lunes, 2 de marzo de 2020

EL PAPA FRANCISCO ADMIRA NUESTRA RELIGIOSIDAD POPULAR



«El Papa Francisco admira nuestra religiosidad popular.  Lo que entorpece a las cofradías son las rivalidades y los protagonismos» (Demetrio Fernández, obispo de Córdoba).


—Sobre las cofradías: usted, que no es andaluz, ¿cómo se adaptó a la forma de entender la religiosidad popular de Córdoba?


—No me costó adaptarme a ello. Para mí fue impresionante desde el primer día: el primer acto al que tuve que asistir fue al pregón de la Semana Santa. Me impresionó mucho ver cuánta gente participa en las procesiones. La religiosidad popular es una manifestación de la fe del pueblo, que además en estos años hemos vivido en ocasiones especiales con la Magna, con el Via Crucis o con la Magna Nazarena. Si yo hubiera sido reacio a la religiosidad popular, quizás todo eso no se hubiera celebrado; el mérito está, lógicamente, en la Agrupación de Cofradías y en el Cabildo, y lo que yo he hecho es alentarlos. Hemos ido hace poco a ver al Papa y yo le mostré el catálogo de la exposición de la Magna Nazarena y él mismo quedaba admirado. El Papa Francisco me dio entonces alguna lección sobre la religiosidad popular como cauce de vivencia y de expresión de la fe del pueblo y como cauce de evangelización. La transmisión de la fe, en Córdoba y en la provincia, se hace a través de la visualización de la salida de Jesús Nazareno, de una imagen de la Virgen o de una determinada estación de penitencia, o través de las fiestas de alegría, que también las hay, como las fiestas de las Cruces o las patronales.


—Alguna vez los pastores de la Iglesia deslizan la idea de que las manifestaciones de la religiosidad popular se quedan en las formas y no se centran en la espiritualidad. ¿Usted qué opina?


—Ese peligro lo tenemos siempre, pero no solo en la religiosidad popular: también en los sacramentos cercanos a la eucaristía, que a veces pueden no ser coherentes con la celebración eucarística, que es lo más sublime que tenemos. Creo que donde hay personas hay defectos, y que lo que hay que hacer es aprovechar el caudal positivo por el mejor cauce posible. Lo peor de las cofradías no es su manifestación exterior, que me parece extraordinaria y grandiosa, sino los pecados de cada cofrade, empezando por los del obispo: eso es lo que entorpece, los protagonismos, las rivalidades que desdicen de la fraternidad. Sé que en las cofradías esta fraternidad, en especial con los más necesitados, se realiza con buena cota de bondad. Pero claro que hay defectos, como los hay en mi vida y en la de usted.



Artículo enviado por:




Jesús Manuel Cedeira Costales.




Fuente:



 Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
en sevilla.abc.es

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