lunes, 26 de marzo de 2018

ADORACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS CRUCIFICADO




1.ª  A la llaga del pie izquierdo

Te adoro, llaga santísima del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo; y por la sangre que por ella derramaste, te suplico, ¡benignísimo Salvador mío!, me concedas una fe viva, y perdones los malos pasos y movimientos de mi vida disipada.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

2.ª  A la llaga del pie derecho

Te adoro, llaga sacratísima del pie derecho de mi Señor Jesucristo; y por el dolor que por ella padeciste, te suplico, ¡dulcísimo Redentor mío!, traspases mi alma con el clavo de tu santo temor, concediéndome una firme esperanza, y la gracia de andar siempre recto por el camino real de tu santa ley.
(Padrenuesto, Avemaría y Gloria)

3.ª  A la llaga de la mano izquierda

Adoro, amantísimo Jesús mío, la llaga de tu mano izquierda; y te doy gracias de haberla recibido por mi amor. Concédeme por la sangre que por ella derramaste, una caridad ardiente; perdóname las ofensas que te hice con mis perversas acciones, palabras y sentidos.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

4.ª  A la llaga de la mano derecha

Adoro, pacientísimo Jesús mío, la llaga santísima de tu mano derecha; y por los tormentos que en ella padeciste por mi amor, te suplico me perdones el mal uso que hice de mis potencias, y me otorgues la gracia de estar en el Juicio Final a tu mano derecha con los escogidos.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

5.ª  A la llaga del costado

Te adoro, llaga amorosísima del costado de Jesús; ¡quién pudiese morar en ese sagrado asilo, en ese divino Corazón en quien descansan los elegidos! Por la sangre y agua preciosa que salió de ese costado abierto, y por el vivo dolor que hirió el Corazón de tu amantísima Madre; concédeme, Señor, la perseverancia final, y haz que penetren en mi pobre corazón los nobilísimos afectos que animaban el tuyo.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Oración

Te rogamos, Señor, mires benigno a estos tus siervos, por los cuales  Nuestro Señor Jesucristo voluntariamente se entregó en manos de los pecadores y sufrió el tormento de la cruz. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuentes: (Popular). 

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