lunes, 4 de julio de 2022

AL ATARCEDER DE LA VIDA...


 

"AL ATARDECER DE LA VIDA, 

SEREMOS EXAMINADOS EN EL AMOR."

(San Juan de la Cruz)


En memoria de JESÚS MANUEL CEDEIRA COSTALES


Encargado del Blog de FORMACIÓN DE LA HERMADNAD 

DE LOS ESTUDIANTES DE OVIEDO

(Fallecido el 2 de julio de 2022)


Esta frase, del místico español y doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz, expresa que al final de nuestra vida, cuando nos presentemos ante Dios Padre, la posible pregunta a responder será: ¿Cuánto has amado? Y bien sabemos que Jesús Manuel fue un ejemplo de amor al prójimo y modelo de vida cristiana, porque supo enfrentarse y salir victorioso ante las dificultades de la vida, gracias a su férrea fe y  a su gran amor a Dios y la Virgen María.


YA ESTÁS EN LA CASA DEL PADRE HERMANO JESÚS, EN PRESENCIA DE DIOS Y DE SU SANTA MADRE, Y SABEMOS QUE HAS SACADO MATRÍCULA DE HONOR EN EL EXAMEN DE AMOR QUE HAS TENIDO AL ATARDECER DE TU VIDA.


domingo, 6 de marzo de 2022

LA CUARESMA ES…. 1º DOMINGO DE CUARESMA



Un tiempo para la búsqueda y el encuentro. Nos ofrece la posibilidad de tiempo de reflexión que nos encamina en los pasos de Jesús y nos invita a compartir su misión de dar la vida.

Cuaresma es tiempo de discernimiento interior para morir a todo aquello que nos aleja de Dios y de los demás, que nos impide abrazar su voluntad y construirla en nuestras vidas.

Cuaresma es tiempo de purificación, que nos recuerda la tentación del egoísmo, del poder, de la riqueza, del individualismo, de la indiferencia… que lentamente carcomen y corroen nuestra fidelidad al Reino.

Cuaresma es tiempo de solidaridad activa, pues el Dios de la Vida no quiere sacrificios sino solidaridad, vida y bienes compartidos, entrega y compromiso por la Justicia, como nos lo recuerda el hermoso texto de Isaías 58, 1-14, que leemos en la liturgia de la Primera Semana de este tiempo.

Tiempo de búsqueda y encuentro

Para morir a nuestro pecado, personal y colectivo, para morir a todo lo que pone escollos, desvía o derrumba el proyecto solidario del Reino por el cual Jesús dio la vida y resucitó.

Para el compromiso personal

Las lecturas bíblicas de cada día de Cuaresma son una excelente invitación a la búsqueda y el encuentro.

Anímate a dedicar unos minutos diarios a la oración con la Biblia.

Intenta contagiar a las personas con las que vives para encontrar un día en la semana y hacer lectura orante con la Palabra de Dios.

Puedes incluso tomar un cuaderno y escribir en él cada día una pequeña reflexión a partir de la lectura. Verás como vas construyendo un itinerario a la luz de la Palabra que te lleva a la conversión y al encuentro con Jesús.


Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

viernes, 4 de marzo de 2022

La abstinencia

 



Hoy primer viernes de Cuaresma .¿ Que es la abstinencia? La abstinencia es un gesto penitencial en el que los fieles se privan o abstienen voluntariamente de comer carne..

El Código de Derecho Canónico indica que “todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia”, con el fin de que “se nieguen a sí mismos”.

“Para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad”, señala el canon 1249. 

Por lo tanto, a partir de los 14 hasta los 59 años de edad, los católicos debemos practicar la abstinencia todos los viernes del año en honor a la Pasión de Cristo.


Enviado por:


Jesús Manuel Cedeira Costales.

martes, 1 de marzo de 2022

PREPAREMONOS E INICIAMOS NUESTRO CAMINO EN ESTA CUARESMA




La vida es, esencialmente, camino, y el sentido del camino lo da el lugar a donde queremos llegar. Un rasgo de la religiosidad cristiana es que hay que caminar… Salir de la propia tierra (cf. Gen. 12, 1-8) y para cualquier persona cristiana que va caminando, “salir” es aspirar a más en el camino hacia Dios… Quizás, descubrimos que hay demasiadas piedras en el camino que nos impiden caminar. La tarea es “despejar el camino” para llegar a la meta.

Podemos hacer una pausa, pero sin rendirnos, y revisar si nuestra mochila lleva todo el material necesario, que habíamos previsto, para llegar a celebrar la Pascua un poco más vivos, e ir metiendo lo que “hemos olvidado”…

El proyecto inicial partía de una pregunta: ¿Cómo podemos despejar el camino si no dejamos que el Señor nos ayude? Hemos de poner  en la mochila: La  escucha y la meditación de la Palabra de Dios.  El silencio. Ir superando la pereza y servir en fraternidad, compasión, justicia, solidaridad… Poner orden dentro de nosotros mismos  de tal modo que los pensamientos, y actitudes sean concordes con el evangelio. Recuperar el ritmo y estilo que debemos vivir como hijos de Dios. Ayunar de excesos, malos modos, ingratitud, preocupaciones, críticas… ¿Continúa todo en la mochila? ¿Hemos usado algo? ¿Se nos han agotado las existencias? ¿Hemos olvidado algo? Continuamos la marcha con renovadas energías… ¿Es largo el camino? Aunque no nos faltan los cuidados de Dios ¿Experimentamos el cansancio y los problemas de cada día?  Acojamos como dirigidas a nosotros las palabras, llenas de ternura, con las que  el Señor hizo recapacitar a los israelitas cansados de su larga travesía: “Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor”. (Det 8,2 -3)

No es tanto un esfuerzo personal cuanto caminar, nuevamente, al encuentro de Aquel que nos ama. Y el encuentro con Jesús empuja al abrazo con el hermano. A estar muy atentos a las necesidades de los demás, especialmente de los más pobres.



Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

lunes, 28 de febrero de 2022

CARTAS DE ESPERANZA MARZO 2022

 








 Marzo de 2022

Hermano:

«El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca»

«Hay una lucha entre el bien y el mal. Una generosidad clara y un egoísmo que me encierra. Dios no acaba con el mal, sino que fortalece mis manos para la pelea y me da esperanza»

Movilización masiva en Gijón contra la invasión en Ucrania: "La guerra no tiene sentido; el único camino es la paz".

Trescientas personas se congregaron en La Escalerona para rebelarse ante la guerra lanzada por Vladímir Putin.

Me gusta pensar que la santidad tiene que ver con transparentar a Dios más que con hacerlo todo a la perfección. Sigo pensando que el santo es el que lo hace todo bien. Brilla por méritos propios. Sus virtudes son vividas en grado máximo. Es prudente, servicial, misericordioso, generoso, fiel, bondadoso, acertado en todas sus decisiones, no falla nunca, no yerra, no se aleja del camino marcado. Esa santidad es lo que yo admiro en otros. O quizás es la que quiero imaginar. Desde lejos todo parece mejor que cuando me acerco. Una santidad envidiable, inalcanzable. Tal vez no acabo de entender que la santidad no es un bien que el hombre posee por obra de sus grandes talentos. Es más bien un don, una gracia, un milagro. Los santos nunca se sintieron santos. Sabían que estaban en camino, nunca al final de este. Y por lo tanto siempre aprendiendo, cambiando cosas, tomando decisiones y cometiendo errores. La vida se juega en esos momentos en los que tengo que optar por el amor, por lo que de verdad importa. Me dicen que tengo que ser santo o mejor, que si soy santo voy a ser feliz. O quizás me dicen que Dios va a estar feliz conmigo. ¿Y si no lo soy va a volverme la espalda? No lo creo. Imagino a ese Dios lleno de misericordia que me ama con locura y no puede sino salir a buscarme cada vez que me alejo de Él. Quiero ser santo no porque quiera agradar a Dios sino porque quiero vivir a su lado cada día de mi vida. Quiero ser santo no porque quiera ser un ejemplo para otros, infalible, perfecto, inmaculado. Quiero ser santo porque siéndolo seré más feliz, Tendré paz en medio de la guerra y serenidad en medio de la tormenta. No estaré tan apegado al mundo que vivo. Porque habré puesto mi confianza en Dios y así todo será más sencillo. Tengo claro que voy a defraudar a muchos y no estaré a la altura de lo que tanta gente espera. Pero esa no es la meta de mi vida. Quiero ser santo porque quiero vivir en las manos de Dios, confiado y tranquilo. Tengo claro que la santidad es esa pertenencia a Dios que lo cambia todo, es esa raíz honda que me deja descansar en su regazo cada día. No soy santo porque tenga muchas capacidades para ello. No lo soy porque esté seguro de que siempre voy a ser fiel. Cada mañana me levanto con miedo en el alma. ¿Fallaré, me confundiré, estaré a la altura, seré infiel? No subestimo las tentaciones. No paso por alto los peligros. Sé que todo es posible, que no siempre voy a vencer en todas las batallas y que si Dios no está conmigo nada va a funcionar de forma correcta. Me gusta esa santidad construida sobre el barro de mi fragilidad. Es la santidad construida en mi alma con las manos de Dios. No es una santidad llena de méritos, sino de misericordia. A esa santidad aspiro, no a esa otra que me produce tensión y angustia. Lo he vivido cada vez que me empeño en controlarlo todo para que salga todo bien. Luego las cosas no funcionan. Cada vez que me pongo tenso para no cometer errores, me angustio lleno de ansiedad. Cada vez que pongo el acento en no fallar, en no pecar, en no caer acabo derribado, con dolor. Y el miedo me turba el ánimo. Los santos se construyen desde sus pecados y caídas. Se levantan por encima de sus cenizas. Y vuelan con sus alas rotas. Porque una fuerza misteriosa los sostiene. El sacrificio, la lucha y la entrega los deja más finos, más trasparentes. Y a través de su carne traslúcida se alcanza a ver a Dios. Ya no me fijo en su perfección. Sino en la luz que procede del cielo. No lo puedo entender de otra forma. ¿Cómo son capaces los santos de sonreír en medio de la derrota? ¿Por qué tienen paz en la pérdida? ¿De dónde sacan esa serenidad habiéndolo perdido todo? Algo sobrenatural se deja ver en sus palabras. Como una tenue presencia de un Dios invisible que se aferra a su piel herida para mostrar su belleza. No tienen luz propia los santos. No nace la santidad de su carne herida, rota por el mismo pecado con el que nacieron. No son sus decisiones siempre correctas y lo que dicen no siempre es acertado. No importa. Su vida tiene una luz que no les pertenece. No se apropian de ese Dios que los sostiene por misericordia. No tienen miedo de defraudarme porque no buscan agradar ni cumplir mis expectativas. No quieren impresionarme. No pretenden hacerlo todo bien. Sólo son como esos vitrales de mi santuario que dejan entrar una luz del cielo llena de colores. Dejan ver el cielo desde el interior. Y hacen que el cielo inunde de luz ese hogar tranquilo en el que descanso.

