sábado, 5 de diciembre de 2020

LOS ESTUDIANTES, "CUSTODIOS "DE LAS CAPILLAS DEL MONSACRO SUBEN A COLOCAR LOS BELENES EN SUS CAPILLAS.

 



 

La Iglesia señala que es laudable la costumbre de instalar en las casas y en las iglesias un «belén» o «nacimiento», que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad. El mismo puede ser bendecido por un laico.

 

Los belenes se colocan tradicionalmente en Solemnidad la inmaculada y hasta el 2 de febrero, las candelas, final tradicional de las fiestas navideñas por ser la última de las celebraciones que conmemora la infancia del Señor.

 

Para ello se reúne la familia, y el padre o la madre de la misma dice “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Todos se santiguan y responden: “Amén”. Luego, el que dirige la celebración dice: “Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo”. Todos responden: “Bendito seas por siempre, Señor” (Bendicional 1246).

 

Luego, el que dirige la oración dice: “Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad” (Bendicional 1247).

 

Posteriormente, Uno de los miembros de la familia lee un texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo, Lc 2, 4-7a: María dio a luz a su hijo primogénito (Bendicional 1247). Acabada la lectura de la Escritura puede tener lugar un canto. Terminado el canto o la lectura de la Palabra de Dios, se hacen unas preces para pedirle al Señor que, por su Nacimiento, proteja a esa familia (Bendicional 1250).

 

Acabadas las preces, el que preside, con las manos juntas, dice una de las dos oraciones siguientes, a elección de la familia (Bendicional 1251).

 

La primera es: “Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la comunidad cristiana que está aquí presente para que las imágenes de este Belén ayuden a profundizar en la fe a los adultos y a los niños. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos.”

 

La segunda es: “Oh, Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos.”

 

Al terminar cualquiera de las oraciones, todos responden “Amén”.

 

Finalmente, el que dirige la celebración se santigua mientras dice: “Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra y ha querido convivir con los hombres nos bendiga y nos guarde en su amor” (Bendicional 1252).

Todos responden: “Amén”.

 




Hoy 5 de diciembre subió la Hermandad de los Estudiantes al Monsacro parar instalar los belenes en las capillas y perpetuar esta tradición.

 

El Belén de cumbres o Belén montañero cumple estos tres valores y aspectos, pero también algún otro que le convierte en más especial: es el belén que pasa la Navidad en la mayor soledad; lleva una construcción sencilla, modesta, humilde (suele estar hecho de madera o barro); y es el menos visitado, a no ser que pase por allí algún montañero.

 

El montaje del belén de cumbres comenzó en la década de los años cuarenta y cincuenta. En el caso de Asturias, un pequeño grupo de diez montañeros asturianos tuvo la iniciativa y el ánimo de colocar un nacimiento en la cumbre de Peña Ubiña, a 2.200 metros de altitud.


 



Allí encontraron una cueva al abrigo para ambientarlo y que el pesebre estuviera protegido; fue conmovedor para los diez montañeros, buenos y probados escaladores, ya que ascendieron en medio de dificultades por el peligro de una nevada; pero ni tiempo ni el ambiente adverso los amedrentaron.


En este primer belén asturiano se procuró que no faltase ninguna de las piezas fundamentales: San José, María, el Niño y los Reyes Magos.

 

Esta fue, quizás, la primera aventura del belén de cumbres, pero a finales de la década de los sesenta fueron más grupos montañeros los que se unieron a esta idea en diferentes zonas de España, donde existen grupos que este año celebran más de 50 años ascendiendo el belén a la cima de alguna montaña emblemática.




 


Enviado por:

 

Jesús Manuel Cedeira Costales.

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