompañamiento.

Senatus


    Se sitúa inmediatamente detrás del primer tramo de penitentes de la procesión. Debe ir flanqueado por dos o cuatro varas, incluso puede ir solo, pero nunca acompañado por faroles, ya que es una insignia pagana. Las varas, también llamadas pértigas (en algunos sitios se les llama incluso insignias), son varas cilíndricas, repujadas o no (de metal o madera barnizada rematada por partes metálicas), y coronadas con un símbolo relativo a la cofradía (normalmente el escudo corporativo); a esta parte de la vara se le llama galleta. Al casquillo liso o repujado que llevan las varas en sus extremos se le llama regatón.
    El inicio del procesionar de esta insignia se desconoce aún, aunque probablemente se puso debido a que esta insignia la llevaban las tropas romanas que acompañaron a Jesús en el camino del Calvario. En dicha insignia aparecen las siglas S.P.Q.R., cuyo significado es Senatus Populus Que Romanus, el Senado y el Pueblo Romano, imitando las que llevaban las legiones romanas que ocupaban la región de Palestina en la época de Jesucristo. La cartela con las letras se suele rematar con el retrato de Tiberio (emperador romano en los momentos de la Pasión), una corona de laurel o un águila imperial.

Bandera de Paso





    La Bandera de Paso es una insignia que no contiene una importancia histórica destacada, parece ser que ha derivado de las banderas negras que se solían utilizar antiguamente en las catedrales y que se hacían pasar por encima de los feligreses, luego parece ser que las cofradías las adoptaron dándoles además mayor colorido al incluir los colores de las túnicas. Debe ir situada detrás del Senatus o de la Cruz Parroquial (o el Sin Pecado) en el orden procesional de las cofradías, ya que lo que hace es anunciar los tramos de penitentes que van detrás. Suele dividirse por una cruz en cuatro cartelas con los colores de la túnica de nazarenos del paso al que acompañen. De este modo si la túnica varía de los nazarenos del Señor a los de la Virgen, podemos ver también una bandera en el tramo de penitentes que acompañan al palio. En el caso de que la hermandad tenga más titulares, se suele incluir también la Bandera de Paso de estos con una representación de penitentes en un lugar preferente.

     La tela suele tener mayor superficie en aquellas cofradías cuyas túnicas de nazareno son de cola, teniendo las de capa la particularidad de tener la asta más larga, llegando hasta los 3 metros aproximadamente. Las astas suelen ser de plata o alpaca (también llamada plata cofradiera, es una aleación de cobre, níquel y zinc que da un aspecto similar a la plata, aunque mucho más barata. Esta aleación recibe posteriormente un baño de plata). Va siempre flanqueada por varas.

Otras banderas e insignias

    Insignias que llevan recuerdos de ostentar determinados títulos como "Muy Mariana", otras sacan guiones de representación de universidades y colegios profesionales (Derecho, Medicina, Económicas, etc.), con determinadas advocaciones marianas, grupos jóvenes (en forma normalmente de banderín de la juventud, como recuerdo de su presencia en estas hermandades), guiones de la Epifanía (en recuerdo del Gran Poder de Dios), Santo Lignum Crucis (reliquia auténtica de la Santa Cruz), por su vinculación a determinadas órdenes religiosas, banderas y relicarios relativos a santos (siempre acompañados de varas), banderas con la efigie del titular que preceden (estas ya están en desuso), etc. El criterio es colocar las insignias marianas en las secciones de la Virgen y el resto en las del Cristo.

Bandera Pontificia

Dicha insignia la sacan solamente algunas hermandades procesionando en los tramos correspondientes al Señor. Es de color blanca cruzada con una cruz amarilla o, más habitualmente, con los colores pontificios amarillo y blanco en división vertical por su mitad; y en el centro el blasón del pontífice que le concedió el título de Pontificia que ostentan dichas hermandades (en la bandera oficial del estado Vaticano, el blasón va normalmente en la parte blanca de la bandera). De todos modos, en mi opinión, creo que no estaría de más que lo sacaran todas las hermandades independientemente de tener el título de Pontificias como muestra de obediencia y adhesión a la Santa Iglesia Católica. Va siempre flanqueada por varas.

