PRIMERAS VÍSPERAS
Domingo de Ramos
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
HIMNO
Las banderas reales se adelantan
y la cruz misteriosa en ellas brilla,
la cruz en la vida sufrió muerte
y en que, sufriendo muerte, nos dió vida.
Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
que, al ser herido por la lanza dura,
derramó sangre y agua en abudancia
para lavar con ellas nuestras culpas.
En ella se cumplió perfectamente
lo que David profetizó en su verso,
cuando dijo a los pueblos de la tierra:
"Nuestro Dios reinará desde un madero."
¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,
árbol ornado con la regia púrpura,
y destinado a que su tronco digno
sintiera el roce de la carne pura!
¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes,
en que estuvo colgado nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató tu presa a los infiernos!
A tí, que eres la única esperanza,
te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
que acrecientes la gracia de los justos
y borres los delitos de los malos.
Recibe, oh Trinidad, fuente salubre,
la alabanza de todos los espíritus,
y tú que con tu cruz nos das triunfo,
añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Todos los días me sentaba en el templo para
enseñar y nunca me prendisteis; ahora, flagelado, me lleváis para ser
crucificado.
Salmo 118, 105-112
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡ estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclina mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Todos los días me sentaba en el templo para
enseñar y nunca me prendisteis; ahora, flagelado, me lleváis para ser
crucificado.
Ant. 2 El Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte esta en tu mano:
me a tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciará de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 El Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes.
Ant. 3 El Señor Jesús se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte y una muerte de cruz.
Cántico
Flp. 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se anonadó así mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 El Señor Jesús se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte y una muerte de cruz.
LECTURA BREVE
1Pe. 1, 18-21
Ya sabéis con qué os rescataron: no con bienes
efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin
defecto ni mancha. Ya de antes de la creación del mundo estaba él predestinado
para eso; y al fin de los tiempos se ha manifestado por amor a vosotros. Por él
creéis en Dios que lo resucitó de entre los muertos y lo glorificó. Así vuestra
fe y esperanza se centran en Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Salve, Rey nuestro, Hijo de David, Redentor del
mundo; ya los profetas te anunciaron como el Salvador que habría de venir.
Cántico de la Santísima Virgen María
PRECES
Adoremos a Cristo, quien, próximo ya a su pasión, al
contemplar a Jerusalén, lloró por ella, porque no había aceptado el tiempo de
gracia; arrepintiéndonos, pues, de nuestros pecados, supliquémosle, diciendo:
Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Tú que quisiste reunir a los hijos de Jerusalén, como
la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas,
enséñanos a reconocer el tiempo de tu visita.
No abandones a los fieles que te abandonaron,
antes concédenos la gracia de la conversión y
volveremos a ti, Señor, Dios nuestro.
Tú que, por tu pasión, has dado con largueza la gracia
al mundo,
concédenos que, fieles a nuestro bautismo, vivamos
constantemente de tu Espíritu.
Que tu pasión nos estimule a vivir renunciando al
pecado,
para que, libres de toda esclavitud, podamos celebrar
santamente tu resurrección.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que reinas en la gloria del Padre, acuérdate de los
hoy han muerto. Porque la victoria de Cristo es nuestra victoria, nos atrevemos
a decir a Dios: Padrenuestro ...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro
Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos
nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de
su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES
Domingo de Ramos
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado
y por nosotros murió, venid adorémosle.
Salmo 94
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia.
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.
¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: "¡Hosanna!", y haceos
como los niños hebreos
al paso del Redentor,
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre de Señor! Amén.
SALMODIA
Ant. 1 El numeroso gentío, que había venido a la
fiesta, aclamaba al Señor: "Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo."
Salmo 117
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación,
Escuchad : hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
"La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa."
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 El numeroso gentío, que había venido a la
fiesta, aclamaba al Señor: "Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo."
Ant. 2 Con los ángeles y los niños, cantemos al
triunfador de la muerte: "Hosanna en el cielo."