Me gusta pensar que el crecimiento siempre es lento. Las cosas no cambian de la noche a la mañana. Algunas simplemente nunca cambian porque no tienen que cambiar, no es necesario. El árbol echa sus raíces en lo hondo de la tierra. Lentamente se abren paso entre las piedras, buscando agua. Y luego crecen el tronco y sus ramas. Todo lentamente, no lo percibo. A veces no podrán las raíces eliminar las piedras que cierran su paso. Tendrán que bordear el obstáculo para seguir su camino. Las cosas crecen desde dentro. Son las verdaderas. El amor que dura es el que nace en lo profundo, no el que se hace fuerte en la superficie de la piel, donde está el sentimiento. La vida sólida es la que tiene hondas raíces, suficientes para impedir que el viento cambie el lugar en el que me asiento. El crecimiento no siempre es global. Crece más un lado, luego el otro. Tal vez en altura, luego en profundidad, o hacia los lados. No sé bien qué es la perfección de la que tanto hablan. ¿Que todo esté a la misma altura al mismo tiempo? No lo creo. En ocasiones hay crecimientos falsos, que me llevan por caminos equivocados. ¿Es eso crecimiento o simplemente en ese instante me hago más pequeño, menos sabio, menos sólido, más volátil? Crecer es lo que deseo, pero no demasiado, ni demasiado rápido. Cada cosa a su tiempo. No le puedo exigir a la vida lo que sólo da el paso de los días, de los años. Llevo toda la vida sembrando semillas de esperanza. No sé cuántas dieron fruto, cuántas se pudrieron por exceso de agua, o por mucha sequedad. Crecer significa dejar que Dios me pode y corte lo que sobra, para crecer más recto, para llegar más alto. Eliminar aquello que no me conviene o no me hace bien, aunque lo haya elegido. Desconocer nunca es una excusa para no aventurarme. No debo tenerlo todo claro para comenzar un camino nuevo. No tengo que saber el final para comenzar a andar. Siempre hay riesgo en todo lo que intento. Eso no me desanima, quizás al contrario. Crecer en algunos aspectos de mi vida de forma unilateral no siempre es malo. Quizás es lo que necesito en ese momento. Son acentuaciones en ámbitos de mi vida que me ayudan a ser mejor persona. No quiero forzar el crecimiento. No quiero ahogar la vida. No quiero exigirle lo que no me puede dar en ese momento. Quizás sí más tarde. O quizás nunca. Hoy escucho: «Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano. Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro». El crecimiento verdadero es el que brota de lo hondo. Desde dentro. Es más lento. Es progresivo, sin pausa. A veces parece que se detiene. Pero sigue creciendo, a su manera. Decía el Papa Francisco: «La educación debe ser un crecimiento armónico de la persona». La armonía es lo que deseo. No siempre está al alcance de mi mano. No puedo forzar la vida. Debo dejar que crezca junto a la maleza la flor preciosa. Dejar que el sol casi la queme. O que el agua la anegue. Cada cosa tiene su tiempo. Cada día su afán. Crezco a paso lento, al ritmo de la vida que nunca se precipita. Siempre fluye, nunca se detiene. ¿Habré crecido con el paso de los años? ¿Seré ahora más maduro? De repente siento que hay retrocesos. El crecimiento no es lineal. Es como si en ocasiones volviera a empezar desde el comienzo. A ritmo lento, yendo desde las cenizas de mi última caída. ¿Seré ya maduro? ¿Cómo se mide la madurez de una persona? Quizás en su forma de enfrentar las dificultades, de encarar los contratiempos y frustraciones. Es más maduro el que logra mantener la calma, no perder la alegría, no dejar de soñar con un futuro mejor, más lleno de esperanza. Tal vez no me sienta maduro en todos los aspectos de mi vida. Veo que no avanzo, no sumo, no llego. Las cuestas largas y empinadas siguen siendo difíciles. El paso de los años no me ha hecho más resiliente. Tal vez más sabio, eso sí. Caminar por caminos nuevos me exigen saber, comprender. Que no siempre tendré respuestas para todo. Eso no importa. Hay preguntas abiertas que habitan en mi corazón. Preguntas que me hacen levantarme cada mañana con ganas de vivir. Puedo hacerlo todo mejor, puedo llegar más lejos. Puedo crecer, madurar, ser más de Dios, más humano y más niño. Puedo amar más, hasta el extremo, si me dejo tocar por esa mano de Dios que me acaricia. Puedo crecer a partir de las heridas. Puedo ser mejor desde el perdón, cuando soy valiente y enfrento mi pasado o navego en las aguas revueltas de mi alma. Soy más fiel cuando me dejo tocar por esa misericordia de Dios reconociendo mis caídas. Con humildad crezco, el orgullo no me deja avanzar. La vida puede dar muchas vueltas y al final tengo que buscar de nuevo el camino a seguir, la dirección correcta. Esos pasos que doy me van edificando, incluso cuando me confundo y son los pasos errados. Madurar lleva tiempo. Sol y frío, sequedad y lluvia. Todo lo que pasa suma haciendo que mi alma se vaya liberando de sus cadenas.

Las cosas importantes no suceden de golpe. Hay mucho trabajo detrás, mucho esfuerzo. Los grandes éxitos están precedidos de mucho sacrificio, de muchas renuncias. También detrás de los fracasos hay esfuerzo y renuncias. Porque la vida no siempre es justa y no todo lo que hago obtiene su recompensa. El amor exige sacrificio y renuncia, es el abono para que crezca. Y aún así nadie me garantiza el éxito en mis relaciones humanas. Todo es tan frágil y el corazón humano está tan roto. Hay tantas heridas escondidas, tantas historias que fracasan. Uno no sabe bien cuándo ni cómo comienza una infidelidad. Ya es infidelidad el primer gesto de desamor, de distancia, de olvido. Ya mi negligencia voluntaria es infidelidad aunque no le ponga ese nombre. Dejar de avivar el fuego es un gesto infiel. Distraerme cuando me cuenta lo que le importa aquel a quien amo y me ama es un primer descuido. Luego ese dejar de hacer lo que siempre hacía. El sentimiento no lo es todo. Es una parte de la aventura. Sentir no es la razón de mi existencia. Claro que quiero que el sentimiento, la cabeza y la voluntad vayan de la mano. Pero no siempre es así en el amor. Quizás sí al principio cuando pienso que, en mi caso, todo va a salir bien. Y luego la vida es compleja, siempre lo es. Y el paso del tiempo. ¿No me decían que el amor logra cambiar a la persona amada? ¿No me prometió que siempre sería igual y nunca cambiaría? Yo creía en los cambios. Yo pensaba que la estabilidad era lo que haría fiel y firme el amor. Pero luego llegaron los cambios. O lo que esperaba cambiar nunca sucedió. Mi amor no fue tan fuerte. Y me sorprendió el cambio. O me cansó la falta de cambios. Es difícil de entender cómo funciona una fidelidad de cincuenta o sesenta años. Me sigue costando creer en un amor eterno, acrisolado, siempre fiel. ¿No habrá alguna pequeña infidelidad en años de historia? ¿No habrá flaqueado alguna vez aquel amor que parecía inamovible, ese sí fuerte y firme sostenido en el tiempo? Me cuesta creer en la fidelidad de los demás cuando me siento infiel y pruebo el sabor amargo de mi pecado. ¿Es posible volver atrás en el tiempo vulnerando las leyes de esta vida? ¿Puedo curar la herida causada por mi desprecio? ¿Apagar el eco de mis insultos, el tono agresivo de mis palabras? ¿Se puede calmar el llanto cuando se desboca con amargura? Tengo que ir a la fuente, al inicio del río, para contener en las palmas cóncavas de mis manos el agua que comienza a nacer. Y así, retenido el amor, lanzarlo al cielo. Pero luego cuando las aguas caen en cascada buscando el mar ya no puedo hacer nada. Ni los diques bastan. No hay remedio cuando la infidelidad se tiñe de duras peleas, gritos y desprecios. Antes sí, al principio puedo detener el llanto que aún no nace. Acallar los gritos que no brotan. Sostener el desprecio que no tiene forma. Puedo sembrar esperanza cuando todavía hay vida. Y contener la rabia cuando sé que lo único que logro es romper el alma de aquel a quien amo. La primera infidelidad es la que es evitable. Ese primer gesto de olvido o desprecio. Ese primer acto de indiferencia. En ese momento sí puedo darme cuenta y echar marcha atrás. En ese instante en el que mi orgullo no se ha erigido todavía en juez de la contienda. Porque cuando manda mi orgullo ya no hay vuelta atrás. Entonces quiero vencer en todas las batallas. Prefiero tener razón a ser feliz. Prefiero que se imponga mi punto de vista antes que abrazar a quien más amo. Mi orgullo herido va desgastando el amor primero. Cuando se va debilitando la piel dejo de sentir el amor que un día llenaba de mi estómago de ilusión. Soñaba con tantas cosas que la vida parecía negarme con el paso de los años. Hubiera sido tan fácil detener al principio el caudal desbocado de mi rabia. En ese instante primero en el que el amor aún era más fuerte. ¿Cómo puedo cultivar el amor para que nunca se enfríe? ¿Qué puedo hacer para cuidar esos detalles pequeños de los que se alimente mi fidelidad? En eso consiste la vida, en tejer día a día los sueños. Partido a partido. Hora a hora. Nada de prisas porque estas nunca son buenas. Envenenan el alma y me aceleran. Cuando quiero que todo suceda de forma rápida me obsesiono y no logro alcanzar lo que mi alma sueña. Siempre de nuevo me sorprendo ante la fidelidad de las personas que siguen queriéndose con ternura después de muchos años. Me parece un milagro. Me detengo ante aquellos que han sido fieles en el tiempo. Quisiera que me dieran una receta para aplicarla siempre. Pero no hay recetas. Sólo saber que lo que no se cuida desde el principio se acaba secando o muriendo. La vida que no se abraza cuando es joven y fuerte dejará de estar viva cuando note la frialdad de la soledad y el invierno. Los gestos fieles más pequeños son como esas pequeñas virtudes que constituyen la base del amor más verdadero y fiel. No se trata de prometer la eternidad, sino de vivir cada día como si fuera el primero y el último al mismo tiempo. Cuando todo se enturbia con el paso del tiempo cuesta mucho más limpiar el alma por dentro. Habré guardado desamores, heridas, gritos, incluso golpes. Y ya no será posible volver a comenzar de nuevo. El perdón es tan difícil. la primera infidelidad sucede cuando dejo de pensar que la persona amada es lo primero. Cuando la pospongo y encuentro otras cosas más importantes, prioritarias. Así comienza todo, así muere todo. Con pequeños gestos, nunca son grandes.