Bandera Sacramental

Esta insignia la sacan aquellas Hermandades que, por medio de Bula Papal, tienen el título de Sacramental (estas Hermandades le rinden por tanto culto al Santísimo Sacramento de la Eucaristía), suelen ser de color blanco con algún motivo alusivo en el centro (el cordero apocalíptico con los siete sellos, un cáliz, espigas de trigo, etc.), suele ir además el escudo de la Hermandad y siempre debe ir acompañada de faroles con velas roja, aunque en muchos lugares se le acompaña de varas rematadas con motivos alusivos, incluso podemos llegar a ver una mezcla de ambos. Es también bastante usual preceder la Bandera Sacramental de cuatro o seis cirios de color rojo, dependiendo del número de ciriales que se usen en el paso de Misterio. La asta suele ir rematada por una alegoría de la Fe (recordemos que las tres virtudes teologales son la Fe, la Esperanza y la Caridad). Debe ser la última insignia antes del Libro de Reglas en caso de sacarla.

Libro de Reglas

    En la procesión suele situarse al final de los tramos de las secciones de Cristo, salvo en las hermandades definidamente marianas en las cuales se coloca al final de los tramos de las secciones de la Virgen junto con la Ante-Presidencia y Presidencia. Está formado por una tapa en terciopelo con el escudo y las cantoneras repujados, dentro van las reglas originales de la Hermandad (en otros lugares se les conoce como Estatutos), en algunos casos pueden ser muy antiguos y ser de un gran valor. El portador del Libro (normalmente el Secretario) está flanqueado por dos o cuatro varas. El Secretario, al contrario del resto de miembros de la Junta de Gobierno no lleva vara, sino una pértiga. Esta insignia carece de valor litúrgico y procesiona en recuerdo de pasados tiempos en que los mismos servían para argumentar con las autoridades, religiosas y civiles, en casos de discrepancia. Por esa misma razón no tiene ningún sentido acompañarlo de luz, como se hace a menudo en determinados cultos internos de las hermandades.     
                 
Ante-Presidencia del Paso

    Formada por cinco penitentes con varas, anteceden a la Presidencia del paso. Dichos penitentes suelen ser los más antiguos de la cofradía o hermanos que han realizado algún favor especial a la cofradía.
     Delante de la Ante-Presidencia se suelen colocar en algunas cofradías hermanas ataviadas con la tradicional mantilla en señal de luto. La mantilla en sí es una toca negra de encaje que, junto a la peineta de carey, forman el tradicional tocado andaluz que se coloca sobre la cabeza afianzada por un broche que recoge el pelo. El resto de la vestimenta debe ser también en color negro (vestido, zapatos, bolso, guantes) completándose con el Rosario en la mano y la Medalla de la Hermandad. Hay ciertas reglas no escritas en cuanto a la prohibición de adornos florales (claveles rojos normalmente) y a la longitud y decoro del vestido que no se deben obviar para mantener la seriedad del cortejo.
    Un caso especial lo forman las hermandades del Santo Entierro, las cuales suelen llevar representaciones de todas las cofradías de penitencia de la localidad y del Consejo Local. En este caso se colocan primero las hermandades por orden menor a mayor antigüedad y luego la representación del Consejo Local, si hay alguna cofradía hermanada o que resida en la misma parroquia se suele colocar en lugar preferente tras el resto de hermandades. Además, en este tipo de procesiones se suele colocar tras el paso del Santo Entierro un Palio de Respeto, palio pequeño de toldo flojo y sin bordar, sostenido por 4 o 6 varales y portado por acólitos o monaguillos.

Presidencia de Paso


    Delante de cada paso se sitúan varios penitentes con varas, la Presidencia del paso del Cristo suele ser la de la procesión salvo que la cofradía sea eminentemente mariana; en la Presidencia de la procesión se sitúan el Hermano Mayor, representantes de otras hermandades o colectivos hermanados, el Pregonero y el Director Espiritual. En la Presidencia del otro paso se suelen situar miembros destacados de la Junta de Gobierno y representantes de otras hermandades e incluso el Predicador de los cultos cuaresmales. El Hermano Mayor y el Director Espiritual llevan normalmente la vara de color dorado para diferenciarse del resto.

