viernes, 31 de enero de 2020

FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR





Desde el próximo sábado por la tarde, y todo el domingo, celebraremos la fiesta de la Presentación del Señor.

En efecto, el 2 de febrero, se cumplen 40 días de la Navidad, y por ello se celebra eta fiesta ya que, de acuerdo a la Ley de Moisés, la mujer que daba a luz a un varón debía purificarse por cuarenta días, tras lo que debían presentar al niño (Lev 12, 2-6). Al cumplir con este precepto, Santa María y su esposo fueron al templo con Jesús y, al llegar, Simeón tomó en brazos al Niño y dijo que era la luz que alumbra las naciones (Lc 2, 32).

Es por ello que en esta fiesta se conmemora la entrada de la Luz en el templo. Esa conmemoración se hace dándole protagonismo a las velas o candelas en la liturgia.

Ese día la misa comienza en el atrio o en otro lugar distinto a la iglesia. Ahí se reúnen los fieles con candelas apagadas en sus manos. El sacerdote llega a ese lugar revestido con casulla o con capa pluvial. Cuando arriba, se encienden las velas mientras se canta: “El Señor llega con poder. Iluminará los ojos de sus siervos. Aleluya.”

Después, el sacerdote saluda al pueblo como de costumbre, hace una monición y bendice las candelas con una fórmula que se encuentra en el misal. Tras decir esas palabras, rocía las candelas con agua bendita, sin decir nada. Acabada la aspersión, el sacerdote recibe su propia candela y comienza la procesión hacia la iglesia.

Al llegar a la iglesia, el sacerdote venera el altar, va a la sede, se quita el pluvial (si es que lo ha usado en la procesión), y se pone la casulla. Después se canta Gloria. Acabado el himno dice la colecta, y la misa prosigue como de costumbre.

En el caso de la liturgia papal, el rito inicia en el atrio de la Basílica de San Pedro. La Basílica permanece a oscuras mientras la procesión ingresa a ella. Así, puede apreciarse el templo solo iluminado con las velas. Se nota que las luces entran a la basílica, simbolizando la entrada de la Luz al templo. En el momento en el que el papa llega al altar, se encienden todas las luces.



Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente:
liturgiapapal.org

lunes, 27 de enero de 2020

PIEDAD POPULAR Y LITURGIA: LAS IMÁGENES SAGRADAS




Fue especialmente el Concilio Niceno II, "siguiendo la doctrina divinamente inspirada de nuestros Santos Padres y la tradición de la Iglesia Católica", el que defendió con fuerza la veneración de las imágenes sagradas: "definimos, con todo rigor e insistencia que, a semejanza de la figura de la cruz preciosa y vivificadora, las venerables y santas imágenes, ya pintadas, ya en mosaico o en cualquier otro material adecuado, deben ser expuestas en las santas iglesias de Dios, sobre los diferentes vasos sagrados, en los ornamentos, en las paredes, en cuadros, en las casas y en las calles; tanto de la imagen del Señor Dios y Salvador nuestro Jesucristo, como de la inmaculada Señora nuestra, la santa Madre de Dios, de los santos Ángeles, de todos los Santos y justos".





Los Santos Padres encontraron en el misterio de Cristo Verbo encarnado, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), el fundamento del culto que se rinde a las imágenes sagradas: "ha sido la santa encarnación del Hijo de Dios la que ha inaugurado una nueva economía de las imágenes".






La veneración de las imágenes, sean pinturas, esculturas, bajorrelieves u otras representaciones, además de ser un hecho litúrgico significativo, constituyen un elemento relevante de la piedad popular: los fieles rezan ante ellas, tanto en las iglesias como en sus hogares.





Las adornan con flores, luces, piedras preciosas; las saludan con formas diversas de religiosa veneración, las llevan en procesión, cuelgan de ellas exvotos como signo de agradecimiento; las ponen en nichos y templetes, en el campo o en las calles.




