viernes, 29 de marzo de 2019

Y PARA QUÉ SIRVE UN PREGÓN DE SEMANA SANTA







Sí: para qué sirve dar un pregón de Semana Santa, si siempre se dice más o menos lo mismo. Si ya sabemos de lo que se va a hablar. En este mes a lo largo y ancho de la Archidiócesis tendrán lugar numerosos pregones. 


Unos con más calidad literaria, otros con menos. Unos con más tradición, otros recién creados. Unos con más identidad cristiana y compromiso eclesial, otros con menos. ¿De verdad hacen falta tantos pregones?




Aunque algunos digan que es pecar de optimismos, es positivo e importante que tantas personas, en distintos lugares, nos hablen de los misterios de la Pasión a través de lo que significan las hermandades. En muchos de esos casos, las propias hermandades intentan escoger para su pregón a hombres y mujeres que nos hablen de la Semana Santa desde su vivencia personal. 


Sólo por eso, cada pregón es distinto. Cada uno de ellos es una experiencia, una vida, una emoción, relacionada con las cofradías y con el Señor y la Virgen Santísima.




Decimos que necesitamos heraldos que nos den testimonio de por qué han puesto su confianza en Jesucristo, plasmada en la devoción a una imagen. Es cierto que la piedad popular necesita constantemente ser revisada y purificada, como a las demás formas de acercarse a Dios nuestro Señor (también necesita constante revisión y purificación la teología). 


Pero en un pregón sincero, nacido de un alma creyente que sienta con y para la Iglesia, encontramos la sencilla inmediatez de una confesión a corazón abierto, como lo muestra la pasión que pone un pregonero al declamar sus palabras, pasión que pone también quien quiere escucharle.




¿Para qué sirve un Pregón de Semana Santa?

Pues para escuchar a alguien hablar de su fe. Aunque nos suene a lo de siempre, cada pregón será una confesión nueva. La fe es siempre la misma, que para eso Cristo la dejó depositada en manos de Pedro y los demás apóstoles, para que la custodiara hasta el fin de los tiempos. Siempre la misma fe, siempre el mismo pregón, pero voces y vivencias diferentes. Eso sí, no habrá pregón como tal y que, por tanto, deba llevar ese nombre, que no tenga presente esa dimensión fundamental de la fe. Pueden que se tenga una buena pieza literaria, pero no será un pregón de Semana Santa. 



El reconocimiento a todos los que se atreven a ponerse delante de un micrófono, y antes han estado semanas y semanas buscando palabras bellas y adecuadas para intentar contar lo que muchas veces no se puede describir porque pertenece a la esfera de los espiritual y de los sentimientos. Pregoneros de tantos pueblos de nuestra Archidiócesis que, cualidades como escritores u oradores aparte, han puesto la sinceridad de su fe (y en muchas ocasiones, la intimidad de su historia personal forjada desde la configuración con la cruz del Señor) a disposición de los que les escuchaban.




Así pues, por casi todos los rincones de nuestra Archidiócesis ya ha quedado pregonada la Semana Santa. Ahora no la desaprovechemos. No nos referimos, claro está, sólo a contemplar nuestras admirables cofradías. Nos referimos a vivir el Triduo Pascual, participando de la Misa de la Cena del Señor en el Jueves Santo, Día del Amor Fraterno. Y de la Celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo. Pero sobre todo, a la Vigilia Pascual. Si no tomamos parte en la Pascua de Resurrección, por muchos bellos pregones de Semana Santa que hagamos o escuchemos, vana será nuestra fe.



 Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuentes: Marcelino Manzano.

www.archisevilla.org

miércoles, 27 de marzo de 2019

Historia y Patrimonio de las Cofradías


Una historia de fe: culto público y fraternidad
Nuestra cofradía se ha dedicado a promover el culto público procesional, que debe ser siempre el fruto externo de una profunda vida interior.
Los cofrades deben de saber, que muchas de las personas que ven nuestra Estación de Penitencia en la calle, apenas tienen otra experiencia religiosa y otro contacto con la Iglesia. Esto aumenta nuestra responsabilidad.


(Cristo y la Virgen María no están en las luces, ni en las flores, ni en los bordados, sino en el esplendor de la fe, de la piedad, y la caridad de los cofrades) .


Al cofrade de hoy, se le pide una coherencia entre fe y vida, entre actos externos y espiritualidad interior. Esta es la fuerza que mantienen viva la historia cofrade.

Un rico patrimonio espiritual y material
El cofrade debe de conocer su historia y patrimonio, tiene que ser una persona formada al servicio de su hermandad.


Los objetos y las formas, tan ricas en nuestra Estación de Penitencia, alcanza su pleno sentido, al servicio de la evangelización, son instrumentos para interpelar a quienes, creyentes o no, las contemplan.




La procesión, cuando se hace con devoción, buenas obras y oración deben de ser una llamada de fe, para los que nos observan.



El rico patrimonio de las personas
La mayor riqueza de una hermandad la constituyen sus hermanos.



