Introducción
La Pascua de Resurrección es la fiesta en torno a la cual
gira todo el año litúrgico. Hacemos el memorial de la victoria de Jesús sobre
su muerte y la nuestra, y tras la inmediata preparación, con los textos y
gestos con que el tiempo de Cuaresma nos ha acompañado, entramos en el gozo
pascual poniendo un aleluya en nuestros labios.
Esta liturgia madre se concentra en los días del Triduo
pascual que nos prepara para llegar a la noche de pascua desde el Domingo de
Ramos con la entrada en Jerusalén, pasando por la Misa Crismal, la Misa In
Coena Dominidel Jueves Santo y el Oficio de la Pasión del Señor del Viernes
Santo. Todo un itinerario que nos permite hacer un camino que nos conduce hasta
la luz resucitada de la victoria de Cristo.
Toda la intensidad y la solemnidad que estas celebraciones
implican, se han visto inevitablemente alteradas en sus tiempos y espacios, por
esta pandemia del Covid-19 que ha supuesto una inesperada modificación de
cuanto desde hacía meses veníamos preparando y esperando con ilusión creyente y
cristiana.
Hemos cerrado las iglesias, ermitas y centros de culto por
las indicaciones de obligado cumplimiento que nos han dado las autoridades
civiles, tanto nacionales como regionales que hemos querido secundar con
responsabilidad ciudadana, facilitando así que, cuanto antes, se pueda parar el
crecimiento exponencial de los contagios y preservar tanto a los contagiados
como a los que podrían correr el riesgo de contagiarse.
Los sacerdotes han sido invitados a celebrar diariamente la
Santa Misa ofreciéndola por estos momentos de prueba que afecta a toda la
comunidad cristiana, por las personas que han ido falleciendo, por quienes han
contraído la infección del virus, por los que están en primera línea de ayuda
como personal sanitario, y por los que sostienen la esperanza de tantas
personas como los sacerdotes que acompañan a sus feligreses creando cauces
alternativos para acercarles la Palabra de Dios y el consuelo de la fe, junto a
las celebraciones por vías telemáticas y otros recursos espirituales para orar
en las casas en familia.
La Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los
Sacramentos y la Conferencia Episcopal Española, han emitido orientaciones
concretas para poder vivir esta inédita Semana Santa. En base a ellas, damos estas
indicaciones que hemos de observar para evitar el exceso de una actuación que
sería inadecuada como si nada hubiera pasado, o el defecto de una inanidad que
nos dejaría sin celebrar debidamente el corazón de la liturgia cristiana.
Las normas que se os presentan para la celebración de la
Semana Santa sin asistencia de pueblo, afectan a las parroquias directamente.
Las comunidades religiosas o nuestros dos seminarios, se atendrán a estas
normas, y asimismo harán las celebraciones sin la asistencia de pueblo. Se
aplica también a las celebraciones en la Santa Cueva del Santuario de
Covadonga, con la asistencia únicamente de las dos comunidades religiosas y los
canónigos, teniendo en cuenta las distancias consabidas. Dígase igualmente
respecto de cualquiera otra comunidad cristiana laical, asociación de fieles o
movimiento apostólico, que tendrán de observar las mismas indicaciones sin que
se puedan reunir para una liturgia privada del entorno de sus habituales
celebraciones propias.
A todos nos apena este “ayuno” de cuanto en situaciones
normales podemos vivir y hasta gozar con inequívoco fruto espiritual y gracia
eficaz para nuestras vidas, pero es el momento de unirnos todos en “espíritu y
verdad” (Jn 4, 23-24), para adorar al Dios vivo mientras nutrimos nuestra alma
de su Palabra y vivimos la nostalgia de sus sacramentos como una verdadera
hambre de su santa Eucaristía.
Quiera el Señor y nuestra madre la Santina de Covadonga,
sostener nuestra esperanza y hacernos vivir este momento con una actitud
verdaderamente cristiana. Quizás no está en nuestras manos cambiar las
circunstancias, pero sí poder mirarlas y vivirlas de otra manera, la manera
cristiana.
Orientaciones generales
En las celebraciones del Triduo Pascual, se deberá respetar
su horario fijado en las rúbricas. Por tanto, la Misa de la Cena del Señor ha
de celebrarse en la tarde del Jueves Santo. El Oficio de la Pasión, en torno a
las tres de la tarde, pudiéndose avanzar o retrasar según las rúbricas. La
Vigilia Pascual no debe comenzar antes de la caída del sol.
Las parroquias que, sin asistencia del pueblo, retransmiten
las celebraciones del Triduo por cauces telemáticos, procuren orientar la
celebración con moniciones breves y adecuadas, y no omitan la homilía. Si es
posible, que tampoco falte el canto.
