jueves, 24 de octubre de 2019

HERMANDADES Y COFRADÍAS, IDENTIDAD Y MISIÓN.





El espíritu santo es el alma de la Iglesia. Gracias a su acción podemos decir que Jesús es el Señor. Y nos inspira buenos propósitos de mejorar. El espíritu santo tiene una importancia enorme en nuestra vida, aunque sean pocas las veces que acudimos a él. El espíritu santo debe ocupar el lugar que le corresponde en nuestra vida cristiana, añadiendo que el espíritu santo sea espíritu de verdad y de unidad. Los cofrades no pueden ser cristianos del montón, sino cofrades santificados, comprometidos y personas orantes. Los cofrades deben tener corazón de apóstol.




Las hermandades son una realidad importante que no podemos despreciar. Son la plataforma indispensable para seguir construyendo la Iglesia, hay un peligro, que es la secularización, que arrincona lo religioso como algo del pasado. Si las hermandades fueran algo periférico, no estaríamos aquí. Las hermandades tienen que ser camino de encuentro con el Señor, instrumentos para ese encuentro. Son escuelas de vida cristiana y de santidad. El que se ponga enfrente o dé la espalda a las hermandades es un insensato.




Al igual que la Iglesia, las cofradías deben estar en un constante proceso de conversión y reforma, donde los directores espirituales tienen un gran papel. La primera obligación de una hermandad es cultivar la formación de sus miembros. Las hermandades deberían convocaran a sus hermanos a un retiro espiritual, a una charla de formación, a un encuentro de oración... Tenémos que cultivar el apostolado, por eso existen las corporaciones. La evangelización les urge a todos, especialmente a ustedes los cofrades. El mejor tesoro de nuestra vida es el Señor y debemos anunciarlo. Las cofradías no son islas que caminan por libre desconectadas de la Iglesia y la parroquia, ya que deben buscar la comunión con la parroquia y con otras hermandades.




Los diputados y vocales de caridad que no se duerman; los pobres siguen estando ahí. Juan Pablo II dejó escrito el servicio a los últimos, los pobres. Del mismo, es necesario una mayor implicación en la vida eclesiástica. Debemos apoyar la evangelización catequética. Es importante la presencia de los cofrades en los santos oficios, siendo el más importante el triduo pascual.



No se dejen mover por ver quién es el mejor o el que más hace respecto a otras hermandades. Pocas cosas, pero con el corazón.



Un cofrade reza, acude a la eucaristía y en su vida profesa con fe su creencia. El hermano mayor debe ser el primer servidor de la hermandad y el presidente del Consejo el primer servidor del Consejo, Cuiden a los jóvenes cofrades.




Hay que cuidarlos y formarlos porque se impone una formación profunda, tanto como descubrir el apostolado y la Iglesia.




Cuiden al director espiritual; a veces hay juntas que utilizan al director espiritual como un florero. Le deben dar su lugar en la vida de la hermandad porque no es una figura prescindible.




Igualmente exíjanle que se implique en la vida de la hermandad, La misión del obispo es estar cerca de las hermandades, cuidarlas y protegerlas. Debe corregir con cariño, prudencia y mesura. No hacerlo sería una cobardía.




Se ha desgranado muy bien lo que deben ser los cofrades. Resumiendo, podríamos quedarnos con la palabra unidad y con la realidad de que son asociaciones de la Iglesia.




Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente: Texto de la conferencia inaugural del curso cofrade del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Cádiz por Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla. (La Voz Cádiz).

https://www.lavozdigital.es/andalucia/cadiz/semana-santa/lvdi-asenjo-cofrades-no-pueden-cristianos-monton-201910101153_noticia.html


sábado, 12 de octubre de 2019

HIMNO A LA VIRGEN DEL PILAR



Compuesto en 1908 con letra del sacerdote aragonés Florencio Jardiel Dobato (1844-1931) y música del compositor catalán Joan Baptista Lambert i Caminal (1884-1945).



Virgen Santa, Madre mía.
Luz hermosa, claro día.
Que la tierra aragonesa
Te dignaste visitar,
Este pueblo que te adora,
De tu amor favor implora,
Y te aclama y te bendice
Abrazado a tu Pilar.



