domingo, 7 de junio de 2020

LA MEDICINA DE LAS CUADRILLAS: COSTALEROS Y CORONAVIRUS





En esta nueva realidad social que evita el acercamiento de las personas, hasta que llegue el remedio eficaz contra el Covid-19 no parece que reunir a 30 o a 40 costaleros bajo las trabajaderas en un espacio de unos 12 metros cuadrados sea lo más recomendable. Esta es la opinión de tres capataces sanitarios

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Desde que el miércoles 1 de marzo la hermandad de Los Estudiantes (Sevilla) suspendiera el ensayo previsto, los martillos de los pasos han estado tan mudos como las estatuas. Ni mudás, ni desarmás, ni retranqueos… Los llamadores no han sonado ni antes, ni durante, ni después; y lo más preocupante es que no se sabe hasta cuándo no van a poder levantar un paso.  En esta nueva realidad social que evita el acercamiento de las personas, hasta que llegue el remedio eficaz contra el Covid-19 no parece que reunir a 30 o a 40 costaleros bajo las trabajaderas en un espacio de unos 12 metros cuadrados sea lo más recomendable.

 

¿Hasta cuando no habrá procesiones? Y cuando las haya ¿en qué condiciones van a poder meterse los integrantes de una cuadrilla? ¿Volverán las ruedas? Tres de los capataces de Sevilla son sanitarios y nadie mejor que ellos para arrojar algo de luz a la incertidumbre.   “Son temas de difícil respuesta – indica José María Rojas Marcos, capataz de la Macarena y del Amor y médico especialista en urgencias-. Para opinar con mejor criterio habrá que tener en cuenta la situación epidemiológica del momento en que se vayan a iniciar los ensayos. Y hay que tener en cuenta que entre los costaleros es imposible mantener el distanciamiento, y que además realizan un esfuerzo físico que requiere una dinámica respiratoria forzada, algo que favorece la propagación de la enfermedad, al ser la vía respiratoria la principal vía de transmisión.” El punto de partida por tanto es complicado aunque Antonio Santiago, uno de los capataces que más cofradías saca en Sevilla y también médico cree que no son las cuadrillas lo más complejo de controlar: “Establecer un control a una cuadrilla de costaleros o incluso a todo un cortejo de una cofradía sería posible – dice Santiago-  porque hablamos de un número determinado de personas. El problema principal a mi juicio es como controlar el público que asiste a ver un cortejo procesional. Tenemos la experiencia de algunas calles que son aforadas en el centro de la ciudad en estos últimos años, pero ahora hablamos de conocer sanitariamente a una población amplísima o aforar a toda una ciudad con lo que se me antoja una tarea del todo imposible.”

 

Manuel Vizcaya, nuevo capataz del palio de Montesión

 

Manuel Vizcaya, médico estomatólogo, espera que en los próximos meses la investigación y la ciencia den respuesta con tratamientos antivirales o vacunas.  Pero considera que para que una cuadrilla comience a ensayar sus miembros deben ser sometidos a test PCR “para conocer qué componentes están inmunizados ante el virus, cuales no han estado en contacto con él, y en caso de habar algún positivo ponerlo en conocimiento de las autoridades sanitarias para su tratamiento y posible aislamiento.  A esos costaleros que no han estado en contacto con dicho virus habría que repetirle los test  15 días antes de la Semana Santa, para descartar que no se hubieran contagiado en el transcurso de la cuaresma. De esta forma tendríamos todos un pasaporte sanitario con el que minimizaríamos el riesgo de contagio. Estas serían las dos únicas condiciones para que  una cuadrilla se meta bajo de un paso.” En esto de los test coinciden Santiago y Rojas Marcos.  El capataz de la Macarena añade que tras las pruebas se podrían establecer las siguientes categorías: “Los no infectados y los inmunizados por haber pasado la infección podría trabajar sin problemas. Los que presenten Infección activa, con riesgo de contagiar y el portador asintomático tendrían que guardar cuarentena.” “Afortunadamente – añade Antonio Santiago- la población que componen las cuadrilla son en general adultos jóvenes y por lo tanto salvo excepciones, no son población de riesgo.”

 

 

José María Rojas Marcos, nuevo capataz general de la Macarena / RECHI

 

Ya dentro de la parihuela y según las recomendaciones sanitarias que existen a día de hoy (en un futuro no se sabe) la mascarilla debería ser un elemento contemplable. Pero ¿puede trabajar un hombre con esta protección? “Pienso que no es lo más conveniente – dice Vizcaya- por la  dificultad respiratoria que supone. Pero al igual que en ciertos deportes de élite se está se estudiando la posibilidad de su uso, nos veríamos obligados en este caso a tenerlas. Ya veríamos durante los ensayos  hasta que punto afecta al rendimiento del costalero. A lo mejor en esa situación habría que realizar relevos más cortos en el caso de que afectara negativamente, aunque no creo que llegase a ese extremo.”

 

La sensación de que el regreso a la Semana Santa que conocemos es complicado es cada vez más generalizada. Los especialistas y conocedores de la dinámica cofradiera de Sevilla sugieren formatos diferentes. Los que más consenso suscitan son los que dibujan una Semana Santa más recortada en los tiempos y en los espacios. “En ese escenario- asegura Manuel Vizcaya, capataz de La Estrella y Montesión– el costalero siempre estará dispuesto a obedecer al capataz. No considero que se trate de renunciar a nada, simplemente tendremos que adaptarnos al ritmo y cadencia que marque la cofradía. Por supuesto en el caso de reducirse el tiempo de recorrido,  tendríamos que andar más y entretenernos menos con la música.

 

Los tres médicos capataces tienen esperanza de que más pronto que tarde se normalice todo, pero su conocimiento les hace ser muy realistas. “Es difícil saber cuándo volveremos a vivir nuestra Semana Santa con normalidad- confiesa Antonio Santiago-. Lo que sí parece es que, por los conocimientos que tenemos hasta ahora, y los primeros datos del estudio de seroprevalencia,

 

 

los capataces Antonio Santiago, padre e hijo / M. J. LÓPEZ OLMEDO

 

(solo un 5% de la población de nuestro país tiene defensas contra el virus y no sabemos qué duración tienen) un 95% de la población estamos expuestos a infectarnos si no mantenemos las medidas higiénicas y de contención. Por lo tanto parece que estamos abocados a alguna solución terapéutica, y todo parece indicar que la mejor sería una vacuna eficaz”

 

El tiempo y la ciencia darán respuesta a las preguntas que plantean los martillos enmudecidos: “¿cuándo volveremos a sonar?”

 

Enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.

Fuente: Texto Fran López De Paz


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