La seriedad con el compromiso cofrade será el primer rasgo que los defina, la sana convivencia crea hermandad.


Otro rasgo será su colaboración con la cofradía, lo que le obliga a participar en las actividades que realice ésta.


La Junta de Gobierno
En ella es donde recaerá la mayor parte de servicio y dedicación a la cofradía, por ello las personas elegidas deben de servir de estimulo para los demás cofrades, siendo importantes colaboradores de la iglesia.




Un patrimonio material: custodiar una herencia


- Los Estatutos. Son las reglas que van a regular los aspectos esenciales de las mismas: fines, derechos y deberes de los hermanos, indican la dinámica y los actos de elecciones de cargos, cultos, sociales, etc. Es obligación de los hermanos el conocer y el difundir los estatutos.



- Libro de Actas. Es importante el llevar un buen libro de actas, en el que recoger los aspectos más relevantes llevados a cabo del año, palabras del Hermano Mayor, junta de gobierno, listado de hermano, actos litúrgicos, culturales, sociales, obras sociales y todo aquello que sea digno de resaltar.



- La Imagen. Es el símbolo por excelencia del cofrade, infunde fervor religioso, devoción, emoción y posee la mayor función pedagógico-evangélica.


A través de la Imagen se establece el misterioso diálogo entre la persona y Dios.


 Los hermanos deben de fomentar la devoción de sus sagrados titulares, así como cuidar en todo momento sus valores estéticos, sus indumentarias sus altares, capillas, ornamentos, etc.


- El Trono. Es el lugar en el que se procesiona la Imagen, hay que cuidarlo y dotarlo de una calidad artística digna.


- La vestimenta cofrade. Es la muestra más evidente de la fraternidad que debe de reinar en la cofradía. 


El capirote o faraona permiten al nazareno ir en el anonimato más profundo, sin protagonismo de ninguna clase, solamente ir rezando o en continua conversación con sus sagrados titulares.



- La insignia. Es el signo que identifica a la cofradía, a través de sus elementos se conoce su advocación o historia. 




Todo hermano debe de conocer su significado.



- La Estación de Penitencia. Es el acto central, es necesario cuidarlo con esmero, hay que potenciarla así como el resto de actos a lo largo del año.






Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales





Fuente: http://www.pobreyesperanza.com/archicofradia-formacion.html

martes, 26 de marzo de 2019

¿QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE UNA COFRADÍA?





Dentro de la Iglesia, una cofradía es una asociación de fieles o bautizados, unidos para hacer el bien y ayudarse en su vida cristiana.

Según el CDC (cc. 298-329) las asociaciones de fieles buscan: - el fomento de una vida más perfecta; - la promoción del culto público; - la promoción de la doctrina cristiana; - las obras de apostolado y de caridad; - la transformación de la sociedad.

Una asociación de fieles trata de llevar a cabo la misión de la Iglesia: comunión, evangelización, celebración y compromiso.

La tipología puede ser: - Pía unión: para obras de caridad o piedad. - Hermandad: una pía unión organizada como comunidad orgánica. - Cofradía: hermandad para el culto divino y para obras de caridad.



En una cofradía, se hace realidad que fe y obras van unidos ("a Dios rogando y con mazo dando"); Culto y compromiso unidos; y el claro protagonismo de los fieles laicos.

Titularía la misión de una cofradía hoy: "Evangelizar desde la memoria para la esperanza".

Las cofradías, tradicionalmente, se han centrado en estos campos: - misterios de misión y muerte del Señor; - devociones sacramentales; - piedad mariana; -culto a los difuntos.



¿Qué se pide hoy de una cofradía?

Una cofradía es la religión, con sabor a pueblo. - Su fin: culto y apostolado, unidos. -Su identidad: cristiana y eclesial. - Sirven: para ayudar a vivir la fe (no puntualmente, sino permanentemente); son modelos de referencia para la comunidad y, por lo mismo evangelizadoras; conservan tradiciones abriéndolas al futuro. - Peligros que se pueden detectar: desentendimiento general ("sólo compromete el pago de la cuota anual); mucho culto y poco compromiso social o coherencia de vida; mucha veneración de las "imágenes estáticas" y poco compromiso con las imágenes vivientes (hombres); mucha importancia a la pasión-muerte del Señor y poco a la resurrección y al sacramento vivo de la Eucaristía.



Se pide a las cofradías, fomentarlas, no quitarlas, pero desde un discernimiento, sin confundir continente y contenido. - Formar a los cofrades. - Compromiso doble: cultual y apostolado. - Potenciar una espiritualidad de solidaridad: Cristo sufriente sigue vivo en los sufrientes de hoy. - No perder el sentido cristiano de una Cofradía, dejándose manipular por otros intereses (económicos, folklóricos, turísticos, etc.). - Que tenga actividades y continuidad durante todo el año.