No bastan las palabras, nunca son suficientes. Quiero convencerte de algo, hacerte ver la vida de una manera diferente. Quiero decirte que las cosas son como yo las veo, no como las ves tú. Pero luego encuentro que no bastan las palabras. Son las obras las que valen, las que cuentan. Son los hechos, no las promesas: «Cuando la criba se sacude, quedan los desechos; así en su reflexión se ven las vilezas del hombre. El horno prueba las vasijas de alfarero, la prueba del hombre está en su razonamiento. El fruto manifiesta el cultivo del árbol; así la palabra, el del pensamiento del corazón humano. Antes que se pronuncie no elogies a nadie, que esa es la prueba de los hombres». Las apariencias engañan. Lo he comprobado muchas veces. Veo rostros, no corazones. Y quisiera poder probar la calidad, la verdad de los corazones. No es tan sencillo. Hay que mirar con el corazón, los ojos no bastan. Los hechos son importantes, pero a veces tampoco son suficientes. Un hecho puede ser interpretado de maneras diferentes. De acuerdo con mi percepción, con mi experiencia. Veo una realidad y no necesariamente se corresponde con la intención del que lo hizo. Las motivaciones para actuar de una manera son muy diferentes. La verdad del corazón sólo la conoce Dios. Y yo quiero que todos crean en mi verdad. Pero no todo es trasparente. Mi verdad no es sólo buena. En mi interior también hay maldad, envidia, odio, rencor, rabia, ira, egoísmo. Y todo esto se mezcla con mi deseo de dar la vida, de amar y ser amado, de buscar el bien de los que me rodean. Un deseo altruista y solidario. Hay todo tipo de sentimientos que se entretejen los unos con los otros formando una imagen. Esa imagen es visible desde fuera. Algunos ven ciertas capas. Los más cercanos acceden a capas interiores. Otros intentan interpretar lo que se esconde debajo de mis palabras o mis actos. Juzgan, para bien o para mal, ensalzan o condenan. ¿Aciertan en sus juicios? Sólo una parte de ellos serán acertados. Porque toda la verdad es más honda. Acceden como a la punta de un iceberg. No logra entrar en las profundidades. No lo necesitan. Yo no les dejo. No es necesario conocerlo todo de la persona para hacerme un juicio. Pero siempre ese juicio puede estar equivocado. Puedo pensar que eres santo porque veo el resplandor de algunas de tus obras. Puedo pensar que eres un criminal porque resalta el dolor que tus obras han causado. Juzgo a partir de una punta del hilo con el que se teje tu vida. No tiro del hilo, no sé qué más hay en su interior. Tal vez he decidido con el paso de los años dejar de hacer juicios rápidos sobre las personas. En todo caso si son buenos los juicios los dejo existir en mi alma. Porque tengo claro que pensar bien de los demás le hace bien a mi alma. Duermo mejor, descanso más tranquilo. Cuando elogio, mi alma se llena de vida y cuando hablo bien de otros, me queda un gusto dulce en el paladar. No me importa vivir engañado. Detesto a los que quieren hacerme ver la verdad oculta, el pecado silencioso que yo no veo, la suciedad de sus pensamientos, el pecado escondido en los pliegues de su piel. Quieren que salga de mi inocencia, consideran que soy demasiado ingenuo. Y yo me empeño en mantener esa imagen parcial, incompleta, superficial, no importa. Esa imagen positiva de los demás me hace bien, me llena de luz, me da esperanza y una fe nueva que me lleva a creer en la bondad del hombre. ¿Tengo que conocerlo todo? ¿Es necesario que sea consciente de todos sus pecados? ¿Me tengo que detener en la maldad cometida o puedo seguir adelante recordando sus buenas obras o sus gratas palabras? La verdad ante todo parece ser el grito de muchos, el mío quizás también. Porque la honestidad es lo primero, y la transparencia, y la pureza en las intenciones y el anhelo verdadero y puro de llegar a ser santo. Sí, eso es lo que pretendo en medio de este camino lleno de esperanza. Quiero quedarme con lo bueno, con lo positivo, con la luz. Pero también me gusta la verdad escondida. La mía propia. El otro día leía: «Recordé a mi padre diciéndome que si una persona se irritaba ante una observación personal era, generalmente, porque dicha observación encerraba algo de verdad». Hay verdades que no quiero reconocer en mi corazón y soy también eso que oculto. Eso que escondo y que aflora cuando alguien desde fuera me hace ver que no soy tan bueno, tan honesto, tan puro, tan brillante. Me hacen ver las sombras que es esconden en mi alma. Mis miedos, mis egoísmos, mis lujurias, mis envidias, mis rabias y demás tentaciones. Me hacen comprender que mi verdad sólo Dios la conoce y sólo Él la puede mirar con misericordia. Porque cuando alguien lo conoce todo sólo puede seguir mirando si la misericordia habita en su interior. Ante esa mezcla de pecado y virtud sólo la misericordia importa. Es lo único que me permite aceptar la vida en toda su verdad. Pecado y virtud. Luces y sombras. Una única verdad amada por Dios. Eso es lo único que cuenta al final del camino.

Los frutos son los que siempre busco en esta vida. Estudio para obtener un resultado positivo y lograr ciertas metas que anhelo. Trabajo con ahínco para lograr un buen puesto de trabajo, un ascenso. Me esfuerzo en una lucha sin cuartel por ponerme en forma y lograr ciertas metas deportivas. Rezo y busco la presencia del Señor deseando el fruto de la paz, de la libertad interior, de una santidad que me llene el alma de alegría. Siempre busco frutos, mi entrega no parece tan desinteresada. Doy y espero recibir aunque solo sea una gratitud visible. Le digo sí a María o al Señor porque lo que quiero es sentirme en paz conmigo mismo, con Dios. Hago meditación para lograr la paz que no tengo. Siembro semillas en mi campo para que den buenos frutos. Hoy me dice Jesús: «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca». Cada árbol está llamado a dar su fruto. ¿Cuál es el mío? Siento que busco dar frutos. Y cuando no veo frutos en alguna persona creo que no han actuado bien. ¿Podrá dar frutos buenos un árbol que está podrido en su interior, seco por dentro? No lo sé, sigo creyendo en los milagros. Un árbol bueno da frutos buenos. La higuera da higos y no melones. Eso lo tengo claro. Daré los frutos que corresponden a mi ser. Seré fecundo de acuerdo con mi originalidad, con mi verdad. ¿Cuáles son los frutos que estoy llamado a dar? ¿Soy un árbol bueno o mi pecado hace que mi fruto sea malo? Para Dios no hay nada imposible y así como puede sacar hijos de Abrahán de debajo de las piedras, también puede sacar frutos buenos de cualquier árbol. Lo he visto y sé que es así. Dios llama a vivir en su presencia a todos y busca los medios para que eso suceda. Me puede usar a mí con mi debilidad, con mi pecado. Tal vez si lo saben muchos se escandalicen. No es oro todo lo que reluce. Pero mi vida en su pobreza puede dar frutos porque los frutos son de Dios. mientras tanto tengo que cuidar el árbol para que crezca sano. Apartarlo de la tentación. Regarlo para que esté fuerte y vigoroso. Dejar que sus ramas tiendan al cielo buscando el resguardo de Dios. Los frutos no son míos, no nacen como un logro de mi esfuerzo. No soy yo el que va perfeccionando el fruto en mi corazón. Es más bien Dios el que logra sacar de mí un fruto bueno. Sabiendo que yo no soy tan bueno hace que mi fruto sea excelente. En ocasiones miro el fruto y me vanaglorio. Pienso que valgo mucho. Que todo es gracias a mí, a mi lucha, a mi entrega. Y me olvido de lo importante. Tengo que darlo todo como si todo dependiera de mí, pero el fruto es pura gracia de Dios. Lo pongo todo en sus manos porque todo depende de Él. Por eso no dejo de agradecer continuamente: «Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre. Publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches, Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos, para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él». Esas palabras del salmo se convierten en mi oración diaria. Doy gracias por todo lo que Dios hace en mí. Me consuela, me levanta, me anima. Doy gracias a Dios por todo lo que obra en mí con mis pocos medios humanos, con mis límites y pecados. Sobre el barro de mi alma, sobre el estiércol de mi corazón, logra que la semilla dé su fruto. Yo sólo tengo que creer contra toda esperanza. Mantener la fe en el bien que puede salir de mis manos, de mis obras, de mis palabras, de mis gestos. Esa fecundidad a mí no me corresponde determinarla. No me la van a exigir porque no es mía. De mí no depende que la Iglesia sea fecunda. De mí no depende que haya conversiones. Yo sólo soy un instrumento en las manos de Dios. Y Él puede hacer conmigo lo que quiera sólo cuando yo le dejo entrar en mí, abriendo la puerta de mi alma. Sé que mi corazón hablará de lo que lleva dentro. Por eso quiero que en mi interior reinen la paz, la alegría, la serenidad, el deseo de dar, el anhelo de entregarme. Si esos deseos viven en mi corazón mi boca hablará de lo que llevo dentro. Comenta el Papa Francisco: «Creo que los demás son buenos y que debo amarlos sin temor y sin traicionarlos nunca buscando una seguridad para mí. Creo que quiero amar mucho». Quiero creer en la bondad que hay en cada alma. Hay una lucha entre el bien y el mal. Hay un deseo de amar y un odio contenido. Hay una generosidad clara y un egoísmo que me encierra. Como en cada alma luchan el bien y el mal en una batalla continua. Y Dios no acaba con el mal, sino que fortalece mis manos para la pelea. Así hablaré de lo que hay en mi alma. Cuando se imponga el bien en mi interior sobre ese mal que lucha por hacerse fuerte. Quiero llenar mi corazón de buenas obras y buenos deseos. De todo el amor del que soy capaz y de todo ese amor que recibo sin merecerlo, porque nunca mereceré ser amado por quienes me aman. Nada es seguro, tampoco el amor que es frágil. Nada es tan firme, tampoco la fidelidad prometida. Pero Dios me cuida y riega, para que dé su fruto. Según mi naturaleza, según mi verdad y originalidad.

