Acompaña
a tu Dios alma mía, cual vil asesino llevado ante juez, y al autor de la vida
contempla, por ti condenado a muerte cruel. Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte; ya lloro mis culpas y os pido perdón. Madre afligida, de pena hondo
mar, logradnos la gracia de nunca pecar.
Con
la cruz de mis culpas cargado, exhausto de fuerzas camina tu Dios, y al subir
la pendiente le impelen, por fuera sayones, por dentro tu amor. Dulce Redentor, mis pecados tus hombres oprimen; ya lloro…
Con
sus alas de nieve los ángeles, pasmados de espanto cubrieron su faz, bajo el
tosco y pesado madero, en tierra caído su Dios admirar. Dulce Redentor, por mis hierros caíste en tierra; ya lloro…
Del
Calvario subiendo a la cumbre, el reo divino a su Madre encontró, y una espada
de filos agudos del Hijo a la Madre hirió el corazón. Dulce Redentor, yo esta herida causé a vuestra Madre; ya lloro…
Porque
al monte con vida llegaste, los duros escribas con saña infernal, a Simón Cirineo
alquilaron que a Cristo, ayudase la Cruz a llevar. Dulce Redentor, yo también quiero ser Cirineo; ya lloro…
Con
ternura y Piedad la Verónica, el rostro sangriento de Cristo enjugó, y entre
pliegues de lienzo por premio, grabada la imagen llevó del Señor. Dulce Redentor, en mi pecho grabad
vuestra imagen; ya lloro…
Otra
vez el Señor de los Cielos, volvió fatigado el polvo a besar, y otra vez los
esbirros crueles, con Él descargaron su ira y crueldad. Dulce Redentor, nunca más
caeré ya en pecado; ya lloro…
Vio
Jesús unas cuantas mujeres, movidas de lástima lloraban por Él, y les dijo
llorad por vosotras, piadosas mujeres por mí no lloréis. Dulce Redentor, vuestras penas taladran mi pecho; ya lloro…
Con
sus duras caídas cristiano, las tuyas pretende Jesús resarcir, a tu Dios por
tercera vez mira, de polvo y de sangre cubierto por ti. Dulce Redentor, vuestro amor del infierno me libre; ya lloro…
Los
vestidos con saña quitaron, del monte a la cumbre al paciente Jesús, y por no
iluminar tanta afrenta, las puras estrellas negaron su luz. Dulce Redentor, ya no más liviandad e
impurezas: ya lloro…
Alma
mía en la Cruz duro lecho, los miembros sagrados entiende tu bien, y con clavos
agudos taladran, los viles soldados sus manos y pies. Dulce Redentor, yo esos clavos clavé en vuestros miembros; ya lloro…
Tiembla
el orbe y el sol se oscurece, al ver en un palo expirar a su Dios. Rompe en
llanto también tú alma mía, pensando que muere Jesús por tu amor. Dulce Redentor, mis pecados os dieron la muerte; ya lloro…
De
Jesús al cadáver sagrado, María en sus brazos llorando tomó, y con voz de dolor
le decía, que muerte te han dado mi bien y mi amor. Dulce Redentor, respondedle que aquí está el culpable; ya lloro…
En un
frío y oscuro sepulcro, los restos sagrados guardaronsé ya, triste madre cuán
sola te quedas, seré yo el consuelo de tu soledad. Dulce Redentor, yo a la madre privé de su hijo; ya lloro…
Artículo enviado por: Jesús
Manuel Cedeira Costales.
Fuente: (Popular).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.