Cántico
Dn. 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti
gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a ti
gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Con los ángeles y los niños, cantemos al
triunfador de la muerte: "Hosanna en el cielo."
Ant. 3 Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz
en el cielo y gloria en las alturas.
Salmo 150
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Bendito el que viene en ombre del Señor. Paz en
el cielo y gloria en las alturas.
LECTURA BREVE
Za 9, 9
Alégrate hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira
a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno,
en un pollino de borrica.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que
viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria diciendo:
"Bendito eres, Señor."
Cántico a Zacarías
PRECES
Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue
aclamado por las multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con
gozo, diciendo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna a ti, Hijo de David y rey eterno;
hosana a ti, vencedor de la muerte y del mal.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y
entra así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de
vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la
abundancia de los frutos de este árbol.
Salvador nuestro, que viniste a salvar a los
pecadores,
conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te
aman.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo
con toda confianza: Padrenuestro ...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro
Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos
nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de
su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
SEGUNDAS VÍSPERAS
Domingo de Ramos
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Llevaba roja la túnica
y enrojecido el cabello.
¿De dónde, con pies sangrantes,
abanzas tú, Lagadero?
"Del monte de la batalla
y de la victoria vengo;
rojo fue mi atardecer,
blanco será mi lucero."
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
También de blanco le ví
el vestido y el aliento;
bello como las estrellas,
como flor de cardo bello.
Rojo como la amapola
y blanco como un cordero:
carmesí sus heridas
y blancos sus pensamientos.
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
Por toda la negra tierra
el chorro de sus venenos:
sangre preciosa su sangre
que hace blanco el sufrimiento.
¡Oh Cristo, de sangre roja!
¡Oh Cristo, dolor supremo!
A ti el clamor de los hombres,
en ti nuestros clavos fieros.
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
SALMODIA
Ant. 1 Herido y humillado, Dios lo exaltó con su
diestra.
Salmo 109
Oráculo del Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrados de tus pies."
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendre, como rocío,
antes de la aurora."
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
" tú eres sacerdote eterno
según el rito Melquisedec."
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantara la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Herido y humillado, Dios lo exaltó con su
diestra.
Ant. 2 La sangre de Cristo nos purificará, para dar
culto al Dios vivo.
Salmo 113
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad;
¿por que han de decir las naciones:
"dónde está tu Dios?"
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, encambio, son plata y oro,
hechuras de manos humanas:
Tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que lo hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga la casa de Israel,
bendiga la casa de Aaron,
bendiga a los fieles de Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no hablan al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, si, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 La sangre de Cristo nos purificará, para dar
culto al Dios vivo.
Ant. 3 Cargado con nuestros pecados subió al leño para
que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Cántico
1Pe. 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Cargado con nuestros pecados subió al leño para
que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
LECTURA BREVE
Hch. 13, 26-30a
Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de
salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús,
pero, al condenarlo a muerte, dieron cumplimiento a las palabras de los
profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa
alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que lo hicieran morir. Una vez que
cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo
depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. "Dice la Escritura: ´Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas del rebaño´; pero, después de mi resurrección, iré
delante de vosotros a Galilea; allí me veréis", dice el Señor.
Cántico de la Santísima Virgen María
PRECES
Oremos humildemente al Salvador del género humano, que
sube a Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu
sangre.
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos
unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los
afligidos,
para poder nosotros consolar a los que está
atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.
Mira con bondad a aquellos a quienes hemos
escandalizado con nuestros pecados,
ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que
resplandezca en todo tu santidad y tu amor.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la
muerte y una muerte de cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de
tu cuerpo glorioso, y a nosotros concédenos también que un día participemos de
su felicidad. Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos
atrebemos a orar al Padre, diciendo: Padrenuestro ...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro
Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos
nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de
su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Artículo
enviado por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
Fuente:
Catholic.net
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