Hoy Jesús me invita a no juzgar, a mirar bien a mi hermano, a saber que yo también cargo con el pecado y la debilidad. «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: - Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano». Creo que puedo guiar a otros pero estoy ciego. ¿Cómo podré hacerlo? A menudo me veo aconsejando a otros desde mis propias debilidades. Ser consciente de mi ceguera me hace más dócil para Dios. No me siento más fuerte que otros. No creo tener todas las respuestas ni una mirada sabia sobre todas las cosas. No siempre hallo respuestas. No logro ser el que quiero ser. Hay en mi alma una pasión por la vida muy fuerte. Un deseo de amar y ser amado. Una rabia contra las injusticias, contra el mal causado a inocentes, contra las brutalidades que muchos cometen, contra la guerra y la maldad. Hay en mi alma un afán contenido por cambiar este mundo para que sea mejor, más justo. Para que haya menos dolor, menos guerras, menos odio. Hay una intuición en mi corazón que me dice que yo no puedo cambiarlo todo pero sí puedo cambiar esos metros cuadrados en los que me muevo. Puedo cambiar mi forma de mirar a los hombres. Puedo ver que la brizna en el ojo de mi hermano no es tan grave como mi viga. Después de confesar tanto llego a la conclusión de que no soy mejor que nadie y tengo sus mismos pecados. Soy consciente de que sólo puedo sembrar esperanza y plantar árboles que den sombra al que sufre el sol. No puedo volver a nacer, tampoco lo deseo. Miro con gratitud todo lo que Dios ha hecho en mi vida. Me alegra ser como soy, no me da miedo mirar la oscuridad de mis sombras, cuando me sumerjo buscando respuestas en mi interior. Veo la viga, veo la noche pero no me asusto y no pierdo nunca la esperanza. Sé que soy corruptible, como hoy escucho, pero estoy llamado a la incorruptibilidad: «Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, se cumplirá la palabra que está escrita: - La muerte ha sido devorada en la victoria. ¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el Señor». Palpo la debilidad de mi carne. Siento mi fragilidad ante la tentación. Sucumbo a menudo pero no me desanimo. Cristo ya ha vencido y eso me anima, me da tanta paz. Ya ha logrado la victoria, que es mi victoria. Ha salido triunfante de la muerte y me ha abierto el camino al cielo, a la inmortalidad. La muerte ha sido vencida. Sigo sin saber si podré guiar a otro ciego siendo yo igual de invidente. Sigo sin ver, sin poder mirar. Sigo sin claridad y no por ello me desanimo. Camino y me mantengo firme, inconmovible. No me dejo llevar por la tristeza. Puedo guiar a otros ciegos desde mis sombras. No me escandalizo ni de mi oscuridad ni de la que veo en otros. Me alegra saber que la vida se juega en las decisiones que tomo cada día. Puede tener segundas oportunidades, incluso terceras, o muchas más. Porque Dios sale a mi encuentro a rescatar mi vida. Pero no quiere que me deje llevar por el orgullo. No hay nada peor que ese orgullo mío que me hace pensar que soy mejor que otros. Nada más lejos de la realidad que observo cada día. Soy un ciego que busca ver. Tengo una viga en mi interior que pesa, es mi pecado, mi fragilidad. Miro con misericordia a mi hermano, no lo juzgo, no lo condeno. No salen malas palabras de mis labios. No considero injusta mi vida, es todo lo contrario. Tengo un corazón hecho a la medida de Dios. Esa verdad me alegra en lo profundo. Sé que puedo dar más, siempre hay margen de mejora. No he llegado al final del ningún camino, por eso me gusta caminar más que llegar a la meta. Quizás algún día, cuando amanezca en el cielo, habré llegado al final de un punto para iniciar la verdadera vida. Entonces se caerán todos los miedos y brotará la esperanza que llevo guardando dentro de mi alma. Saber que la victoria ya ha sido lograda por Jesús no le quita un ápice de emoción a la vida de cada día. Persevero, elijo, opto y sé que el camino que tomo es el que Dios ha soñado para mí. Esa paz habita dentro de mí. Él ha vencido. 

 

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Jesús Manuel Cedeira Costales.

Ceniza 2022: ¿cuándo es y qué se celebra? Conoce el origen y la celebración de este ritual de la Iglesia Católica



 

Se acerca el Miércoles de Ceniza, una celebración litúrgica de la Iglesia Católica que varía de fecha cada año. En este 2022 tendrá lugar el próximo 2 de marzo, y supone el inicio de la Cuaresma, el periodo de recogimiento, reflexión, arrepentimiento y penitencia hasta Jueves Santo. El Miércoles de Ceniza pone fin al júbilo de los carnavales tras el Martes de Carnaval y arranca la cuenta atrás para la Semana Santa.

Su rito más característico es la imposición a los fieles de la ceniza, que se obtiene de la quema de los ramos bendecidos del Domingo de Ramos del año anterior. El origen de este ritual se remonta a los judíos, que cubrían de ceniza gran parte de su cuerpo para una vida mejor. Actualmente se impone a los cristianos en misa, mayormente en la frente, marcando la señal de la cruz, o también esparciéndola por la cabeza. En ese momento, el sacerdote pronuncia las palabras "polvo eres y en polvo te convertirás", en alusión a la fragilidad y mortalidad de la conducción humana que simboliza la ceniza. El año pasado, el impacto del Covid-19 limitó en gran medida este acto religioso. Actualmente, ante el descenso en el número de casos, se espera una celebración más numerosa.


Además, en este Miércoles de Ceniza, los cristianos deben practicar el ayuno y comer consistentemente solo una vez al día. También es costumbre no comer carne como una forma de abstinencia. El ayuno es obligatorio para los mayores de 18 años y menores de 60, excepto las personas con problemas de salud. El consumo de pescado es una alternativa en este periodo hasta Semana Santa.


El número de 40 días de penitencia de la Cuaresma no es casual. Esta cifra está cargada de simbolismo, y se repite en varios hechos en la Biblia. Alude, por ejemplo, a los 40 días de diluvio universal, a la marcha de los israelitas por el desierto, o a los 40 días y 40 noches de Jesucristo en el desierto. 


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Jesús Manuel Cedeira Costales.

viernes, 25 de febrero de 2022

¿QUÉ ES LA CUARESMA?

 



La Cuaresma es un tiempo de 7 semanas, 40 días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, de preparación para la Pascua. Durante este tiempo, Cristo nos invita a cambiar de vida, la iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la palabra de Dios, orando, compartiendo con los demás y dando sentido a nuestras obras. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a estar más cercanos a Dios.


El tiempo de Cuaresma es tiempo de perdón y reconciliación fraterna.


La Cuaresma es el tiempo de preparación para la Pascua. Y el conjunto que forman los tiempos de Cuaresma y Pascua es el centro del Año Cristiano, porque es la celebración de lo que es central en nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesucristo. Por tanto, la Cuaresma forma parte del ciclo pascual, ya que la finalidad no es la Cuaresma en sí sino la celebración del Triduo Pascual y la Pascua.


La Cuaresma –que significa “el día cuarenta”- recuerda el tiempo de desierto de Jesús y del pueblo de Israel, y significa que es un tiempo de desierto y de conversión de la Iglesia para buscar lo que es esencial en nuestra vida, o sea, la unión con Jesucristo y también celebrar la Pascua con un corazón bien dispuesto a vivir nuestra vida imitando la vida de Cristo, una vida de amor, una vida entregada.


El tiempo de Cuaresma se inicia el Miércoles de Ceniza y finaliza el Jueves Santo al mediodía, ya que por la tarde-noche se inicia el Triduo Pascual. Tiene cinco domingos –primero, segundo, tercero, cuarto, quinto– más el Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, que es el pórtico de la Semana Santa, con el Lunes Santo, el Martes Santo y el Miércoles Santo, que siguen formando parte de la Cuaresma. También forma parte el Jueves Santo hasta el mediodía.



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Jesús Manuel Cedeira Costales.


jueves, 24 de febrero de 2022

El Sumo Pontífice convocó a una jornada de "ayuno y oración por la paz"

 



El Sumo Pontífice convocó a una jornada de "ayuno y oración por la paz" para el próximo miércoles 2 de marzo.