Acólitos


    Se diferencian en acólitos ceroferarios y turiferarios, se les suele llamar en conjunto "servicio de paso". Los acólitos ceroferarios son aquellos que portan un cirial y tienen su origen en los inicios de la Semana Santa, sirviendo como luz para alumbrar las pequeñas andas en las que iban las imágenes. Por eso deben ir inmediatamente al lado del paso o actualmente justo delante del mismo, ya que forman parte del servicio del mismo. El color de las velas de los ciriales siempre debe ser el mismo que porte el paso que lleva detrás. Digamos a modo de alegoría que, si el Paso es el Altar, los acólitos son el Presbiterio. En la mayoría de las hermandades suele haber de cuatro a seis acólitos ceroferarios. El uso en algunos lugares de mayor número de acólitos no tiene ningún sentido litúrgico y lo único que hace es dificultar la visión del paso. Los acólitos turiferarios portan los incensarios, la naveta y el canasto, y son aquellos que impregnan de incienso todo el lugar inmediatamente cercano al paso, haciéndose, así como si el paso se tratara de un altar. Hay que tener en cuenta que el uso del incienso está reservado para la Eucaristía y las imágenes de Cristo y de María. En algunos sitios a los acólitos se les llama Dalmáticas, en referencia a la prenda que utilizan.
    Con respecto al número de ciriales lo lógico es que se usen cuatro, ya que el Ritual para el Culto no hace distinción en el número de ciriales a usar en las misas y las celebraciones de adoración eucarística. De todos modos y, a pesar de que no tiene ningún fundamento litúrgico, es usual colocar en los pasos de Misterio de algunas hermandades sacramentales seis acólitos ceroferarios en señal de mayor respeto. Esta costumbre no tiene ningún sentido en pasos de Palio u otros pasos (San Juan, Verónica, etc.) en los que siempre deben ser cuatro los ciriales ya que se pierde el sentido eucarístico; además, en los pasos que no porten imágenes de Cristo y de María, como ya se ha comentado anteriormente, no tiene sentido litúrgico el uso de acólitos turiferarios.
    Normalmente en Cádiz el cuerpo de acólitos está formado por diez integrantes: cruz parroquial (en algunos lugares se le llama a este acólito crucífero), cuatro con ciriales (los dos primeros escoltando a la cruz parroquial y los otros dos detrás del pertiguero a una distancia de la primera pareja equivalente a la longitud del paso, aunque litúrgicamente deberían de escoltar al pertiguero), el pertiguero (encargado de marcar el paso por medio de golpes con la pértiga), dos con incensarios (detrás de los acólitos ceroferarios), uno con la naveta (pieza de orfebrería en forma de casco de barco con una cucharilla de orfebrería donde se guarda el incienso) y otro con el canasto (donde se guardan las pastillas de carbón que se utilizan para encender el fuego, los pabilos y las cerillas).
    El origen de la figura del Pertiguero hay que verlo en los maestros de ceremonias de las celebraciones religiosas y que solían asistir al celebrante en cuanto al servicio del altar. De aquí se ha extrapolado a los pasos como altares en la calle que son. Asimismo, los acólitos tienen su origen en los ministros no ordenados que se dedican al servicio del altar, también llamados subdiáconos.
    Los acólitos suelen ir con vestimenta de monaguillos e incluso revestidos de Dalmáticas, la cual es una sotana de tela de damasco, con elementos decorativos dorados que se coloca encima del alba blanca. El pertiguero suele llevar una vestimenta especial llamada Ropón similar a la Dalmática, aunque suele llevar colgando en el pecho el escudo de la Hermandad en plata. En cuanto a los colores de las Dalmáticas y el Ropón del Pertiguero, suelen ser el negro (preferentemente), morado, burdeos y rojo en el caso de ser hermandad sacramental, aunque se usan otros colores en función de la túnica de la hermandad o de su vinculación a determinadas órdenes religiosas. El origen de vestir a los acólitos con tanta riqueza estriba en la antigua tradición de que la riqueza del señor se advierte en la riqueza con la que viste a sus servidores.
    Una última nota con respecto al uso de la cruz parroquial en el acolitado y que no se suele tener en cuenta. Sólo debería haber una cruz parroquial en la procesión y esta debe ir empezando el cortejo de la Virgen. En caso de no colocarse en ese lugar, el lugar más adecuado es en el cuerpo de acólitos de la Virgen. Por tanto, tampoco tiene mucho sentido sacar la cruz parroquial en el paso de Misterio.

