El incensario se utiliza en las ceremonias
solemnes, durante los siguientes momentos:
·
En la procesión de entrada, lo lleva el
"turiferario" (que es el nombre del acólito o monaguillo que se
encarga del incensario). Sólo lo lleva ondeando de forma lateral alrededor de
90 grados (45° a la izquierda y más o menos en ángulo similar a la derecha). El
incensario se toma con la mano izquierda en la punta de la cadena, y con la
derecha un poco más abajo, que es la que proporciona el vaivén.
·
Cuando el sacerdote llega al presbiterio,
el turiferario se lo entrega y el sacerdote inciensa el altar, el sagrario y el
santo patrono de la iglesia. Después lo entrega de nuevo al turiferario y éste
se retira.
·
Durante el evangelio, de nueva cuenta
entrega el turiferario el incensario al sacerdote para que incensé el
evangelio. Cuando termina de incensar lo entrega al turiferario y este
permanece a un lado hasta que termina el evangelio.
·
Durante el ofertorio, después de que el
sacerdote se lava las manos, de nueva cuenta se entrega el incensario al
sacerdote para que incensé el altar.
·
Durante la consagración, el turiferario
debe hincarse al frente del altar, y al momento de que el sacerdote levanta el
pan el turiferario lo inciensa por tres veces hacia adelante, en tres
ocasiones. Esto es, levanta el incensario e inciensa uno, dos, tres. Después
baja el incensario y otra vez, uno, dos, tres. Y una vez más. Igual se hace 3 x
3 cuando el sacerdote levanta el cáliz.
·
Generalmente no se utiliza el incensario
en la procesión de salida (donde sólo se lleva como en la entrada). Sin
embargo, esto depende del gusto del sacerdote celebrante, por lo que vale la
pena preguntarle antes que si quiere se use el incensario al final.
La función que desempeñan los
acólitos en la Hermandad no sólo requiere de una preparación técnica (por ejemplo,
saber manejar el incensario o cuándo levantar el cirial) sino que además
precisa de cierta formación litúrgica y catequética de manera que el “saber
hacer” vaya acompañado del “saber por qué se hace”. Así la participación en los
cultos internos y externos se hace más activa y se es más consciente del
auténtico privilegio que el ser acólito representa.
Para poner en marcha alguna actividad
formativa, tratar cuestiones de organización los hermanos que actualmente
integran el grupo de acólitos como a todos aquellos que estén interesados en
formar parte del mismo deberían tener una reunión a celebrar en la Casa de
Hermandad cona catequesis realizada por el Promotor Sacramental y el Diputado
de Culto
La incensación
A. Los ministros
Un acólito porta el turíbulo. A éste se le denomina
turiferario. Una forma de tenerlo es poner la argolla del disco en el meñique
de la mano derecha, mientras sostiene la otra argolla con el pulgar o con el
índice de la mano derecha, al tiempo que coloca la mano izquierda sobre el
pecho. Mientras esté humeante el incensario, el turiferario debe de estar
balanceándolo.
Otro acólito puede portar la naveta. La lleva en la
mano derecha, y pone la mano izquierda sobre el pecho. Si no hay posibilidad de
tener dos acólitos, el mismo turiferario lleva la naveta en la mano izquierda,
pegada al pecho, mientras que en la derecha lleva el incensario.
La preparación del incensario
Antes de las celebraciones litúrgicas debe de
prepararse el incensario en la sacristía, colocando carbones encendidos en su
interior.
Antes de cada incensación, debe de ponerse incienso en
el turíbulo. La norma general es que el celebrante principal sea quien ponga
los granos de incienso, aunque en algunas ocasiones, como para incensar el
Cuerpo y Sangre de Cristo en la consagración, puede hacerlo otro ministro.
Para poner el incienso debe procederse de la siguiente
forma: el turiferario pasa el turíbulo a la mano izquierda y, con la mano
derecha, toma la cadena unida a la tapa, y la levanta; luego, sujeta esa cadena
con la mano izquierda y, con la mano derecha, toma las cuatro cadenas por la
mitad y eleva el incensario a la altura del pecho del celebrante. Cuando ha
hecho eso, otro acólito le acerca la naveta destapada al celebrante. El
celebrante toma incienso de la naveta con la cuchara y lo deposita sobre los
carbones encendidos. Luego bendice el incienso con el signo de la cruz, sin
decir nada. En la forma tradicional, al inicio de la Misa se bendice diciendo:
Ab illo benedicaris, in cuius honore cremáberis (Seas bendecido por Aquél en cuyo
honor serás quemado). Una vez que el celebrante ha bendecido el incienso, el
turiferario baja la mano derecha y suelta las cadenas; luego, se pasa el disco
de la mano izquierda a la derecha.