Sin embargo, la veneración de las imágenes, si no se apoya en una concepción teológica adecuada, puede dar lugar a desviaciones.





Es necesario, por tanto, que se explique a los fieles la doctrina de la Iglesia, sancionada en los concilios ecuménicos y en el Catecismo de la Iglesia Católica, sobre el culto a las imágenes sagradas.






 Según la enseñanza de la Iglesia, las imágenes sagradas son:

- Traducción iconográfica del mensaje evangélico, en el que imagen y palabra revelada se iluminan mutuamente; la tradición eclesial exige que las imágenes "estén de acuerdo con la letra del mensaje evangélico".

- Signos santos, que como todos los signos litúrgicos, tienen a Cristo como último referente; las imágenes de los Santos, de hecho, "representan a Cristo, que es glorificado en ellos".

- Memoria de los hermanos Santos "que continúan participando en la historia de la salvación del mundo y a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental".





- Ayuda en la oración: la contemplación de las imágenes sagradas facilita la súplica y mueve a dar gloria a Dios por los prodigios de gracia realizados en sus Santos.

- Estímulo para su imitación, porque "cuanto más frecuentemente se detienen los ojos en estas imágenes, tanto más se aviva y crece en quien lo contempla, el recuerdo y el deseo de los que allí están representados"; el fiel tiende a imprimir en su corazón lo que contempla con los ojos: una "imagen verdadera del hombre nuevo", transformado en Cristo mediante la acción del Espíritu y por la fidelidad a la propia vocación.

- Una forma de catequesis, puesto que "a través de la historia de los misterios de nuestra redención, expresada en las pinturas y de otras maneras, el pueblo es instruido y confirmado en la fe, recibiendo los medios para recordar y meditar asiduamente los artículos de fe".





Es necesario, sobre todo, que los fieles adviertan que el culto cristiano de las imágenes es algo que dice relación a otra realidad. La imagen no se venera por ella misma, sino por lo que representa.





Por eso a las imágenes "se les debe tributar el honor y la veneración debida, no porque se crea que en ellas hay cierta divinidad o poder que justifique este culto o porque se deba pedir alguna cosa a estas imágenes o poner en ellas la confianza, como hacían antiguamente los paganos, que ponían su esperanza en los ídolos, sino porque el honor que se les tributa se refiere a las personas que representan".





A la luz de estas enseñanzas, los fieles evitarán caer en un error que a veces se da: establecer comparaciones entre imágenes sagradas. 






El hecho de que algunas imágenes sean objeto de una veneración particular, hasta el punto de convertirse en símbolo de la identidad religiosa y cultural de un pueblo, de una ciudad o de un grupo, se debe explicar a la luz del acontecimiento de gracia que ha dado lugar a dicho culto y a los factores histórico-sociales que han concurrido para que se estableciera: es lógico que el pueblo haga referencia, con frecuencia y con gusto, a dicho acontecimiento; así fortalece su fe, glorifica a Dios, protege su propia identidad cultural, eleva con confianza súplicas incesantes que el Señor, según su palabra (cfr. Mt 7,7; Lc 11,9; Mc 11,24), está dispuesto a escuchar; así aumenta el amor, se dilata la esperanza y crece la vida espiritual del pueblo cristiano.





Las imágenes sagradas, por su misma naturaleza, pertenecen tanto a la esfera de los signos sagrados como a la del arte. En estas, "que con frecuencia son obras de arte llenas de una intensa religiosidad, aparece el reflejo de la belleza que viene de Dios y a Dios conduce". 





Sin embargo, la función principal de la imagen sagrada no es procurar el deleite estético, sino introducir en el Misterio. A veces la dimensión estética se pone en primer lugar y la imagen resulta más un "tema", que un elemento transmisor de un mensaje espiritual.





En Occidente la producción iconográfica, muy variada en su tipología, no está reglamentada, como en Oriente, por cánones sagrados vigentes durante siglos.