Penitencia

    Siguiendo la frase "Toma tu Cruz y Sígueme" los penitentes se sitúan inmediatamente detrás de los pasos y delante de la Banda de Música (aunque no siempre), normalmente tras los del Señor, pero en algunas cofradías también los podemos ver detrás del palio. En algunos sitios los tramos de penitencia pueden verse en tramos diversos a lo largo de todo el cortejo procesional y no obligatoriamente tras los pasos.

Cruz Parroquial


La insignia pertenece a la iglesia parroquial y tras ella comienzan a desfilar los penitentes de la Virgen, le flanquean dos acólitos ceroferarios. La debe portar un sacristán revestido de sotana, sobrepelliz o roquete (la tela blanca que va sobre la sotana), aunque se suele dar el caso de llevarla un nazareno en algunas cofradías, acompañándola siempre dos acólitos revestidos, normalmente con dalmáticas, que llevan los ciriales. En caso de no tenerse Cruz Parroquial se deben empezar los tramos con el Simpecado o en su defecto la Cruz de Guía. La situación de la Cruz Parroquial dentro del cortejo procesional de las cofradías que llevan un sólo paso es inmediatamente después de las insignias correspondientes a lo que serían tramos del Señor. Las Asociaciones Parroquiales también deberían empezar su discurrir con una Cruz Parroquial. Suele tener unos 2,90 metros de alta y en ella se suelen incluir motivos que hagan referencia a la parroquia de donde radica.

Simpecado

    El origen del Simpecado está en el que sacó la hermandad de El Silencio de Sevilla en representación del voto de defensa de esta hermandad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María en 1615. También se le conoce como Sinelabe ó Bandera Concepcionista, dependiendo de la forma que tome y los elementos que la constituyan. Debe ir acompañado siempre de Faroles, pero más pequeños que los de la Cruz de Guía. Por lógica debería ir detrás de la Bandera Asuncionista, aunque por tradición se coloca abriendo el cortejo de la Virgen. En el caso de sacar dos de estas insignias con el mismo significado (por ejemplo, un simpecado y una Bandera Concepcionista), una se colocará al principio del cortejo de la Virgen (tras la Cruz Parroquial) y la otra tras el Banderín Asuncionista como última insignia antes del Estandarte corporativo de la hermandad.

    Pueden aparecer en forma de estandarte con una talla o pintura de la Virgen y un pequeño listel con la leyenda "Sine labe concepta", entonces se llama Simpecado. La asta va rematada por una cruz.
    Si la frase "Sine labe concepta" aparece en toda su longitud sobre un lábaro con paño largo y estrecho de igual longitud que la asta, siendo el paño de color celeste, se llama vulgarmente Sinelabe ó Sine Labe. La asta debe ir rematada en este caso por una pequeña imagen de la virgen.
    De similar contenido es la Bandera Concepcionista, la cual tiene forma de bandera, en paño celeste, figurando en el cortejo portada de forma vertical por un nazareno, escoltado a su vez por otros dos con faroles, ya que es costumbre que las insignias que representan un Dogma de Fe sean alumbradas. Dentro de la bandera suele aparecer el texto en latín: "TOTA PULCHRA ES, MARIA, ET MACULA ORIGINALIS NON EST IN TE. MDCCCLIV" o también "INMACULATA CONCEPCIONEM VIRGINUS MARIAE CELEBREMUS CRISTUM EJUS FILUM ADOREMUS DOMINUM", más raramente lleva imágenes pintadas o bordadas de la virgen. La asta de esta bandera suele ir en metal plateado y el remate representa el anagrama de María. Suele ir acompañada por faroles terminados en templetes de orfebrería, albergando cada uno en su interior una Inmaculada.
    El Papa Pío IX definió como Dogma de Fe esta verdad en 1854, en la Bula Ineffabilis Deus. La virginidad de María ya había sido proclamada en el Concilio de Letrán de 1215. El Dogma de la Maternidad de Dios ya había sido definido en el Concilio de Efeso de 431.

 "Mater Ecclesiae"

   Insignia que recuerda que María es Madre de la Iglesia. Así lo proclamó Pablo VI en 1964. María es, por tanto, Madre de la Iglesia y de todos los hombres. Suele llevar, sobre fondo azul, una talla de la virgen, con una asta rematada por la cruz papal. Suele ir acompañado de faroles aun sin ser Dogma de Fe por las mismas razones que el Mediatrix.

