“El cristiano que medite atentamente en la vida,
Pasión y Muerte del Señor, encontrará allí en
abundancia,
todo lo que le es necesario para progresar
en su vida espiritual, sin necesidad de ir a buscar
fuera de Jesús algo que le pueda aprovechar mejor”
(Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo)
“Nuestro tiempo no es tiempo de temor ya que somos
testigos de un Dios que ofreció la vida para lograr hacerse amar. La Pasión de
Jesús fue llamada un exceso, por lo cual nadie que la medite podrá seguirle a
medias. Si quieres crecer en la vida del espíritu, piensa todos los días en los
padecimientos del Señor porque pensando en ellos es imposible que no te llenes
de amor y fortaleza; amor capaz de relativizar los demás efectos en comparación
con el suyo, y fortaleza para sobrellevar con gozo las pruebas y las cargas
inevitables de la vida.¿Quién podrá temer si se abraza a la Cruz de Nuestro
Redentor?”
(San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia)
“Pues no quise entre vosotros
sino a Jesucristo, y Éste Crucificado”
(San Pablo, I Carta a los Colosenses, cap.11, vers.2)
Oración:
Heme aquí, o buen y dulce Jesús. De rodillas ante tu
divina presencia te pido y suplico, con todo el fervor de mi alma que te dignes
grabar en mi corazón los más vivos sentimientos de fe, de esperanza y de
caridad, de verdadero arrepentimiento de mis pecados y la voluntad firmísima de
enmendarme, mientras que con sincero afecto e íntimo dolor de corazón considero
y medito en tus cinco llagas, teniendo muy presentes esas palabras que el
profeta David ya decía de ti, o buen Jesús: “Traspasaron mis manos y mis pies,
y contaron todos mis huesos”.
(Indulgencia plenaria en las condiciones de costumbre
para quien reza esta oración frente a la imagen del Crucificado, después de la
comunión – Papa Pío IX 31 de julio de 1850).
Artículo
enviado por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
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