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Jesús Manuel Cedeira Costales.



viernes, 18 de febrero de 2022

JUDAS ISCARIOTE, EL TRAIDOR QUE VENDIÓ A JESUCRISTO

 


El nombre de Judas siempre ha sido sinónimo de traición, falsedad y maldad, algo usual después de leer las sagradas escrituras. 


Y es que, Judas Iscariote fue, según la Biblia, el apóstol que vendió a Jesucristo a los sacerdotes a cambio de unas meras monedas. Este hecho, sucedido según la liturgia un Miércoles Santo como el de hoy, marcó hasta tal punto a la cristiandad que ha sido imposible eliminar la connotación negativa de este nombre.

 

Judas, el más malo de la película

A pesar de que Judas aparece nombrado en los cuatro evangelios, es curioso que la Biblia no narre como fue llamado por Jesucristo para formar parte de los 12 apóstoles iníciales (los elegidos para seguirle en su predicación).

 

Por ello, y para conocer sus primeros pasos dentro del grupo, es necesario remontarse a los textos recogidos por Juan.

 

Concretamente, lo que las escrituras dicen de Judas es que era el tesorero de los apóstoles, es decir, el encargado de guardar el dinero tanto de Jesús como de sus compañeros. Sin embargo, no parece que fuera un ejemplo de honestidad, pues, según Juan, solía apropiarse del dinero común que iba a ser entregado a los pobres.

 

Judas era un ladrón que robaba de la bolsa común de los apóstoles

Juan no se deshace precisamente en elogios hacia su compañero, de hecho, cuenta en su evangelio que, poco antes de la muerte de Jesús, Judas mostró su verdadera cara al mundo. Al parecer, tras una cena, María quiso lavar los pies del maestro con un frasco de nardo, un perfume carísimo para la época.

 

«Judas, a pesar de haber motivos más que suficientes para alabar a María (…) no pudo soportar que se echase a perder un perfume tan caro, y dijo que con lo que valía podían haber resuelto las necesidades de muchos pobres» determina Luis de la Palma en su libro «La Pasión del Señor».

 

Sin embargo, y según narra Juan en su evangelio, no hizo esto porque «le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como llevaba la bolsa, hurtaba de lo que le echaban en ella». «Por eso hubiera preferido que el dinero que valía el perfume se echara en su bolsa», explica por su parte Luis de la Palma.

 

La venta de Jesús

A su vez, según el autor, Judas llegó pronto a odiar a Jesús, pues, mientras que él era un ladrón, su maestro predicaba a favor de la pobreza y condenaba la codicia. «Endureció su corazón de tal manera que culpaba al Señor de su propia inquietud y malestar, murmurando de El y censuraba todo lo que hacía en vez de reconocerse a sí mismo culpable», añade el experto.

 

Judas encontró durante el Jueves Santo el momento perfecto para vender a Jesús

Tal era su animadversión hacia Jesucristo que no tardó en venderle a sus más terribles enemigos, los sacerdotes de la ciudad, durante una reunión en el palacio de Caifás. «Judas (…) sabía que los fariseos buscaban a Jesús para matarle, y pensó que no le convenía en esas circunstancias seguir apareciendo como discípulo del Señor; así que decidió asegurarse, y ganar de una sola jugada amigos poderosos y dinero», determina el escritor.

 

Tras negociar, Judas decidió definitivamente vender a su maestro por 30 monedas alegando que merecía lo que estaban planeando hacer con él. Desde aquel momento, según el evangelio de Mateo, estuvo siempre planeando el momento oportuno para entregar a Jesús.

 

Una cena de despedida

Finalmente, Judas encontró durante el Jueves Santo el momento perfecto para vender a Jesús: después de la que sería conocida como la Última Cena. Concretamente, informó a los sacerdotes de que la persona a la que él diera un beso sería a quien debían prender. El plan estaba en marcha.

 

Sin embargo, y según la Biblia, Jesús ya conocía entonces sus intenciones. «El Señor tenía clavada en el corazón la pérdida de Judas y no dejó escapar esta nueva ocasión, así que, para demostrarle su sentimiento, para moverle a que se arrepintiera, (…) añadió (a sus apóstoles): “Vosotros estáis limpios, pero no todos”», explica el experto en su libro.

 

Tras la cena, el final de Jesucristo ya había sido escrito. Todo sucedió muy rápido mientras el maestro rezaba en un huerto cercano. En ese momento, Judas se acercó, y, con un beso, le entregó. Por su fechoría cobró las 30 monedas prometidas.

 

Sin arrepentimiento, sin santidad

No obstante, y a sabiendas de que Jesús iba a ser crucificado, Judas pronto se arrepintió de lo que había hecho e intentó ponerle solución. «Devolvió a los sacerdotes su dinero, como si, por eso, ya no tuviese él la culpa del daño que sufriese el Salvador», afirma el experto en su texto. No fue suficiente, los sacerdotes ya habían decido la suerte de Jesús. Esto fue demasiado duro para Judas que, tras arrojar delante de ellos las monedas, se colgó de tal manera que cayó de cabeza y todas sus entrañas se desparramaron al partirse su cuerpo por la mitad.

 

Para la cristiandad este fue el gran error pues, mientras que otros apóstoles pidieron perdón a Jesús tras cometer todo tipo de actos indebidos, Judas no se arrepintió verdaderamente. «Ya que conocía su culpa y le pesaba haberla hecho, podía haberle dolido por amor al Señor. (…) pero como hombre que siempre ha sido falso y mentiroso (…), no supo dar con el verdadero camino. No le dolía haber ofendido a Dios, no deseaba enmendarse y servirle, su arrepentimiento no le llevó a una verdadera penitencia sino a la desesperación. (…) Le dolía por sí mismo, por haberse equivocado, porque los hombres iban a odiarle, pero no por amor a Dios», sentencia el escritor.

 

Así, si el destino de Jesús estaba marcado antes de la cena, el de Judas quedó grabado para siempre con este último acto. Y es que, al no arrepentirse por su pecado «no subió al cielo» y, hasta hoy, no ha sido declarado santo por la Iglesia.

 

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Jesús Manuel Cedeira Costales.


miércoles, 16 de febrero de 2022

CARTEL DE CUARESMA 2022





"Una mezcla de sentimientos que son parte de la idiosincrasia de nuestra Hermandad de los Estudiantes. Lazos de unión con la Sancta Ovetensis, las Capillas del Monsacro, la Ruta de las Reliquias y el origen del Camino de Santiago".


A partir del viernes pueden recogerlo en nuestra Casa de Hermandad, sita en la Plaza de la Sentencia, junto a la Iglesia Parroquial de San Francisco Javier de la Tenderina.


"Bajo la protección de María, porque ¡DIOS LO QUIERE!"



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Jesús Manuel Cedeira Costales.


viernes, 11 de febrero de 2022

Cuaresma 2022

 Para que vayamos preparando nuestra Cuaresma. Un ejercicio fácil para vivirla de verdad. Para toda la familia

 



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Jesús Manuel Cedeira Costales.

martes, 8 de febrero de 2022

LA COFRADÍA. . . UNA COMUNIDAD CRISTIANA. HISTORIA Y PATRIMONIO DE LAS COFRADÍAS

 



Las Hermandades y Cofradías han contribuido al florecimiento de la vida Cristiana entre nosotros. Estas 

asociaciones religiosas han aportado un importante caudal a la vida espiritual de nuestro pueblo. Y 

actualmente continúan alimentando la vida cristiana de muchos católicos repartidos por toda nuestra 

geografía.

Qué las procesiones de Semana Santa constituyen una verdadera estación de oración y penitencia es un 

hecho indudable para muchos cristianos, además de ser la única forma de celebrar la Pascua de 

Jesucristo, por eso la presencia de los cristianos a las procesiones es masiva y en cambio la participación en las celebraciones litúrgicas es menor.

Nosotros como hermanos de una Cofradía y como cristianos de nacimiento y convencimiento debemos 

hacer de nuestra hermandad no solo una asociación pública de fieles principalmente cultural y donde 

consideremos la estación de penitencia como el acto de culto o religioso más importante del año, lo que 

hace que la iglesia tenga un concepto diferente al de sus cofrades, sino demostrar que un cofrade es 

ante todo cristiano y como tal debe ahondar en la importancia y paralelismo que existen entre sus 

estación de Penitencia y el Triduo Pascual de la muerte y resurrección de Cristo.

Nuestros Sagrados Titulares Ntro. Señor de la sentencia y María santísima de las Penas sale a las calles 

para bendecir a su pueblo y dar testimonio cristiano como decía el profeta Lucas 11,33 “Nadie enciende 

la lámpara y la pone en un rincón, ni bajo un celemín sino sobre un candelero para que todos tengan 

Luz”.

Los nazarenos salimos a la calle y damos luz en la oscuridad con los cirios que portan en las filas 

nuestros penitentes, por eso el fin y espíritu de nuestra Cofradía es salir a las calles, plazas, avenidas y 

barrios llevando el mensaje de nuestro Señor Jesucristo, además el Nazareno es un cristiano, cofrade, 

formado y que en su día a día y en su trabajo es ejemplo de cómo vive un cristiano comprometido.

La Semana Santa hace a la iglesia más grande si cabe, puesto que en aquellos lugares donde no tienen la 

dicha de que existan cofradías, hay más vacío de contenido cristiano en relación con los pueblos donde 

salen sus Sagrados Titulares.

Cada parroquia, sus sacerdotes, sus cofrades y la Iglesia en general tienen que dar lugar a que sea 

compatible tanto el culto litúrgico como su carácter cultural y turístico, por que este será el camino 

para llegar más lejos y estrechar lazos en la unión y relación del pueblo y su iglesia, un respeto mutuo 

que debe existir de todos y para todos.


¿Qué es una Cofradía / Hermandad?

Cofradía, hermandad, o, de forma más general, corporación “Nazarena”, es una asociación de fieles, 

un conjunto de cristianos con una vocación similar de vivir la fe, es una asociación de fieles católicos 

que se reúnen en torno a una advocación de Cristo, la Virgen o un santo, un momento de la pasión o una 

reliquia con fines piadosos, religioso o asistenciales.