Algunas formas de construir y revitalizar una cofradía.
Saber que una cofradía tiene los mismos fines que la Iglesia: mostrar el amor de Dios a los hombres, en Jesucristo, y lograr la santidad de todos sus miembros.
Las formas de una cofradía deben ser sinceras, dignas y sencillas.
El amor al prójimo debe ser concreto y real, y no fingido o superficial. Y con gestos concretos, que partan de la misma Cofradía o que apoyen otras iniciativas.
La cofradía debe ayudarnos, en resumen, a renovar nuestro compromiso de cristianos.
Establecer entre todos, los medios adecuados para la formación de los miembros de la Hermandad.
Cumplir con fidelidad los estatutos, en cuanto a sus cargos, funciones y tareas, sabiendo que las leyes marcan los mínimos imprescindibles y el Evangelio los máximos hacia los que se ha de tender: hemos de trabajar desde las normas hacia el Espíritu con ilusionado tesón.
Hacer que la Cofradía sea un ámbito de participación creativa y comunitaria, sin protagonismos individualistas, para la búsqueda de objetivos comunes que ilusionen a todos, no sólo en el esplendor externo, sino, sobre todo, en la fecunda organización de la "trastienda", que no se ve pero que es mucho más importante.
Poner tanto amor, tanto cariño y tanto tesón que las dificultades no puedan ocultar la luz del amor a Cristo y a María, en el servicio al prójimo más necesitado y en los lazos de la amistad cofrade. Si el orgullo impide la amistad y los gastos suntuarios la solidaridad, entonces no hay Hermandad o Cofradía posible por mucho que así se las llame o tengan siglos de antigüedad.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales

viernes, 22 de marzo de 2019

LAS 4 MANERAS DE GANAR INDULGENCIA PLENARIA CADA DÍA EN CUARESMA






No muchos saben que cada día del tiempo de Cuaresma, en que los católicos nos preparamos para vivir la Semana Santa y celebrar la Pascua, es una oportunidad de ganar una indulgencia plenaria.

El Catecismo de la Iglesia Católica explica que la indulgencia “es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.

Las indulgencias, que pueden ser parciales o plenarias, pueden obtenerse para uno mismo o para el alma de un difunto. No se puede ganar una para otra persona viva.

En la Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina, San Pablo VI aseguró que “cuando los fieles ganan las indulgencias en sufragio de los difuntos, realizan la caridad de la forma más eximia, y al pensar en las cosas sobrenaturales trabajan con más rectitud en las cosas de la tierra”.

Cabe recordar que solo se puede ganar una indulgencia plenaria por día.


La primera forma de ganar una indulgencia plenaria es seguir el camino del Vía Crucis.

Aquí recordamos y meditamos la Pasión y la Muerte de nuestro Señor.

Participar del Vía Crucis junto con las tres condiciones para obtener la indulgencia,  puede llevarnos a ganarla todos los días.

En el caso de aquellos que no pudieran hacerlo físicamente, el Manual de Indulgencias de la Santa Sede indica que "los impedidos legítimamente pueden adquirir la misma indulgencia, si pasan algún tiempo, por ejemplo, al menos un cuarto de hora, leyendo y meditando sobre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo".

También dice que "de acuerdo con la costumbre común, el ejercicio piadoso consiste en 14 lecturas devocionales, a las que se agregan algunas oraciones vocales. Para hacer el Camino de la Cruz, sin embargo, es suficiente meditar con devoción la Pasión y Muerte del Señor, y por lo tanto, la reflexión sobre los misterios particulares de las estaciones individuales no es necesaria”.


La segunda forma de ganar una indulgencia plenaria es a través del rezo del Rosario.

Para ganar la indulgencia debemos rezarlo con devoción en una iglesia, oratorio, en familia, en una comunidad religiosa o en una asociación de fieles, y en general, “cuando varios de los fieles se reúnen con algún propósito honesto”, menciona el manual. Recordemos que rezar el rosario en familia bendice en gran medida y es una práctica hermosa para este tiempo litúrgico.


La tercera forma es la Adoración Eucarística por al menos media hora.

La adoración de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero es nuestra respuesta al amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, así como el reconocimiento de nuestras debilidades frente a Él.


La cuarta forma es leer o escuchar las Sagradas Escrituras durante al menos media hora.

Para ganar la indulgencia plenaria hay que cumplir además tres condiciones: confesión de los pecados, recibir la Sagrada Comunión y orar por las intenciones del Papa. Esta oración, indica el Vaticano, “queda a elección de los fieles, pero se sugiere un ‘Padrenuestro’ y un ‘Avemaría’”.


El Vaticano precisa además que “es conveniente, pero no necesario, que la confesión sacramental, y especialmente la sagrada Comunión y la oración por las intenciones del Papa, se hagan el mismo día en que se realiza la obra indulgenciada; pero es suficiente que estos sagrados ritos y oraciones se realicen dentro de algunos días (unos veinte) antes o después del acto indulgenciado”.

“Para varias indulgencias plenarias basta una confesión sacramental, pero para cada indulgencia plenaria se requiere una distinta Sagrada Comunión y una distinta oración según la mente del Santo Padre”, añade.




Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales

Fuente: aciprensa