Francisco propone dos oraciones marianas en tiempos del
Coronavirus, en una carta dirigida a todos los fieles para el mes de mayo 2020:
“Las restricciones de la pandemia nos han “obligado” a valorizar esta dimensión
doméstica, también desde un punto de vista espiritual”
El papa Francisco invitó a todos los fieles a redescubrir
“la belleza de rezar el Rosario en casa”. Lo hizo a través de una carta
especial para el mes de mayo de 2020, mes que la Iglesia Católica dedica a la
Virgen María.
“Se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios
manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En
este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia”, escribió
Francisco.
La misiva, firmada este sábado 25 de abril, recuerda que las
“restricciones de la pandemia nos han ‘obligado’ a valorizar esta dimensión
doméstica, también desde un punto de vista espiritual”.
Por eso, aseguró, “he pensado proponerles a todos que
redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo”.
El Obispo de Roma insiste en que los fieles pueden elegir,
según la situación, rezar el Rosario “juntos o de manera personal, apreciando
lo bueno de ambas posibilidades”.
Pero, afirmó, “en cualquier caso, hay un secreto para
hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos
esquemas de oración para seguir”.
Para la ocasión, Francisco ofreció dos textos de oración a
la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, especialmente pensados para
estos tiempos de pandemia. Textos que el mismo Papa dirá durante el mes de
mayo, “unido espiritualmente a ustedes”.
Por último, el Sucesor de Pedro, invitó a contemplar juntos
“el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre” y nos “unirá
todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré
por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen
por mí”.
Francisco se despidió con un agradecimiento especial para
todos los fieles que acepten esta iniciativa y rezarán el Rosario en el mes de
mayo de 2020.
Cabe recordar que el próximo, 1 de mayo, en el santuario de
Caravaggio, en Italia, los obispos consagrarán la nación al corazón Inmaculado
de María, 21 horas (hora local).
El evento tendrá un momento de oración en la Basílica de
Santa María del Fonte en Caravaggio, en la provincia de Bérgamo, en la diócesis
de Cremona, donde la Virgen María se apareció el 26 de mayo de 1432 al joven
conde Giannetta de’ Vacchi. Bergamo es la región italiana más golpeada por el
brote del Covid-19.
A continuación, las oraciones propuestas por el Papa
dedicadas a la Virgen María:
Oración 1
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano, sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás para que, como en
Caná de Galilea, vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo y se cargó de
nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y
bendita.
Oración 2
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y
angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre
nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos
en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos
y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo
que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para
evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde
confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las
consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de
misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un
horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo,
pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que
abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal
sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en
primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su
heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los
enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso
evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de
ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con
sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo
necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo
alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas
de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de
armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de
futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de
pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos
une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda
de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza
en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus
hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta
terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como
signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
Virgen María! Amén.
Artículo enviado
por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente:
InfoVaticana
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