"Mater Regina"

    El Mater Regina (Beata Virgo Mater Regina) recuerda que María es Reina de todo lo creado. Fue instituido en 1954 por Pío XII, aunque no es Dogma de Fe, pero es una Verdad Fundamental, va acompañado de faroles. Suele tomar la forma de estandarte y se le denomina Estandarte de la Realeza de María, tiene forma rectangular y suele llevar en el centro una gran corona real y la leyenda "Beata Virgo Maria" o "Beata Virgo Mater Regina" sobre terciopelo rojo, en la asta suele ir una corona y sobre ella una cruz. La Primera Hermandad en usar este tipo de insignia fue la de la Cena de Sevilla.

"Mediatrix"

    Insignia que recuerda la Mediación Universal de María en todas las gracias. Esta insignia que toma su nombre de la inscripción latina "Mediatrix omnium gratiorum, dedisti protectiones salutis tuae". Suele ser una bandera con la Anunciación a María sobre terciopelo azul, con la leyenda "Mediatrix omnium gratiarum" e incluso el escudo de la cofradía; en otros casos en la bandera aparece el texto MEDIATRIX simplemente. La primera Hermandad que la portó fue la del Cachorro de Sevilla en 1926. Suele ir acompañada de faroles, aunque no se ha establecido como Dogma de Fe debido a la subordinación de María al único Mediador que es Jesucristo, tal y como quedó establecido en el CVII (Lumen Gentium).

Bandera Asuncionista

    Insignia que recuerda el Voto Asuncionista de la Virgen María que fue proclamado en 1950 por Pío XII por medio de la bula Munificentissimus Deus, el cual significa que la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, terminado el período de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Sobre asta rematada por un símbolo mariano preferentemente asuncionista, cuelga un paño con la leyenda: "REGINA IN COELIS (CORPORALITER) ASSUMPTA" o también "MARIA, VIDA Y DULZURA, ESPERANZA NUESTRA. REINA ASUNTA A LOS CIELOS EN CUERPO Y ALMA", alusiva la Asunción de María, sobre fondo celeste y/o blanco (sobre todo). Va en la comitiva de la Virgen y como Dogma de Fe va alumbrada por faroles. La primera cofradía en incorporar esta insignia fue la de la Soledad de Sevilla en 1911.

El Estandarte

    Es la insignia más antigua de todas cuantas procesionan en Semana Santa y es la que debe representar corporativamente a la cofradía en todos los cultos que celebre o asista, siendo además siempre la última insignia que debe aparecer en la procesión por lo que no tiene sentido colocarlo al final de las secciones del Cristo. Solían ser negros o morados e iban acompañados de varas iniciando el cortejo hasta que la Cruz de Guía vino a sustituirle y entonces pasaron al final del cortejo. Lo que sí ha cambiado es la forma de la insignia. Antes era algo parecido a un Simpecado, hoy en día adopta forma de bandera recogida por el centro en señal de luto. En todas las hermandades encabeza el último tramo antes de la presidencia del paso de la Virgen. Cuando sólo hay paso de Cristo, va en el último tramo antes del Libro de Reglas. Cuando se sacan dos estandartes (caso que se suele dar en archicofradías y cofradías sacramentales, aunque no tiene demasiada lógica ya que debe haber sólo una insignia corporativa), este debe ir al final de las secciones de cada paso, aunque de nuevo se da el caso de determinadas hermandades que lo colocan justo después del Senatus, quizás en recuerdo de su posición en la antigüedad.
   En algunas Hermandades se utiliza el Bacalao, simplificación del Estandarte para poder evitar el efecto de los fuertes vientos y que toma su nombre por la forma de pez que tiene. En otros sitios se le conoce como Lábaro, especialmente cuando este va realizado en plata. Suele llevarse el escudo de la Hermandad, aunque en algunos sitios se utiliza algún símbolo o imagen relativo a la misma, siempre acompañados de varas. En la asta se suele poner una cruz o las siglas JHS (Jesús Hombre Salvador).
   En Cádiz, sin embargo, se usa una nomenclatura distinta para el Estandarte, teniendo hasta tres nombres para la misma funcionalidad (Guion, Estandarte y Bandera), dándose el caso de que algunas hermandades poseen varios de estos elementos. Se llama Guion al Bacalao de origen sevillano, llamado, así como ya hemos dicho por su forma de pez. Por Estandarte hacemos referencia al típico en forma de bandera que cuelga de un palo horizontal y que se recoge en señal de luto, este debido al viento y a su elevado peso no se usa mucho actualmente a modo corporativo.
    Por último, hablamos de Bandera cuando este toma la forma de bandera con una cruz que la divide en el centro en cuatro partes con los colores de la túnica del titular y el escudo en el centro y que lleva el penitente en su hombro, con lo cual es bastante más fácil de llevar que el Estandarte. Cuando las secciones de penitentes del Cristo y la Virgen tienen distintos colores en la túnica, se puede llegar al caso de tener la Hermandad dos banderas, en ese caso en la Bandera de la Virgen a veces se sustituye el escudo corporativo por la M mariana. Como se puede ver, no hay un criterio claro definido, aunque la Bandera y el Guion parecen imponerse. 