Esto no significa que la Iglesia latina haya descuidado la atención a la producción iconográfica: más de una vez ha prohibido exponer en las iglesias imágenes contrarias a la fe, indecorosas, que podían dar lugar a errores en los fieles, o que son expresiones de un carácter abstracto descarnado y deshumanizador; algunas imágenes son ejemplo de un humanismo antropocéntrico, más que de auténtica espiritualidad. 





También se debe reprobar la tendencia a eliminar las imágenes de los lugares sagrados, con grave daño para la piedad de los fieles.





A la piedad popular le agradan las imágenes, que llevan las huellas de la propia cultura; las representaciones realistas, los personajes fácilmente identificables, las representaciones en las que se reconocen momentos de la vida del hombre: el nacimiento, el sufrimiento, las bodas, el trabajo, la muerte. 






Sin embargo, se ha de evitar que el arte religioso popular caiga en reproducciones decadentes: hay correlación entre la iconografía y el arte para la Liturgia, el arte cristiano, según las épocas culturales.





Por su significado cultual, la Iglesia bendice las imágenes de los Santos, sobre todo las que están destinadas a la veneración pública, y pide que, iluminados por el ejemplo de los Santos, "caminemos tras las huellas del Señor, hasta que se forme en nosotros el hombre perfecto según la medida de la plenitud en Cristo". 







Así también, la Iglesia ha emanado algunas normas sobre la colocación de las imágenes en los edificios y en los espacios sagrados, que se deben observar diligentemente; sobre el altar no se deben colocar ni estatuas ni imágenes de los Santos; ni siquiera las reliquias, expuestas a la veneración de los fieles, se deben poner sobre la mesa del altar. 






Corresponde al Ordinario vigilar que no se expongan a la veneración pública imágenes indignas, que induzcan a error o a prácticas supersticiosas.









Artículo enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente:

Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Ciudad del vaticano, 2002

viernes, 24 de enero de 2020

DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS: «OPORTUNIDAD PASTORAL PARA REVITALIZAR LA PROCLAMACIÓN CRISTIANA»




La institución del «Domingo de la Palabra de Dios» por parte del Papa Francisco, en el tercer Domingo del Tiempo Ordinario, supone una «oportunidad pastoral para revitalizar la proclamación cristiana en esta difícil coyuntura histórica»,

Esto supone un «signo unitario para hacer emerger aún más la fuerza de la Palabra de Dios para la comunidad, pero también la responsabilidad que la comunidad siente a través de una acción auténticamente evangelizadora».

«La gran mayoría de nuestros cristianos no conocen la Sagrada Escritura», advierte el Prefecto para la Nueva Evangelización. «La Biblia es el libro más difundido, pero también es quizás el más polvoriento porque no está en nuestras manos». El Papa «nos invita a tenerla en nuestras manos todos los días, en la medida de lo posible, para hacerla nuestra oración».

La capacidad de escuchar la Palabra «nos hace más sensibles a las situaciones más difíciles y extremas de la vida, las que ahora se denominan ‘periferias existenciales’ de las que somos testigos diariamente. Por ello, El Papa recuerda enormemente la dimensión de la caridad «porque cuando escuchamos la Palabra de Dios nos volvemos más atentos, vigilantes y sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más marginados».

Cómo surge la jornada

Esta nueva jornada litúrgica nace porque el Papa recibió muchas peticiones de pastores y laicos después del Jubileo de la Misericordia, explica el prelado italiano. «En aquella época, en su Carta Apostólica Misericordia et Misera, al final del Año Santo extraordinario, mencionaba que en las iglesias, según su propia creatividad se diera vida a un domingo en el que la Palabra de Dios se situaba en el centro de la vida de la comunidad cristiana», describe.