En el caso de la liturgia episcopal hay unas
variaciones. La primera es que, si se encuentra en la cátedra o en la sede, se
sienta para poner incienso en el incensario, de no ser así, pone el incienso
estando de pie. La segunda es que quien le presenta la naveta es el diácono, si
lo hay, cuando se prepara el turíbulo fuera de la cátedra.
Si el que va a incensar es el celebrante, como ocurre
en el ofertorio, el turiferario toma las cadenas por la mitad con la mano
izquierda, y entrega el turíbulo al celebrante: le pone el disco en la mano
derecha del celebrante y las cadenas en la mano izquierda. En caso de que el
celebrante sea obispo, el turiferario le debe dar el incensario al diácono, y
éste se lo entrega al obispo en la forma que hemos dicho.
C. Cómo incensar
Quien va a incensar toma la con la mano izquierda el
disco y la parte superior de las cadenas, dejándola descansar contra el pecho.
Con la mano derecha se deja que las cadenas pasen entre el dedo índice y medio,
a la vez que con el pulgar se asegura, de modo que el incensario pueda
controlar y dirigir fácilmente.
Una vez que ha tomado así el turíbulo, puede incensar.
Pero antes debe de hacer una reverencia hacia el objeto o persona que se
incensará, salvo que sea el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.
Tras la reverencia, se acerca el incensario hasta el
pecho, y se levanta hasta la altura de la cabeza, salvo cuando se inciensa el
altar, que se queda en el mismo nivel.
Luego mueve el turíbulo hacia delante y hacia atrás de la persona u
objeto que se inciensa. Si se hace una sola vez este movimiento se denomina
“ictus”. Si se hace dos veces este movimiento se llama “ductus”.
Con tres ductus se inciensa: el Santísimo Sacramento,
la reliquia de la Santa Cruz y las imágenes del Señor expuestas solemnemente,
también las ofrendas, la cruz del altar, el libro de los Evangelios, el cirio
pascual, el Obispo o el presbítero celebrante, la autoridad civil que por
oficio está presente en la sagrada celebración, el coro y el pueblo, el cuerpo del
difunto.
Debe decirse que el Santísimo Sacramento se inciensa
de rodillas.
Con dos ductus se inciensan las reliquias e imágenes
de los Santos expuestos para pública veneración, y sólo al inicio de la
celebración, cuando se inciensa el altar.
Finalmente, con ictus se inciensa el altar de este
modo: a) si el altar está separado de la pared, el sacerdote lo inciensa
dándole enteramente la vuelta; b) en cambio, si el altar no está separado de la
pared, el sacerdote, mientras camina, inciensa primero la parte derecha, luego
la parte izquierda del altar. Si la cruz está sobre el altar o junto a él, se
inciensa antes que el mismo altar; si no, cuando el sacerdote pasa delante.
Cuando se hace la incensación del ofertorio, antes de
hacerla al altar, deben de incensarse las ofrendas. Esto puede hacerse con tres
ductus, como se dijo, o haciendo la señal de la cruz con el incensario sobre
las ofrendas
Es aconsejable, después de cada ductus, bajar un poco
la mano derecha y volver a subir hasta la altura de la cara para el siguiente
ductus, para que se distingan bien los movimientos de la incensación.
D. Cuándo se usa el incienso
En la Misa se usa el incienso:
a) durante la procesión de entrada;
b) al comienzo de la Misa, para incensar el altar;
c) para la procesión y proclamación del Evangelio;
d) en la preparación de los dones, para incensar las
ofrendas, el altar, la cruz, al celebrante, a los con celebrantes y al pueblo;
e) en el momento de mostrar la hostia y el cáliz,
después de la consagración.
También se usa incienso, como se describe en los
libros litúrgicos:
a) en la dedicación de una iglesia y de un altar;
b) en la consagración del sagrado crisma, cuando se
llevan los óleos benditos;
c) en la exposición del Santísimo Sacramento con la
custodia;
d) en las exequias de los difuntos;
e) en las procesiones de la Presentación del Señor,
del Domingo de Ramos, de la Misa en la Cena del Señor, de la Vigilia pascual,
en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; en la solemne traslación
de las reliquias, y en general en las procesiones que se hacen con solemnidad;
y
f) En Laudes y Vísperas solemnes, que se puede
incensar el altar, al Obispo y al pueblo mientras se canta el cántico
evangélico.
Artículo
enviado por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
Fuentes:
Monaguillos
Católicos
liturgiapapal.org
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