Existen muchos tipos de cofradías: sacramentales, cristológicas, marianas, santorales, de ánimas, 

mixtas, pasionarias, etc.; en general se admiten tres tipos de cofradías:

Penitenciales, que hacen pública estación de penitencia en Semana Santa.

De gloria, que salen el resto del año.

Sacramentales, que tienen como dedicación la devoción y adoración hacia el Santísimo Sacramento.

Todas las cofradías suelen organizar una procesión, al menos una vez al año, bien solas o unidas a otras 

cofradías.

El órgano plenario de la cofradía es el cabildo o asamblea general de todos los cofrades. El cabildo 

general es el encargado de elegir la Junta, que es el órgano de gobierno de la cofradía, encabezada por 

su Presidente.

Varias cofradías también se pueden reunir en un órgano superior que toma diversos nombres 

dependiendo del lugar: Consejo General, Cabildo de Cofradías (Cabildo Superior), Federación, 

Agrupación, Unión, Junta Local, etc.

Su principal característica viene de su nombre fraternidad, es necesario que todos sus componentes se 

conozcan y estén dispuestos a ayudarse mutuamente.

El asociarse precisa de una serie de normas, objetivos, fines y actividades que todos quieren respetar y 

que da personalidad propia a cada cofradía y que quedan reflejadas en los Estatutos.

La Iglesia la formamos todos, cofradías, fieles, grupos parroquiales, caritas, grupos de catequesis, etc. 

todos los bautizados formamos parte de ella.

La diversidad de estos grupos nos enriquece a todos. Jesucristo, es el elemento que nos une, es el 

principio y la finalidad de una cofradía.

Las cofradías no se entienden sin su estética y su manera de vivir la fe, sin ella no seríamos una 

cofradía, sino una asociación de fieles, pero no una cofradía.

Sin la fe las cofradías no serían lo que son, serían una asociación histórico-cultural.

En las cofradías existen diversas clases de miembros, como los mayordomos, estantes o costaleros, 

anderos, hombre de trono, cargadores, etcétera.

En principio, cualquier cristiano puede formar parte de una cofradía, sin más que conseguir la firma de 

algún hermano que lo avale. Los nuevos miembros realizan un acto de bienvenida que se denomina Jura 

de Reglas, en la que el nuevo hermano besa el Libro de Reglas y el Evangelio y renueva, afirma y jura su condición cristiana y su fidelidad y servicio a dicha Hermandad.


¿Cuáles son los orígenes de las Cofradías?

La pasión, muerte y resurrección de Jesucristo se reproduce en los Oficios de la Liturgia, en el interior 

de los Templos, pero la gente del pueblo necesitaba ver más, identificarse con éstos hechos y así sale la 

Semana Santa a la calle.

Desde el siglo XII ya se empiezan a celebrar procesiones, pero es especialmente a partir del Concilio de 

Trento (s.XVI), cuando comienza el auge y expansión de este tipo de asociaciones.


¿Qué facetas deben atender especialmente las Cofradías?

El aspecto espiritual-religioso, es el principal y fundamental.

 – Personalizar la fe.

 – Promover la celebración comunitaria de la fe, a través de la Eucaristía.

 – Dar a conocer el pasaje evangélico que se procesiona.

 – Dar razón de nuestra fe esperanza en lo que creemos y del por qué lo hacemos.

El aspecto cultural-histórico, como entidades han ido reuniendo a lo largo de los años una serie de 

elementos artísticos que sirven de expresión del sentimiento religioso, los cuales hay que conservar y 

potenciar sin perjuicio de la obligada atención social a las personas próximas a su entorno y sectores 

sociales que lo necesiten.


¿Cuál es su principal actividad externa?

La principal aunque no la única es la procesión, por ello debe de ser especialmente preparada, todo 

debe de tener un significado y un sentido.

La salida procesional se convierte en una verdadera catequesis popular, por ello debe reflejar una 

profunda religiosidad, seriedad y respeto.

La culminación de todo esto, debe de dar la impresión de lo que sacamos a la calle, no solo son nuestras 

imágenes, sino el amor, anunciado diariamente con obras y actitudes tanto a nivel personal como social, 

de sus miembros unidos en fraternidad.

La Semana Santa concita muchas voluntades, pero no podemos dejar que nos secuestren su sentido más 

profundo. Celebramos junto a María el Misterio de la Muerte y la Resurrección de su hijo. Es la expresión 

máxima de nuestra fe, con la idiosincrasia de nuestro pueblo.

Es una fiesta cristiana, pero sin la fe puede quedar simplemente en un mero espectáculo.

Reconocemos la gran riqueza que genera la Semana Santa, pero tenemos el deber de pedir que no 

desvirtúen el sentido profundo de este

Misterio Pascual, o al menos que lo respeten.


Una historia de fe: culto público y fraternidad

Nuestra cofradía se ha dedicado a promover el culto público procesional, que debe ser siempre el fruto 

externo de una profunda vida interior.

Los cofrades deben de saber, que muchas de las personas que ven nuestra Estación de Penitencia en la 

calle, apenas tienen otra experiencia religiosa y otro contacto con la Iglesia. Esto aumenta nuestra 

responsabilidad.

“Cristo y la Virgen María no están en las luces, ni en las flores, ni en los bordados, sino en el esplendor 

de la fe, de la piedad, y la caridad de los Cofrades”.

Al cofrade de hoy, se le pide una coherencia entre fe y vida, entre actos externos y espiritualidad 

interior. Esta es la fuerza que mantiene viva la historia cofrade.


Un rico patrimonio espiritual y material

El cofrade debe de conocer su historia y patrimonio, tiene que ser una persona formada al servicio de su 

hermandad.

Los objetos y las formas, tan ricas en nuestra Estación de Penitencia, alcanza su pleno sentido, al 

servicio de la evangelización, son instrumentos para interpelar a quienes, creyentes o no, las 

contemplan.

La procesión, cuando se hace con devoción, buenas obras y oración deben de ser una llamada de fe, 

para los que nos observan.

El rico patrimonio de las personas

La mayor riqueza de una hermandad la constituyen sus hermanos.

La seriedad con el compromiso cofrade será el primer rasgo que los defina, la sana convivencia crea 

hermandad.

Otro rasgo será su colaboración con la cofradía, lo que le obliga a participar en las actividades que 

realice ésta.

La Junta de Gobierno

En ella es donde recaerá la mayor parte de servicio y dedicación a la cofradía, por ello las personas 

elegidas deben de servir de estimulo para los demás cofrades, siendo importantes colaboradores de la 

iglesia.


Un patrimonio material: custodiar una herencia

Es obligación de los hermanos el conocer y el difundir los estatutos.

– Los Estatutos. Son las reglas que van a regular los aspectos esenciales de las mismas: fines, derechos y 

deberes de los hermanos, indican la dinámica y los actos de elecciones de cargos, cultos, sociales, etc.

– Libro de Actas. Es importante el llevar un buen libro de actas, en el que recoger los aspectos más 

relevantes llevados a cabo del año, palabras del Hermano Mayor, junta de gobierno, listado de hermano, 

actos litúrgicos, culturales, sociales, obras sociales y todo aquello que sea digno de resaltar.

– La Imagen. Es el símbolo por excelencia del cofrade, infunde fervor religioso, devoción, emoción y 

posee la mayor función pedagógico-evangélica.

A través de la Imagen se establece el misterioso diálogo entre la persona y Dios.

Los hermanos deben de fomentar la devoción de sus sagrados titulares, así como cuidar en todo 

momento sus valores estéticos, sus indumentarias sus altares, capillas, ornamentos, etc.

– El Trono. Es el lugar en el que se procesiona la Imagen, hay que cuidarlo y dotarlo de una calidad 

artística digna.

– La vestimenta cofrade. Es la muestra más evidente de la fraternidad que debe de reinar en la 

cofradía.

El capirote o verdugo permiten al Nazareno ir en el anonimato más profundo, sin protagonismo de 

ninguna clase, solamente ir rezando o en continua conversación con sus sagrados titulares.

– La insignia. Es el signo que identifica a la cofradía, a través de sus elementos se conoce su advocación 

o historia. Todo hermano debe de conocer su significado.

– La Estación de Penitencia. Es el acto central, es necesario cuidarlo con esmero, hay que potenciarla 

así como el resto de actos a lo largo del año.


Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

MARÍA, EJEMPLO DEL COFRADE

 


 María, la Madre de Jesús, es figura relevante en la espiritualidad cristiana. Todo hemos recibido y vivido una devoción mariana. Todavía hay gente que confunde a María con la imagen que hay en su pueblo e incluso promueve una rivalidad infantil con el pueblo vecino. 

María es la “Madre de todos”. Lo que sabemos de María, lo sabemos por el Evangelio Es muy significativo que María fuese de origen humilde, la importancia de ésta mujer no iba radicar en su condición, sino en su vida de fe y de fidelidad al Hijo.

 La vida de María puede considerarse como una peregrinación en la fe. María en el instante de la Anunciación, después de haber manifestado su condición de virgen, creyó que por el poder del altísimo, por obra del Espíritu Santo, se convertiría en la madre del Hijo de Dios. 

La historia de María es una “historia de fe” La anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida en el que se inicia todo. 

María es saludada con un “alégrate” como anuncio de la Buena Noticia que se extenderá por todo el mundo, se le confía la misión de parte de Dios: ser madre a través de tres acciones, “concebirás en tu seno”, darás a luz un hijo”, “le pondrás por nombre Jesús”. 

Será el Espíritu de Dios, quien inicie en María una nueva Creación. Es de destacar la actitud de servicio, obediencia y de disponibilidad ante el Misterio de su Hijo. “hágase en mi según tu palabra”. A lo largo del relato del nacimiento y la infancia de Jesús, podemos comprobar como María asume con naturalidad su papel materno. 