Aunque cada domingo celebramos el sacrificio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús, y por lo tanto, «la acción litúrgica con la celebración de la Eucaristía se convierte en el culmen de la vida cristiana», en el domingo de la Palabra de Dios, en toda la Iglesia, en todas las comunidades cristianas, «la Palabra puede ser proclamada con mayor solemnidad, una reflexión especial acompañada de signos más visibles sobre la importancia que esta Palabra tiene para la Iglesia».

El Papa eligió celebrar este domingo el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, cuando todas las lecturas proclamadas en el Evangelio presentan la figura de Jesús como heraldo del Reino de Dios, indica. «No es casualidad que Francisco recuerde la parábola del rico y del pobre Lázaro».







Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
Palabras de Mons. Fisichella
zenit.org

miércoles, 15 de enero de 2020

EL CONTEO DE NAZARENOS




Durante los últimos años, y debido al cada vez más numeroso cuerpo de nazarenos que tienen muchas cofradías,




los Consejos Generales de Hermandades y Cofradías ha encargado a una empresa que cuente uno a todo todos los integrantes de cada uno de los cortejos (nazarenos, músicos, etc).



La idea busca que los datos, una vez analizados, arrojen algo de luz y muestren las principales y líneas de trabajo para intentar mejorar los tiempos de paso de cada una de ellas por la carrera oficial.





Este conteo también se ha hecho después de que las hermandades no alcanzaran acuerdos entre ellas para lograr el mismo fin, mejorar los tiempos de paso,




que los cortejos no se vuelvan tediosos y, algo que es muy importante, evitar los clásicos parones que sufran muchas hermandades por el retraso de otras.



Estos parones, además de deslucir notablemente la procesión, suponen un fuerte castigo al cuerpo de nazarenos, que ya sufre por sí mismo al realizar simplemente la estación de penitencia.




Para evitar estas desagradables situaciones, cuyos debates e intentar de solución pueden prolongarse a veces a lo largo de todo un año,




 ya desde hace tiempo muchas cofradías pasan por la carrera oficial con los nazarenos de tres en tres.





Empero, esta medida, aunque ha tenido efectivos positivos no resulta ya del todo suficiente y ha sido necesario recurrir a otros métodos, como el conteo del Consejo de Cofradías.





Artículo enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente:

elcorreoweb.es

sábado, 11 de enero de 2020

BAUTISMO DEL SEÑOR: LAS QUINCE GRACIAS QUE RECIBISTE EL DÍA DE TU BAUTISMO






Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es dedicado a celebrar el bautismo de Cristo, este año se celebra el domingo 12 de enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al tiempo durante el año, llamado también tiempo ordinario.

Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:

Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:

El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace "partícipes de la naturaleza divina”

"No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia..." trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan destaca la infinita distancia entre él y Jesús...

¿Porqué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [es una escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa]...

Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el "modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia... Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente...

Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy "especial": ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:

El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una nueva humanidad, divinizada.

En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no "presenta" a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi Hijo...”): Cristo nos representa a todos, que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre... Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO...

"Éste es mi Hijo" (Evang.)... "Éste es el servidor sufriente" (Iª lect.)...
Sigamos a Cristo por la Cruz a la Luz.

Agradece abundantemente a Dios por todo esto que se te ha regalado




Enseguida te presento un breve recordatorio enumerado, de todas las Gracias que han fluido en ti y te han sido entregadas desde el día de tu bautismo. Contiene también caminos prácticos que pueden activar todas estas Gracias.

Recuerda tu fecha de bautismo y agradece abundantemente a Dios por todo esto que se te ha regalado:

1) Ser hijo de Dios Padre.

Reza el Padrenuestro pensando en su profundo significado. Reconócete con este parentesco. A través del bautismo tú eres un verdadero hijo de Dios.

2) Ser hermano de Jesucristo.

Conoce, ama y sigue a Jesús todo el tiempo. ¿Cuál “nombre” con los que se le ha llamado a Jesús, te atrae más?

