La Misa pontifical es la que celebra un obispo en su
diócesis, o en otra diócesis con la autorización del ordinario.
Es una Misa solemne, se encienden seis velas en el
altar; al celebrante lo ayudan varios acólitos y deben asistirlo el diácono y
el subdiácono. Hay que señalar que en caso de que no haya un subdiácono o un
diácono, un presbítero puede fungir como diácono o subdiácono y se reviste con
los ornamentos propios de este grado del orden.
En estas misas se debe de usar
incienso; se realiza el rito del beso de la paz; se canta el ordinario y el
propio, y el subdiácono canta la epístola y el diácono el Evangelio. Así se
celebra en las grandes solemnidades del año.
El obispo siempre usa sus
insignias pontificales, que las reviste sobre un altar. En estas misas no se
usa el misal romano sino el Canon Missae Pontificalis y el obispo se sienta en
el trono.
A cada lado del obispo se sitúan dos diáconos llamados "diáconos
de honor" que se revisten con sobrepelliz y dalmática, quienes tienen la
función de atender al obispo. Además, siempre está presente un presbítero
asistente.
Recibe este nombre la Misa que celebra un obispo en su
diócesis, o en otra diócesis con la autorización del respectivo ordinario del
lugar. El obispo siempre usa sus insignias pontificales, que las reviste sobre
un altar.
En estas Misas el obispo se sienta en el trono, poniéndose sobre las
rodillas el gremial. A cada lado del obispo se sitúan dos diáconos llamados
"diáconos de honor" que se revisten con sobrepelliz y dalmática,
quienes tienen la función de atender al obispo.
Además, siempre está presente
un presbítero asistente con capa pluvial. Los monaguillos también visten capa
pluvial. La cátedra se sitúa siempre al lado izquierdo del altar.
Vestido de capa magna, el obispo hace su ingreso al
templo, visita el Santísimo Sacramento y se dirige a aquella sacristía llamada
secretarium donde participa del Oficio de Tercia y se prepara para la Santa
Misa. Mientras se cantan los salmos, el reza las oraciones respectivas y se
reviste de los ornamentos pontificales.
Comienza entonces la procesión hacia el altar
precedida por el turiferario, la cruz procesional y los demás monaguillos, con
el obispo al final. Una vez ahí, el obispo reza las oraciones preparatorias
(Salmo 42 y Confíteor), se reviste con el manípulo, besa el ara y el Evangelio
e inciensa el altar. Posteriormente, se dirige al trono, donde permanece hasta
el Ofertorio.
Esta es quizá la nota más distintiva de las Misas pontificales.
Cuando llega ese momento, el obispo se quita las quirotecas, se lava las manos
y se dirige al altar para continuar con la celebración.
Después de las
abluciones, el obispo se lava nuevamente las manos, canta la fórmula especial
de la bendición episcopal haciendo tres signos de cruz y reza el Último Evangelio
en el altar antes de volver al trono. En esta clase de Misas no emplean las
sacras, sino el Canon pontifical.
El resto de las ceremonias de la Misa pontifical son
muy similares a las de la Misa solemne. Sin embargo, hay algunas diferencias,
pues el obispo canta Pax vobis en vez de Dominus vobiscum, lee la Epístola, el
Gradual y el Evangelio sentado en el trono y da el beso de la paz a cada uno de
sus cinco principales ministros.
En una Misa pontifical de réquiem no se utilizan
cáligas, sandalias, quirotecas ni báculo, y tampoco se enciende el séptimo
candelabro sobre el altar.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuentes:
liturgiapapal.org
asociacionliturgicamagnificat.blogspot.com
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