María permaneció en intimidad constante con el misterio de su Hijo y con él avanzaba en la fe. La presencia de María en las Bodas de Caná demuestra cómo seguía la Madre al Hijo y cómo la perseverancia en la fe le permite, situarse entre sus primeros discípulos.

La Madre aparece como la primera que cree en Jesús, lo que a su vez provoca la primera señal que suscita la fe de los discípulos. El Gólgota, el lugar donde Jesús es crucificado y junto a la Cruz está su madre, siguió a su Hijo hasta el final, demuestra una valentía y fidelidad que ninguno de sus seguidores manifestó. 

Por medio de la fe, la Madre participa en la muerte de su Hijo Es significativa la presencia de María en el momento fundacional de la comunidad cristiana, en el que el Espíritu la Consagra para cumplir su misión. María fue coherente con su fe desde la anunciación hasta la constitución de la Iglesia. 

La que está presente como Madre en el misterio de Cristo, por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo se hace presente, también como madre, en los misterios de la Iglesia. Un autentico culto a la virgen: no la adoramos, la veneramos La presencia de la Virgen en el culto cristiano está íntimamente unida a Cristo y a la Iglesia.

 En la ternura e María el pueblo ha buscado siempre el gran signo del rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, María es una señal de esperanza. La devoción real a María es el camino de nuestra salvación para pasar del ritualismo hueco a una mayor profundidad religiosa. 

Otro error que cometen nuestras cofradías a la hora de manifestar el culto a María, es la adoración, es ésta una desviación por exceso, pues María no debe ser adorada. La adoración es un culto debido solamente a Dios, como supremo dueño y señor de todas las cosas. María tiene que ser objeto de veneración, pero ésta debe de ser especial. 

La Iglesia impulsa a lo largo del año litúrgico el culto a la Virgen María

Solemnidades. 

  • la Inmaculada Concepción de María (8.12).
  •  Santa María Madre de Dios (1.01). 
  • La Anunciación del Señor (25.03)
  •  La Asunción de la Virgen María (15.08) 

Fiestas. 

  • La Presentación de Jesús en el Templo(2.02)
  •  la Visitación de la Virgen María (31.05)
  •  la Natividad de la Virgen María(8.09) 

A pesar de las muchas advocaciones que actualizan el misterio mariano, el culto a María es único e indivisible. 

María no hay más que una: la de los Evangelios. Cada uno ha de elegir entre sus advocaciones preferidas de Nuestra Señora, aquella que le haga más cristiano.


Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

JESUCRISTO FUNDAMENTO DE NUESTRA SEMANA SANTA

 


La historia comenzó en Belén de Judá. La escena del portal de Belén ha dado lugar a una de las 

imágenes mas entrañables de nuestra historia familiar y a la fiesta más cálida en los fríos inviernos: la 

Navidad, en ella celebramos el origen de esta historia de amor de Dios al hombre. Jesús vive en Nazaret 

un pequeño pueblo de Palestina, patria del pueblo Judío, gobernado por tres poderes. Pilatos, que 

representa a los romanos, el pueblo invasor, su único objetivo es obtener tributos.

Herodes que representa al poder político del pueblo judío sometido.

Administra la ley humana y mantiene su estatus con el fin de que se mantenga la paz social.

El Sanedrín que representa al poder religioso, siguen la ley divina, rígida y cerrada, que discrimina a las 

personas por razón de su raza, sexo, etc, presentan a un Dios vengador y justiciero.

El secreto de Jesús: “Jesucristo es Dios y hombre verdadero”

Jesús de Nazaret no deja indiferente, muchos han visto a Jesús al profeta, al hombre iluminado y 

valiente, otros ven en Jesús a un revolucionario que quiso subvertir el orden establecido denunciando la 

hipocresía y la injusticia y proponiendo una nueva forma de vida basada en el amor mutuo. “AMAOS LOS 

UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO”.

Tampoco en su tiempo Jesús dejó indiferente a nadie, impactó en la vida de sus discípulos, realizó 

milagros patentes entre los suyos, se opuso a los poderosos a los fariseos, anunció que los pobres y 

perseguidos iban a ser lo privilegiados y anunció el Reino de los Cielos.

Pero los ideales de Jesús no eran de este mundo, ni siquiera eran propiamente los suyos, sino del Padre, 

unos planes de Dios para el hombre que no coinciden con la idea que el pueblo de Israel se había venido 

haciendo de su liberación y del Mesías, ni siquiera sus discípulos lo comprenden entonces.

Y es que muchas veces la imagen y los deseos que nos hacemos los hombres, están muy lejos del camino 

trazado por Jesús de Nazaret, un camino basado en una respuesta fiel a lo que el Padre le pide.

El programa de Jesús consistió en hacer posible el Reino de Dios en la tierra, no solo combatiendo la 

miseria física, sino sobre todo, ofreciendo un estilo de vida incompatible con las ambiciones de este 

mundo, luchando por la condición humana.

La llegada de Jesús al mundo supone la instauración de un orden nuevo en el que el hombre no vive ya 

esclavizado por la ley. Es fiel al Padre y por ello se enfrenta con toda la sociedad de su tiempo.

Jesús acepta la autoridad y las leyes de su tiempo, pero se sitúa ante ellas con entra libertad, ante los 

escribas y fariseos, adopta una postura critica en la interpretación de la ley, ante los sacerdotes, Jesús 

da un giro radical del régimen de la Antigua alianza, Jesús establece un nuevo orden en las relaciones 

del hombre con Dios, a quien muestra como Padre cercano.

La mayoría de los contemporáneos de Jesús quedaron escandalizados por esa apuesta por los más 

débiles y por los pecadores.

Los escribas y fariseos acusaban a Jesús de dar un mensaje de subversión que anteponía los últimos, 

viudas, leprosos y prostitutas a los primeros.

Si Jesús hubiera vivido de otra forma, no hubiera muerto en la Cruz, pero él prefirió la muerte antes 

que engañar y mentir, antes que callarse ante las cosas que estaban mal y las injusticias del mundo. 

Solo su Madre, el discípulo amado y algunas mujeres le acompañaron hasta el final. Con su muerte 

construye una nueva sociedad basada en los valores del Reino de Dios.

Cristo crucificado es “poder de Dios y sabiduría de Dios porque la necedad divina es más sabia que la 

sabiduría de los hombres y la debilidad divina más fuerte que la fuerza de los hombres”.

Los apóstoles comenzaron su predicación por el testimonio de algo que al mundo le parece absurdo, 

sencilla y llanamente que Jesús es el Cristo y que ha resucitado.

Id pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del 

Espíritu Santo y enseñarles a guardar todo lo que yo es mandado” Como el Padre me envió yo también 

os envío.

Ésta palabras nos lanzan a la misión de los hijos de Dios, vivir y realizar en nosotros la vida del Padre.


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Jesús Manuel Cedeira Costales.

lunes, 7 de febrero de 2022

¿Qué es un Nazareno en nuestra Cofradía?



El Nazareno, es una persona que cumple con sus obligaciones en el momento adecuado, es una persona de orden y eficacia, que realiza las actividades que le piden y las desempeña lo mejor que se puede. 

El que pertenece a esta Cofradía, organiza su tiempo, actividades y está pendiente de cumplir con lo encomendado, su palabra es sinónimo de garantía y de credibilidad ante los demás.

 El Nazareno aprecia el orden y el horario, no se olvida de mantener un ambiente agradable entre todos los que le rodean allí donde se encuentra, es feliz con lo que hace, no ve el compromiso como una carga, no se molesta cuando le piden algo, piensa que es el medio para llegar a todos a través del servicio a los demás.

 Un Nazareno lo es en sus actividades cotidianas, con su familia, en el trabajo y en la comunidad, no hace falta que nadie le diga lo que tiene que hacer, por que está pendiente de cumplir con lo que le corresponde.

 La familia de un Nazareno transmite el valor de la disciplina con el ejemplo, para que así sea más fácil adquirirlo.


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Jesús Manuel Cedeira Costales.

domingo, 6 de febrero de 2022

LA COFRADÍA PARTE DE LA IGLESIA Y LA EUCARISTÍA FUENTE Y CUMBRE DE LA VIDA CRISTIANA



Según quien hable y desde donde hable, se dicen muchas cosas sobre la Iglesia, pero todos ponen de 

relieve la necesidad de redescubrir la realidad profunda e identificadora de la Iglesia.

La Iglesia “somos todos los bautizados”

La Iglesia somos todos los bautizados. Somos los colaboradores de Dios, nos reunimos partiendo de la fe comunitaria, como hermanos, con la misión de hacer presente el Reino de Dios en la tierra, dando 

testimonio de verdad, justicia, paz, libertad, amor y fraternidad.

Como pueblo de Dios tenemos unas características que nos distinguen:

– Se llega a ser miembro por el sacramento del Bautismo.

– Tenemos por “Señor y Jefe” a Jesús.

– Nuestra “ley” es el Mandamiento Nuevo. Amar como el mismo nos amó.

– Anunciamos con nuestra vida que el reino de Dios ha comenzado y que queremos vivirlo.

Todos tenemos una misma misión y proyecto, aunque las tareas de cada uno sean distintas, la verdadera 

fe no es algo individual, sino que es un asunto personal y comunitario.

La Iglesia no es solo los curas, ni frailes y monjas, la iglesia somos también nosotros, iglesia es nuestra 

cofradía y eres tu, todos estamos en la misma barca y todos somos responsables.

Somos nosotros, los cristianos los que tenemos que trabajar por y para la Iglesia.

Los sacramentos son la vida de la iglesia

Todos debemos de colaborar en la misión fundamental, anunciar y vivir el Reino de Dios, la parroquia es 

la visión de la iglesia en el barrio o ciudad en el que vivimos, ella nos ofrece los medios para vivir la vida 

cristiana.

La vida cristiana se expresa en comunidad a través de los sacramentos, se conciben como una fiesta, 

lugar de encuentro con alegría, convivencia y algo que compartir.

Junto al Bautismo y la Confirmación, la llamada Iniciación cristiana se completa con el sacramento de la 

Eucaristía, en ella recordamos la palabra de Dios y realizamos nuestras peticiones: liturgia de la 

Palabra.

