24 de octubre de 2016 - Alejandra María Sosa Elízaga
Como cristianos, estamos llamados a celebrar el bien y lo bueno, así que vale la pena hacer un verdadero esfuerzo por recuperar el espacio perdido.
Como cada año por estas fechas, comercios y calles se inundan de diablos, fantasmas, monstruos, calacas, y demás parafernalia del ‘Halloween’, mucha gente lo toma como algo normal e incluso divertido, pero pensándolo bien, desde el punto de vista cristiano, ¿qué tiene de divertido disfrazar a los niños o decorar la casa con personajes que representan el mal, la tiniebla, lo opuesto a Aquél que es la Luz del mundo, enemigos del Señor en quien creemos?