26 de mayo de 2020
Hermano:
Si queremos convertirnos, en gran medida, en personas
espiritualizadas, debemos estar atentos a lo que Dios nos dice.
A pesar de la dificultad de estos días, no perdemos el
ánimo. Confiamos en que Jesús ha preparado un lugar especial para cada uno de
nosotros. Al igual que los discípulos cuando Jesús fue arrebatado de su vista,
esperamos su venida en gloria y nos consuela la promesa del don del Espíritu
Santo.
El Salvador promete a sus discípulos la venida del
Espíritu Santo, que Dios había anunciado antiguamente a través de Joel (cf. Jl
2,28), y el poder del cielo, para que fueran fuertes e invencibles y no
temieran predicar a los hombres por todas partes el misterio divino...
Habiéndoles bendecido... fue llevado al cielo para
compartir el trono del Padre, también con la carne que estaba unida a él. Este
es el nuevo camino que la Palabra abrió para nosotros cuando apareció en forma
humana; y en lo sucesivo, a su debido tiempo, vendrá de nuevo en la gloria del
Padre con los ángeles y nos llevará junto a él.
Glorifiquemos, por tanto, al que siendo la Palabra de
Dios se hizo hombre por nuestro bien; al que sufrió voluntariamente en la
carne, resucitó de entre los muertos y abolió la corrupción; al que fue elevado
y que vendrá con gran gloria para juzgar a los vivos y a los muertos y para dar
a cada uno según sus obras; por él, a Dios Padre sea la gloria y el poder con
el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Enviado
por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
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