2) ADDENDAS

Addenda 1.- Tipos de astas y columnas.

·          Asta Salomónica: Asta que tiene el cuerpo (fuste) retorcido y en espiral.

·          Asta Estriada: Asta con el cuerpo estriado longitudinalmente.

·          Asta Lisa: Asta con el cuerpo liso.

·          Columna Dórica: Columna sin basa (base), el fuste (cuerpo de la columna) es estriado con aristas vivas, y el capitel (parte superior de la columna) liso.

·          Columna Jónica: La columna Jónica sí tiene basa. El fuste es más largo y fino. El capitel es más elaborado, en forma de almohadilla teniendo volutas (se enrolla en los extremos).

·         Columna Corintia: También tiene basa. Su fuste es aún más delgado y largo. El capitel está mucho más decorado y parece una pirámide truncada invertida. Se diferencia poco del jónico, a no ser por la decoración con hojas de acanto (planta con hojas espinosas, largas y rizadas).

·          Columna Toscana: Variante del Dórico, pero sin estrías en el fuste (fuste liso).

·         Columna compuesta: Mezcla del Jónico con el Corintio, incluyendo volutas y hojas de acanto.

Addenda 2.- Los colores litúrgicos y su significado.

·         Blanco. - Significa pureza, fe, virginidad, santidad, Resurrección. Es el color más adecuado para celebrar:

- La Navidad y la Epifanía

- La Pascua en toda su cincuentena

- Las fiestas de Cristo y de la Virgen a no ser que por su cercanía al misterio de la cruz se indique el uso del rojo.

- Las fiestas de ángeles y Santos que nos sean Mártires. El blanco es el color preceptivo para los pasos de palio y el más adecuado para iluminar las secciones de la Virgen, aunque para determinadas advocaciones pueda ponerse otro color distintivo de las mismas.

·          Rojo. - El Rojo significa pasión, caridad, amargura, amor divino, Eucaristía, Espíritu Santo, martirio, Apóstoles. Es el color elegido: - En la Celebración del Domingo de Ramos y el Jueves Santo. - En Pentecostés. - Exaltación de la Santa Cruz. - Fiesta de los Apóstoles, Evangelistas y Mártires. El color rojo es preceptivo de las hermandades sacramentales, aunque teniendo en cuenta que el Domingo de Ramos y el Jueves Santo es el color litúrgico, creo personalmente que las hermandades que salen esos días también lo pueden usar.

·          Verde. - Significa esperanza, iniciación (por eso San Juan lleva el color verde en el manto), triunfo de la vida sobre la muerte (por eso las Hermandades de la Vera Cruz utilizan este color como distintivo) y también Fe (aunque menos que el blanco). Es el color del Tiempo Ordinario. Esas 34 semanas en las que no se celebra un Misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la Salvación y sobre todo el Misterio Semanal del Domingo como el día del Señor. El verde es el color que debe usarse en las secciones y paso de cristo de las hermandades de la Vera Cruz. También suele usarse en las secciones de las titulares marianas con la advocación de Esperanza.

·          Morado. - Significa devoción, también dolor, severidad, penitencia. Similar al negro. Es el color con que se distingue la Celebración del Adviento y la Cuaresma. Es el color habitualmente utilizado en las secciones y pasos de misterio de los nazarenos y cautivos, también puede usarse litúrgicamente en Semana Santa, especialmente la Madrugada y el Viernes Santo.