3) Ser amigo del Espíritu Santo.

Él es tu más íntimo y constante amigo. ¿Cuál nombre que se le ha dado, te atrae más?

4) La Fe.

Haz crecer tu fe estudiando aún más. Ten sed de conocer tu fe, cada vez más y más.

5) La Esperanza.

En este año de la Divina Misericordia, lee el diario de Santa Faustina y ¡Confía en Dios! Durante las pruebas, cree en Dios aún más. Di: “JESÚS, EN TI CONFÍO”

6) La Caridad.

Esfuérzate por amar a Dios desde una oración más profunda, pero a la vez, a través del amor a tu prójimo. Contempla a Jesús colgado en la Cruz por amor a ti y por amor a mí.

7) La Justicia.

Aprende a ser justo contigo mismo y con los demás. Según Santo Tomás de Aquino “La justicia es dar a cada uno su parte”.

8) La Templanza.

Ofrece a tu cuerpo una alimentación correcta, el necesario descanso y el ejercicio adecuado. Aprende que la virtud descansa entre estos dos extremos (Aquino y Aristóteles)

9) La Prudencia.

Aprende y aplica los tres pasos para realizar una obra o tomar una decisión con cautela: 1) Piensa, 2) Decide y 3) Actúa. Permite que esta virtud se perfeccione a través del Don del Consejo. Ora por el gran poder de tomar buenas decisiones basadas en la fe y en la razón. Lee la encíclica “Fides Ratio” (La Fe y la Razón) de San Juan Pablo II.

10) La Fortaleza.

Soporta pacientemente las cosas malas que Dios permite entrar en tu vida en imitación a Cristo, por tu propia perfección, así como por la salvación de las almas. Pide la intercesión de los mártires, ellos son brillantes ejemplos de la paciencia en el sufrimiento.

11) La Gracia Santificante.

¡Permite que la Gracia de Dios permee toda tu vida! Pídelo a la “Llena de Gracia”, Nuestra Señora. Ábrete a las inspiraciones celestiales de Dios.

12) Te hace miembro de la Iglesia.

En este momento estás unido al cuerpo místico de Cristo. Diles a los demás que amar a Cristo es amar a la Iglesia, que es su cuerpo místico.

13) El Exorcismo.

Renuncia a Satanás y a todas sus obras en todo momento. Ora a San Miguel, San José y también a San Benito.

14) Ser una vela ardiente.

Sé una luz para el mundo, esto significa dar un buen ejemplo. El lema del Movimiento Cristiano: "Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad".

15) El Cielo.

Reconoce que a través del bautismo estás llamado a ser seguidor de Cristo, lo que significa llegar a ser un santo. El final del viaje de todos los santos es el cielo. Alégrate que tu nombre se encuentra escrito en el cielo, en el Libro de la Vida. Vive entonces de acuerdo con esta dignidad. ¡Conviértete en un santo!


Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuentes:
Catholic.net
Catholic Exchange
PildorasDeFe

martes, 7 de enero de 2020

¿CUÁNDO HAY QUE QUITAR EL BELÉN? LOS MOTIVOS PARA DEJARLO HASTA EL 12 DE ENERO O EL 2 DE FEBRERO




Pese a que las vacaciones hayan acabado, el tiempo navideño no termina con la Epifanía
La rutina se ha instaurado al fin aliviando los cuerpos y los bolsillos. Tras un periodo de fiestas que casi se prolonga por un mes, este 7 de enero se acaban las vacaciones escolares, los viajes y las comidas especiales y se abre un tiempo de verdadero descanso. No sin antes acometer una serie de tareas que recuerdan al periodo navideño: devolver o descambiar los regalos de Reyes y retirar la decoración propia de estas fechas. Pero, si nos afanamos en montar el belén y poner el árbol de Navidad coincidiendo con el puente de la Inmaculada, ¿hasta cuándo deberían adornar nuestros hogares?

