viernes, 1 de noviembre de 2019

LETANÍA DE LOS SANTOS





La letanía de los santos es una oración cristiana en la que se solicita la intercesión de todos los santos, esto es, de aquellos reconocidos como modelos de conducta cristiana y que por ello gozan de la felicidad del cielo y pueden interceder por los que aún estamos en la tierra, según la fe de la Iglesia católica y también de la Iglesia ortodoxa.

 Es uno de los ruegos más solemnes de la Iglesia católica.


La letanía de los santos es una de las oraciones católicas más antiguas que aún se emplean en nuestros días. Se rezaba ya en los días de San Basilio († 379) y de San Gregorio Taumaturgo (muerto alrededor del 270).


No se sabe cuándo o quién la compuso, pero hay registros de que fue empleada en la “Litania Septiformis” de San Gregorio Magno, y en la procesión de San Mamerto, obispo de Viena, en el siglo V. 

También se le empleó públicamente luego de una terrible seguidilla de inundaciones, pestes y enfermedades ocurridas en Roma alrededor del año 590.


Usos: oración solemne del rito romano


La oración en forma de letanía actualmente queda en la Iglesia católica como vestigio de otras épocas en que eran muy habituales: diversas oraciones en la misa y fuera de ella quedan como prenda de este uso, como son el Kýrie eleison o el Agnus Dei, o las Letanías lauretanas en honor a la Virgen, en el rezo del Rosario, si bien, esta invocación a los santos es usada solamente en las ocasiones más solemnes e importantes de la liturgia cristiana: en la liturgia más importante del año, la Vigilia Pascual se pide la protección de la iglesia celeste por todo el pueblo cristiano y en especial por aquellos que se incorporarán a la Iglesia por el bautismo con las aguas bendecidas esa noche solemne.

Otras ocasiones de gran importancia en las que también se utiliza son las Dedicaciones de nuevas iglesias y altares o las ordenaciones de diáconos, sacerdotes u obispos, así como bendiciones de abades, abadesas y vírgenes, como actos de consagración a Dios de la mayor envergadura, sea de un edificio material como de la asunción personal de una opción radical de vida evangélica. 

También se cantan en la canonización de nuevos santos o en el inicio del cónclave para elegir nuevo papa, actos del magisterio papal de suma importancia.

 Además de estos actos solemnes en la liturgia de la Iglesia Católica (los más solemnes quizá dentro de la misma), queda también abierto su uso, como no, en la devoción personal y en las súplicas ante necesidades graves e importantes, en las que se implora la invocación no de un santo, tenido como protector ante una determinada necesidad, sino de toda la corte celeste. 

También es cantada en los ritos de desagravio y en funerales del sumo pontífice de la iglesia, de los cardenales, obispos, presbíteros y diáconos, entre otros eclesiásticos, como canto de entrada, durante el responso o cuando es sepultado dicho cadáver, también cuando es ingresado al templo para su velatorio.


Su importancia es tal, que es una de las seis letanías autorizadas por la Santa Sede para su uso en ceremonias públicas.

La letanía de los santos es a menudo recitada o cantada en una forma más corta el día de Todos los Santos.


La letanía, es un llamado al Cielo, a fin de obtener la ayuda de muchos de los santos más grandes de la fe católica, así como para pedir la protección divina. 

Es también muy a menudo, parte especial tanto de la Vigilia de Pascua (la misa en la que los que han recibido instrucción en la fe son bautizados) como de las misas de Ordenación de sacerdotes, diáconos y obispos. 


"Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad...no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" Lumen Gentium, 49.







Secciones


El rezo de la letanía de los santos, aunque puede ser tanto ampliada como reducida según parezca conveniente, siempre dentro de lo marcado en la liturgia oficial de la Iglesia (en los bautismos de niños se utiliza una sección muy breve, por ejemplo), siempre cuenta con una estructura fija e inalterable: 


I. Súplica a Dios: Se inicia con la aclamación Kýrie eléison, Señor, ten piedad, y, en su versión extendida, según consta en el Gradual Romano, la súplica trinitaria, "Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros; Dios Hijo, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros, etc."


II. Invocaciones a los santos: Después siguen las invocaciones a los santos propiamente dichas. Se enuncia su nombre y se responde con la petición de "ruega (rueguen, rogad) por nosotros (por él/ella, en casos concretos)". Los santos siempre se enuncian con un orden jerárquico definido e inalterable. Como muestra, la lista usada en la solemne Vigilia Pascual, si bien existe una lista más completa. 


a) Virgen María (con una o diversas invocaciones):

Santa María, Madre de Dios,


b) Santos ángeles, patriarcas y profetas:

San Miguel,

San Gabriel,

San Rafael,

Santos ángeles de Dios,

San Juan Bautista,

San José,


c) Santos apóstoles, evangelistas y discípulos del Señor (sin distinción de sexos en ningún apartado, más que los obvios):

Santos Pedro y Pablo,

San Andrés,

San Juan,

Santa María Magdalena,


d) Santos mártires:

San Esteban,

San Ignacio de Antioquía,

San Lorenzo,

Santas Perpetua y Felicidad,

Santa Inés,


e) Santos obispos, doctores y padres de la Iglesia:

San Gregorio Magno,

San Agustín,

San Atanasio,

San Basilio,

San Martín,


f) Santos presbíteros y religiosos:

San Benito,

Santos Francisco y Domingo,

San Francisco Javier,

San Juan María Vianney,

Santa Catalina de Siena,

Santa Teresa de Ávila,


g) Santos laicos: (en la lista pascual no se nombra ninguno, pero aquí suelen constar, en listas más amplias, santa Mónica, san Fernando o santa Isabel)


f) Invocación genérica: Santos y Santas de Dios.

Esta lista es, respetando su formato original para cada una de las celebraciones litúrgicas, ampliable; es más, se recomienda que se haga con los santos (nunca beatos) patronos del lugar o de protección especial, pero siempre respetando el orden jerárquico establecido y no con un simple añadido al principio o al final, como se ve en algunos sitios de Internet.


III. Invocaciones a Cristo: Invocaciones y peticiones de protección al Señor sobre diversas aflicciones, por los méritos de su vida, muerte y resurrección, tales como

De todo mal, líbranos, Señor. (...)

Por tu encarnación, líbranos, Señor.

Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor.


IV. Súplicas por diversas necesidades: Sigue la parte más variable, en la que, a modo de oración universal, se pide por las necesidades de los reunidos y por quienes se invoca (ordenandos en una ordenación, catecúmenos en el bautismo, etc.). Se responde con "Te rogamos, óyenos".

Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.

Para que (...), te rogamos, óyenos.

Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos


V. Conclusión: Como conclusión, se añade el típico: Cristo óyenos, Cristo escúchanos, o también, en las versiones más extensas, la letanía con el "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor", etc., además de una oración conclusiva, dirigida a Dios.


Esta fórmula tan completa y solemne, además, se realiza siempre cantada y puestos de rodillas, a excepción de los domingos y en el tiempo de Pascua, en que se hace estando de pie.



Artículo enviado por:


Jesús Manuel Cedeira Costales.


Fuentes:


wikipedia.org


proyectoemaus.com

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