Orientaciones para el Domingo de Ramos
El Domingo de Ramos no forma parte del Triduo Pascual, pero
es su pórtico de entrada y anticipa la lectura de la Pasión del Señor en espera
del día de la Pascua.
En la Misa se omite la bendición de los Ramos y la
celebración comienza con la entrada sencilla, es decir, se canta la antífona o
el canto de entrada, se llega a la Sede y la Misa comienza con la señal de la
cruz y el saludo del ministro.
La lectura de la Pasión la puede hacer un solo lector, en
este caso, el sacerdote que preside la Misa.
Orientaciones sobre la Misa Crismal
La Misa Crismal se
celebrará el Martes Santo, como es habitual en nuestra Catedral Metropolitana a
las 11h de la mañana. Participarán exclusivamente junto al Sr. Arzobispo, el
Sr. Deán de la Catedral y el Canónigo responsable de la liturgia.
Se omitirá la renovación de las promesas sacerdotales, que
serán realizadas dentro de alguna jornada sacerdotal más adelante, según
permita la evolución de la pandemia, y que oportunamente se comunicará.
Se indicará más adelante la fecha en la que se podrá recoger
por parte de las parroquias los óleos consagrados en la Misa Crismal de este
año. Hasta ese momento, pueden seguir utilizándose los que el Sr. Arzobispo
bendijo el año pasado.
Orientaciones para el Jueves Santo
Este año, de modo excepcional, todos los sacerdotes pueden
celebrar privadamente la Misa de la Cena del Señor.
Las campanas, tal y como indica el Misal, se harán sonar en
el momento del Gloria. Este rito adquiere este año un carácter más
significativo como indicación a los fieles de la celebración que se está
teniendo en la parroquia y permite que ellos puedan unirse espiritualmente.
Se omite el rito del lavatorio de los pies.
Después de la comunión, se reserva el Santísimo en el
Sagrario. El rito se desenvuelve como en las celebraciones habituales, es
decir, sin solemnidad alguna, ni procesión, ni incienso, ni velo humeral.
Tampoco se prepara el lugar de la reserva que denominamos Monumento. La Misa
termina con la oración para después de la comunión. Finalizada ésta, el
sacerdote se retira a la sacristía omitiendo la bendición.
Al finalizar la Misa, se desviste el altar como indica el
Misal.
Orientaciones para el Viernes Santo
La celebración de la
Pasión del Señor se desarrolla tal y como indica el Misal Romano. No obstante,
la adoración de la Santa Cruz con el beso, se limite sólo al celebrante.
En la oración universal se añadirá una plegaria con el
número XI con el siguiente texto:
“Oremos también por los enfermos del Covid-19, por todos los
que están a su cuidado, por los profesionales de la sanidad, por los que están
buscando una solución desde la ciencia a esta pandemia, por las fuerzas de
seguridad, por los que han muerto, por sus familiares y amigos, para que el
Señor, dueño de la vida y de la muerte sostenga nuestra esperanza y nos dé
abundantemente su gracia˝.
Se ora un
momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo Unigénito soportara la debilidad de nuestra carne, el sufrimiento y la muerte de cruz, concédenos propicio consuelo en la enfermedad, fuerza a los que están al cuidado de la salud de los
enfermos, apoyo en nuestras debilidades, consuelo a los que lloran la muerte de sus seres queridos, y el descanso eterno a los que han sufrido la muerte, para que tu pueblo pueda alegrarse por el cese de la pandemia que nos aflige, y pueda servirte llevando a cabo lo que te agrada. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Orientaciones para la Vigilia Pascual
En la primera parte de la celebración, denominada
Lucernario, se realiza todo en el presbiterio. Tras la monición inicial, que
puede omitirse, se suprime la bendición del fuego y se procede a la bendición
del cirio pascual, que se enciende y se coloca en su lugar. Omitiendo la
procesión y las aclamaciones, se canta o lee el pregón pascual.
La Liturgia de la Palabra se desarrolla de modo habitual.
Durante el Gloria, se hacen sonar las campanas.
La Liturgia bautismal se reduce únicamente a la renovación
de las promesas del Bautismo. Se omite, pues, la procesión a la pila bautismal,
la bendición del agua y la aspersión. Se finaliza esta parte con la oración de
los fieles.
Se omite la celebración del bautismo.
La liturgia eucarística, tal y como indica el Misal.
Una vez más, elevo mis oraciones por todos vosotros,
sacerdotes, religiosas, laicos y familias, que cada cual en su lugar y con su
menester en la vida, trata de vivir esta circunstancia de la mejor manera
cristiana. Junto a la bendición del Señor, invoco la intercesión de nuestra
Santina de Covadonga.
Dado en Oviedo, a
veintisiete de marzo de dos mil veinte.
Fr. Jesús Sanz
Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Artículo enviado
por:
Jesús Manuel Cedeira
Costales.
Fuente:
iglesiadeasturias.org
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