La sensación que se puede trasladar al mundo del costal, ya que las emociones y las vivencias del costalero son distintas de una hermandad a otra influyendo sobre ellas principalmente la devoción a la imagen y el grupo con el que se trabaja y no debiendo ser influyentes en el resultado final del trabajo realizado, pues el costalero cuando se compromete y se incorpora a una cuadrilla lo hace sabiendo a lo que va, que no es otra cosa que ser los pies de María o de su Bendito Hijo.
Hoy se siente, se vive y disfruta de una manera diferente. Muchos recordamos experiencias pasadas donde nuestra satisfacción era llegar con la mayor compostura posible.
Gracias a Dios, esto cambió y el costalero ahora disfruta y nos hace disfrutar a todos los que nos gusta la Semana Santa.
Pero este boom del mundo del costal también viene acompañado de cambios importantes en las cuadrillas y en las hermandades, siendo cada vez más frecuente que aquellas que, amparadas en su popularidad o por la gran demanda de sitio en sus cuadrillas, hacen de obligado cumplimiento lo que para otras puede ser impensable a día de hoy.
Edad, ser hermanos obligatoriamente, pagar papeleta de sitio, uniformidad completa, son términos que a nadie le extrañan, más aún ahora que casi nadie recuerda los tiempos no tan lejanos en que las hermandades nutrían a los jóvenes que a ellas se acercaban de costal, faja, camiseta y si me apuran hasta de zapatillas de esparto a cambio de su esfuerzo bajo las trabajaderas.
Este cambio tan radical viene motivado por la ley de oferta y demanda, la bonanza económica, la mejora en las herramientas de trabajo y sobre todo por la concienciación de los costaleros que entienden que estas herramientas deben de ser de calidad y acordes a sus necesidades.
Algo que comenzó como una moda absurda, costales de colorines y muñequitos, etc ha dado paso a ropas más adecuadas de tejidos más discretos, que mejoran el rendimiento posibilitando un mejor trabajo del costalero.
Es un gran avance que evidencia el compromiso de los costaleros para con su afición/devoción y por tanto una descarga para las hermandades que ven como estos recursos se pueden invertir en patrimonio y otras partidas presupuestarias.
Sin embargo nos encontramos en un punto donde las exigencias se acrecientan y de una aportación desinteresada por el bien del costalero y de la hermandad, se ha pasado a la obligación.
En mi opinión los requisitos estéticos y económicos no implican ni llevan asociados que se quiera más, se mime más, se ayude más o se tenga un mayor compromiso hacia la imagen, el capataz, los compañeros, o la hermandad.
Si el costalero no es solidario, disciplinado, comprometido y leal, difícilmente utilizará su devoción, su esfuerzo y sus herramientas de labor de forma correcta, pues su energía quedará dispersa y diluida entre vítores y emociones que tan sólo serán percibidos por él y sus egos.
Los únicos requisitos para aquel que siente, se emociona y tiene fe son entrega, confianza, lealtad y compromiso.
Por desgracia estas facetas tiene más que ver con las personalidades que habitan en el interior de cada uno que con los requisitos impuestos, por esto quizás las hermandades y los responsables de las cuadrillas deberíamos incidir más en la formación de personas para potenciar el respeto hacia su capataz, compañeros y hacia la Imagen que portan, pues estos valores constituyen los grandes pilares que deben primar en un grupo y en una cuadrilla.
Estos valores son los que nos hacen costaleros, los que nos permite hacernos llamar hermanos y lo que nos hacen que seamos parte de una cuadrilla y a través de los cuales se puede llegar a la amistad, a la complicidad y a la unidad que se mantendrá más allá de los ensayos o del día de salida.
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
Texto de MANUEL OROZCO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.