Perpetuamos la muerte y resurrección de Jesús con los signos del pan y el vino, cumpliendo su mandato: 

liturgia del sacrificio. Y nos unimos profundamente a Él y los demás con el rito de la comunión.

La misa es una llamada a la asamblea del pueblo, un cristiano no debe de ir por obligación o 

compromiso, sino por necesidad de ir.

Los sacramentos acrecientan y refuerzan la vida personal y social del cristiano, el principal la Eucaristía.

Las Cofradías, parte del cuerpo de Cristo

Las cofradías deben dejarse llenar del Espíritu para, en primer lugar, descubrir sus respectivas funciones 

específicas como parte de la Iglesia, y en segundo lugar para que, a través de su carisma y actuación, 

cada uno de sus hermanos descubra la misión a la que es llamado por Dios.

Como movimiento eclesial las cofradías debemos alimentarnos de actuaciones que son la base de la vida 

cristiana, la lectura de la palabra de Dios, la catequesis como proceso de formación, la participación en 

los Sacramentos como impulso de una vida renovada, la oración como punto y lugar de encuentro.

Nuestro acercamiento a otras comunidades de la Iglesia

Las cofradías tenemos nuestras propias características, entre las más significativas está el culto público, 

la catequesis plástica y visual, la práctica de la caridad fraterna, oct. todas estas peculiaridades, no 

rompe la unidad e los cristianos, si llegamos a entender que los cristianos cada uno tenemos una misión, 

un compromiso y una vocación.

Tenemos que fomentar el acercamiento frecuente a los Sacramentos, la formación de los hermanos, 

acudir frecuentemente a la oración comunitaria. Así mismo debemos de acercarnos a otros grupos, 

asociaciones de la Iglesia.

El calendario litúrgico pone a nuestro alcance una serie de momentos que podemos compartir con el 

reto de la Iglesia.

La Parroquia, una comunidad de comunidades

La parroquia es la célula básica de la Iglesia, la comunidad de referencia, en la cual nos unimos a 

nuestros hermanos más cercanos, ésta a su vez debe de favorecer la integración de todos en su seno.

Todos los integrantes de la parroquia deben de luchar para que no haya elementos que estorben una 

autentica vida de comunidad y fraternidad. La unidad de la parroquia es fundamental para su buen 

funcionamiento y para llegar a Dios.

La Iglesia hace memoria del sacrificio de Cristo

Cuando celebra la Eucaristía, la iglesia recuerda, los acontecimientos de la salvación, de forma muy 

especial la pasión, muerte y resurrección del Señor.

A su vez, actualiza, hace presente en cada celebración el acontecimiento de la pasión, muerte y 

resurrección del Señor y que fue la finalidad de toda la vida de Jesucristo, su entrega hasta la muerte 

por su amor a nosotros.

Se anticipa la vida eterna, la salvación plena y definitiva que nos ha conseguido el Señor.

Al celebrar la Eucaristía, hacemos presente el único sacrificio que realmente salva, por el que somos 

perdonados. La Eucaristía es según la carta a los hebreos “un sacrificio de Alabanza” y de acción de 

gracias.

La Eucaristía construye la Iglesia, como Cuerpo de Cristo

A partir de la Eucaristía, San Pablo entiende a la Iglesia como verdadero “Cuerpo de Cristo Resucitado”.

Cristo resucitado está presente en la reunión de los cristianos, aunque sean muy pocos.

La comunidad cristiana es mucho más, es el cuerpo de Cristo través del cual Jesucristo salva a todo el 

que cree en Él y le sigue.

La Eucaristía nos hace a todos miembros unos de otros: Hermanos

La Eucaristía, tercer sacramento de la Iniciación Cristiana junto al Bautismo y la Confirmación, nos hace 

cuerpo de Cristo Resucitado. No miembros iguales, sino diferentes.

Ser miembros del Cuerpo de Cristo, genera la “comunión con los hermanos”, es comunión con todo 

bautizado, que es mi hermano. “los amigos se escogen pero los hermanos nos vienen dado”

Si se olvida la Caridad, la celebración de la Eucaristía se convierte en Escándalo.

Juan Pablo II nos dejo dicho:” un signo de la misericordia de Dios, hoy especialmente necesario, es el de 

la caridad, que nos abre los ojos a las necesidades de quienes viven en pobreza y marginación…”

No es tanto que la Eucaristía nos compromete con el amor al prójimo, es que la Eucaristía misma es 

amor de Dios a mí y a todos y fuente de mi amor a Dios y al prójimo, que son hermanos.

La Eucaristía nos envía a llevar la Buena noticia: nos hace misioneros

Al finalizar la Eucaristía se nos dice “podéis ir en paz”, esta frase tiene un doble significado, primero, 

que lo que hemos celebrado lo acojamos como gracia, como el gran regalo del Padre, y que no acabe en 

el templo y segundo que los que hemos celebrado la Eucaristía lo anunciemos a los demás.

Cada domingo es fiesta: ”La familia apóstol del día del Señor”

La familia es un cauce privilegiado para transmitir la fe y los valores cristianos.

Juan Pablo nos dice que celebremos el domingo como el “Día del Señor”, la familia está llamada a ser 

hoy “apóstol del día del Señor”.

El domingo es una formación cristiana permanente e insustituible en la sociedad actual.

La Eucaristía es encuentro de la familia de los hijos de Dios, en torno a la mesa de la Palabra divina y 

del Cuerpo de Cristo, cada domingo es una fiesta.


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Jesús Manuel Cedeira Costales.

sábado, 5 de febrero de 2022

MISIÓN DEL COFRADE EN EL MUNDO


¿Qué facetas deben atender especialmente las Cofradías?

 El aspecto espiritual-religioso, es el principal y fundamental. 

– Personalizar la fe.
 – Promover la celebración comunitaria de la fe, a través de la Eucaristía. 
– Dar a conocer el pasaje evangélico que se procesiona.
 – Dar razón de nuestra fe esperanza en lo que creemos y del por qué lo hacemos. 

El aspecto cultural-histórico, como entidades han ido reuniendo a lo largo de los años una serie de elementos artísticos que sirven de expresión del sentimiento religioso, los cuales hay que conservar y potenciar sin perjuicio de la obligada atención social a las personas próximas a su entorno y sectores sociales que lo necesiten. 

¿Cuál es su principal actividad externa? 

La principal aunque no la única es la procesión, por ello debe de ser especialmente preparada, todo debe de tener un significado y un sentido. La salida procesional se convierte en una verdadera catequesis popular, por ello debe reflejar una profunda religiosidad, seriedad y respeto. 

La culminación de todo esto, debe de dar la impresión de lo que sacamos a la calle, no solo son nuestras imágenes, sino el amor, anunciado diariamente con obras y actitudes tanto a nivel personal como social, de sus miembros unidos en fraternidad. 

La Semana Santa concita muchas voluntades, pero no podemos dejar que nos secuestren su sentido más profundo. Celebramos junto a María el Misterio de la Muerte y la Resurrección de su hijo. 

Es la expresión máxima de nuestra fe, con la idiosincrasia de nuestro pueblo. Es una fiesta cristiana, pero sin la fe puede quedar simplemente en un mero espectáculo. 

Reconocemos la gran riqueza que genera la Semana Santa, pero tenemos el deber de pedir que no desvirtúen el sentido profundo de este Misterio Pascual, o al menos que lo respeten. 

En la vida cristiana conviene distinguir entre lo importante y lo secundario, un ejemplo de esta 

confusión entre lo esencial y lo secundario, podría ser incluso como se supervalora las promesas, las 

ofrendas: no asisto a Misa del Domingo, pero voy cada viernes a visitar a la imagen e mi devoción.

Es necesario hacer descubrir a nuestra gente menos formada, la riqueza de nuestra fe y qué es lo 

esencial, entonces se actúa de otra manera, las prácticas religiosas las realizan no como una obligación, 

sino como una necesidad interior.

Ser cofrade cristiano no puede limitarse a unas prácticas religiosas exigidas por unos Estatutos, se tiene 

que notar en la vida diaria. Hay que ser cristiano de corazón y no conformarse con serlo solo de 

devociones.

Las obras son buenas o malas según el espíritu con que las hacemos. La cofradía cuando sale a la calle 

debe ser el reflejo de su actividad normal, debe de tener un valor social que le haga acreedor de su 

confianza.

– el cristiano es un hombre que cree y acepta la presencia de Dios en su vida.

– reconoce a Cristo como único Señor y lo celebra en los Sacramentos.

– la alegría cristiana es un producto de paz interior, un don precioso.


Vivir la fe en grupo, en hermandad

Hoy más que nunca, los cristianos tenemos que aprender a vivir la fe en grupo, el nuevo modo de vivir la  fe en grupo lo podemos comenzar nosotros a experimentar en la cofradía.

No tiene sentido reunirse mil veces para hablar de dinero y de cultos y no preocuparse por los demás 

hermanos. Tampoco tiene sentido pertenecer a una cofradía y no tener curiosidad por conocer y saber 

cosas de ella, de la parroquia o de lo que piensan otros grupos cristianos.


Unir fe y vida: ser consecuentes

Creer no es recitar, sino vivir y practicar eso que decimos creer.

Para Dios siempre es tiempo de conversión y a nadie se le niega en la iglesia una nueva oportunidad.


La labor misionera de los laicos. En medio del mundo

Todos los seglares cristianos, comprometidos y asociados, debéis ser la avanzadilla de la misión 

evangelizadora de la Iglesia, a los cristianos laicos se le requiere el testimonio valiente y razonado en 

todos los ámbitos de la sociedad.

La presencia del seglar cristiano en el mundo, su compromiso con las tareas de mejoras, son un signo de la vitalidad de la Iglesia, tienen que ser:

– Un creyente que proclama con valentía su fe en Jesucristo.

– Persona de comunión, no es un solitario sino un solidario.

– Paciente, porque que el Reino de Dios se va haciendo paso a paso y día a día.


Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.