Pilar sagrado
Faro esplendente,
Rico presente
De caridad,
Pilar bendito
Trono de gloria.
Tú a la victoria
Nos llevarás.
Cantad, cantad
Himnos de honor y alabanza
A la Virgen del Pilar.



Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente: Popular.



martes, 1 de octubre de 2019

LA DEVOCIÓN DE SAN JUAN PABLO II POR EL REZO DEL SANTO ROSARIO





La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María.


 ¿Qué dijo San Juan Pablo II sobre el Santo Rosario? 


En este mes de octubre, todos los católicos del mundo nos unimos en especial devoción por el rezo del Santo Rosario, una oración mariana que eleva a Dios nuestras más humildes peticiones a través de nuestra amada María.


Uno de nuestros queridos Papas, San Juan Pablo II, en sus alocuciones, habló mucho sobre el rezo del Santo Rosario y de cómo este podía ayudarnos a estar unidos como un solo Pueblo.


A continuación, una reflexión realizada por el Papa San Juan Pablo II, durante el rezo del Ángelus efectuada el 2 de octubre de 1983:


El Rosario y San Juan Pablo II


Consagrado por tradición al Santo Rosario, quiero dedicar la alocución del Angelus a hablar de esta plegaria tan entrañable al corazón de los católicos, tan amada por mí y tan recomendada por los Papas predecesores míos.


En este Año Santo extraordinario de la Redención, también el Rosario adquiere perspectivas nuevas y se llena de intenciones más fuertes y más amplias que en el pasado.


¿Qué podemos pedir del Rosario?


Hoy no se trata de pedir grandes victorias. como en Lepanto y Viena, sino que, más bien, se trata de pedir a María que nos haga valerosos combatientes contra el espíritu del error y del mal, con las armas del Evangelio, que son la cruz y la Palabra de Dios.


La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre:


El Santo Rosario es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María, Madre e imagen de la Iglesia: oración en favor de todos los hombres del mundo y de la historia, vivos o difuntos, llamados a formar con nosotros Cuerpo de Cristo y a ser, con El, coherederos de la gloria del Padre.


Al considerar las orientaciones espirituales que sugiere el Rosario, oración sencilla y evangélica (cf. Marialis cultus, 46), volvemos a encontrar las intenciones que San Cipriano señalaba en el Padre nuestro. Escribía él:


"El Señor, maestro de paz y de unidad, no quiso que orásemos individualmente y solos.

Efectivamente, no decimos: "Padre mío, que estás en los cielos", ni "Dame mi pan de cada día".

Nuestra oración es por todos; de manera que, cuando rezamos, no lo hacemos por uno solo, sino por todo el pueblo, ya que con todo el pueblo somos una sola cosa" (De dominica oratione, 8).


El Santo Rosario se dirige a quien es la expresión más alta de la humanidad en oración, modelo de la Iglesia orante y que suplica, en Cristo, la misericordia del Padre.


La intercesión de María


Lo mismo que Cristo vive siempre para interceder por nosotros, también María continúa en el cielo su misión de Madre y se hace voz de cada hombre y en favor de cada hombre, hasta la consumación perfecta del número de los elegidos (cf. Lumen gentium, 62).


Al rezarle a María le suplicamos que nos asista durante todo el tiempo de nuestra vida presente y, sobre todo, en el momento decisivo para nuestro destino eterno, que será la hora de nuestra muerte.

El Rosario es oración que indica la perspectiva del reino de Dios y orienta a los hombres para recibir los frutos de la redención.


En este mes de octubre dedicado tradicionalmente al Santo Rosario, quiero recordar a todos que ésta es una oración del hombre para el hombre; es la oración de la solidaridad humana que refleja el espíritu de María, madre e imagen de la Iglesia.

El Rosario se dirige a Aquella (María) que es la expresión más alta de la humanidad. San Juan Pablo II, Ángelus del 2 de Octubre de 1983.


Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales


Fuente: pildorasdefe.net