·          Rosa. - No tiene un significado litúrgico definido, significa la ausencia de todo mal, dominio de sí mismo. Para los domingos que marcan el ecuador del Adviento y de la Cuaresma: El Domingo "Gaudéte" (tercero de adviento) y "Laetare" (cuarto de Cuaresma).

·          Azul. - El Azul es el color del amor, la fidelidad y el afecto. Asociado de siempre a la Virgen María y por lo tanto suele ser el color elegido para muchos de los palios, aunque en su vertiente oscura tiene similares significados al negro. El Celeste es el color privilegiado para celebrar la Solemnidad de la Inmaculada.

·          Negro. - Color que simboliza tristeza, separación, penitencia, vigilia y soledad. Su significado es similar al Morado. Es el color litúrgico del Viernes Santo. Una derivación del color negro es el denominado color tiniebla, el cual se suele usar en las cofradías "serias" para las secciones del Cristo, aunque como vemos se puede usar también litúrgicamente por las Hermandades de la Madrugada y Viernes Santo.

·          Gris. - Es el color del desconsuelo, no se suele usar ni litúrgicamente ni en las hermandades.

·          Marrón. - Este color y, en general, los colores tierra, quieren indicar humildad, fragilidad, anonimato, renuncia al mundo.

·          Amarillo. - Al igual que el Dorado, quiere significar pureza, ya que pertenece a la familia del color blanco. Simboliza también el color de la luz, luz de Dios, sobretodo en Oriente. Por su color similar al trigo también se le asimila con la institución de la Eucaristía. Se usa el Dorado también para la celebración de fiestas muy solemnes.

Addenda 3.- Dogmas de Fe y Verdades Fundamentales Marianas.

Los dogmas Marianos son cuatro:

1.- María, Madre de Dios.

2.- María, Madre Virgen.

3.- María, Inmaculada.

4.- María, Asunta en cuerpo y alma al cielo.

Las Verdades Fundamentales sobre María también son cuatro:

a.- María, Corredentora.

b.- María, Reina.

c.- María, Madre espiritual. Madre de la Iglesia y de todos los hombres.

d.- María, Mediadora Universal.

3) Función del diputado tramo:

Los diputados de tramos, uno de los principales personajes que gracias a ellos se coordina la estación de penitencia.
El diputado de tramo, realiza una función importante en nuestras hermandades y cofradías suele ser un hermano con experiencia y es el que coordina a un tramo (sector de nazarenos) que lleva la cofradía indicándole el ritmo a llevar como otras funciones de encender los cirios, localizar un hermano, como mandar información a otros lugares de la cofradía.
Su hábito es la túnica de nazareno de la hermandad correspondiente, provisto de un Palermo con el cual da el golpe y una cesta donde lleva utensilios y papeletas de sitios.
Estos hermanos realizan reuniones periódicas, donde presentan un parte de incidencias sobre el transcurso de la cofradía en la calle, gracias a ellos se mejora los itinerarios durante los años.
Este cargo de vital importancia, se hace complicado en hermandades de gran multitud de personas ejemplos claros son las hermandades de la Macarena y Esperanza de Triana donde el gran número de hermano dificulta las labores de estos personajes de nuestras cofradías.

4) Ancho de los nazarenos

El ancho entre los nazarenos es por lo general el del ancho del paso (que se corresponde al que los propios nazarenos “manigueteros” que van en la delantera del paso marcan. Luego redundaremos en esto en el capítulo de los Diputados de Tramo.
Dependiendo del tipo de calle por la que pases, puede ser que la distancia de ancho que separa los nazarenos entre sí puede variar según marquen los diputados.
Cuando el nazareno entra en su templo, puede descubrirse (una vez dentro y no antes) para poder ver la entrada de su paso o pasos titulares ya que es uno de los privilegios después de haberle acompañado anónimamente tantas horas. Algunas cofradías los mantienen cubiertos hasta que un miembro de la Junta de Gobierno manda descubrirse. Eso puede hacerse en las hermandades donde hay muy pocos nazarenos y aparte les privan del momento de ver la entrada del Señor o su Bendita Madre.


Artículo enviado por:Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuentes:
elcorreoweb.es
Texto de Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez
cadizcofrade.net
pasos-palios.blogspot.com

cofrades.sevilla.abc.es