Pues existen dos posibilidades (en realidad tantas como el nivel de hartazgo permita), dependiendo de si seguimos a rajatabla el calendario cristiano o, en otra visión más purista, lo extendemos hasta la Candelaria.

Cabe recordar que, según el tiempo litúrgico, la Navidad comienza en Nochebuena y continúa hasta el domingo siguiente a la Epifanía, en que se celebra la fiesta del Bautismo de Cristo y comienzo de la vida pública. Esto es, para la Iglesia Católica, el tiempo ordinario no arrancará este año hasta el próximo lunes 13 de enero. Será entonces cuando en el Vaticano se desmonte el belén y se apague el árbol de la plaza de San Pedro que fueron inaugurados el pasado 6 de diciembre.

Días antes, coincidiendo con el inicio del Adviento, el Papa Francisco firmó su carta apostólica «Admirabile signum» sobre el significado y el valor del Portal de Belén, y lo hizo en las grutas de Greccio (centro), donde se cree que san Francisco de Asís inició esta tradición en el año 1223.

En su documento, el pontífice animaba a seguir poniendo el Portal de Belén en casas y en espacios públicos como plazas, escuelas, hospitales o cárceles, y a revalorizarlo allí donde haya caído en desuso.

Así lo entiende las Asociaciones de Belenistas, que fija la fecha oficial para la retirada del Nacimiento a partir del día 2 de febrero, día en que se celebra la Candelaria o fiesta de la Purificación de la Virgen.

No obstante, dichas Asociaciones propone otras alternativas. Los belenes populares, en los que se incluyen elementos naturales como el corcho o el musgo, suelen quitarse a lo largo de del mes de enero. «Todo depende también de la superficie ocupada, de la logística y necesidades de cada casa».

Ahora bien, en el caso de los belenes artísticos, las asociaciones promueven su mantenimiento hasta la Calendaría e, incluso, dejarlo durante todo el año. «Hay quien lo deja hasta que empieza a montar el belén de la Navidad siguiente, allá por el mes de mayo o junio», resalta Arias.

Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
sevilla.abc.es

CARTA DE UN CAPATAZ A LOS REYES MAGOS


A Sus Majestades los Reyes de Oriente:


Cuando vuestra última carroza se pierda en la noche y repartáis regalos entre niños y mayores, me gustaría que, por favor, dejéis también algunas cosas que, creo, son imprescindibles para poder llevar a cabo la labor de hacer caminar por las calles al Dios que ahora adoráis y que viene a ser nuestro Jesús de Pasión:
PAZ, ante todo y sobre todo, para el corazón costalero.
HERMANDAD, pues los hermanos se comprenden, se apoyan y se quieren aunque fueran miles sus diferencias.
ALEGRÍA, para disfrutar cada ensayo, cada paso que poquito a poquito se vaya dando.
FUERZA, en el cuerpo y en el alma. Para llevar al Rey del Cielo a su Reino con cada levantá. Para volar durante horas sin venirse abajo ni un momento.
UNIÓN, porque tan solo unidos podremos llegar tan lejos como los pies se propongan y el corazón aliente.
PACIENCIA, con aquellas cosas que todavía tengo que aprender.

PERDÓN, para los errores que cometa.
Y VOZ... Voz para transmitir a mi familia costalera lo mucho que ansío llegar a esa igualá. Voz para motivar y animar cada chicotá que van a dar. Voz para que, si fuera posible, con mi propia voz pudiera cargar yo sus mismos kilos. Voz que no se quiebre del todo cuando la emoción me quiera dejar mudo... Voz para guiar su camino hasta la misma Gloria de Quien llevan sobre sí, como la estrella guió un día vuestra senda.
Sin más, gracias de antemano porque vuestro paso en enero es ya el adelanto de que viene un Rey, con tan buena gente debajo Suya, que con sólo caminar, hacen y harán Magia.


Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.