Este próximo fin de semana
confluye como desde hace siglos, la fiesta de Pentecostés junto con la Romería
de la Virgen del Rocío en Almonte (Huelva), pero para situarnos, en primer
lugar trataremos de expresar que es Pentecostés. Para ello y recabando diversa
información a través de internet, encontramos lo siguiente:
Se trata de una fiesta de la
Iglesia universal, mediante la cual se conmemora la Venida del Espíritu Santo
sobre los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo.
“Al llegar el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del
cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la
casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego
que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos
del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí
residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”. Hechos de los
Apóstoles 2, 1-5
En segundo lugar hablaremos
del porque, de la concordancia entre las celebraciones de la venida del
Espíritu Santo con la Romería de la Virgen del Rocío. Esta viene debida al
creciente fervor que por la Virgen tenían y tienen tanto las gentes de Almonte
como los habitantes de muchísimos pueblos vecinos. Coincidiendo el nombramiento
como patrona de Almonte en el año 1653, propiciaría que se reglaran las
celebraciones que se hacían en su honor, determinando que dichas
conmemoraciones se harían en la Pascua de Pentecostés.
El Rocío, cuya historia se
encuentra hoy documentada en sus aspectos más importantes, ha estado envuelta
en una leyenda, como ocurre con otras muchas advocaciones, que viene recogida
en la Reglas de la hermandad Matriz de 1758:
Entrado el siglo XV de la
Encarnación del Verbo Eterno, un hombre que había salido a cazar o apacentaba
ganado, hallándose en el término de la Villa de Almonte, en el sitio llamado de
La Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticables a humanas plantas y
sólo accesible a las aves y silvestres fieras), advirtió en la vehemencia del
ladrido de los perros, que se ocultaba en aquella selva alguna cosa que les
movía a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró aunque a costa de
no pocos trabajos, y, en medio de las espinas, halló la imagen de aquel sagrado
lirio intacto de las espinas del pecado, vio entre las zarzas el simulacro de
aquella Zarza Mística ilesa en medio de los ardores del original delito; miró
una Imagen de la Reina de los Ángeles de estatura natural, colocada sobre el
tronco de un árbol. Era de talla y su belleza peregrina. Vestíase de una túnica
de lino entre blanco y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aún para
la imaginación más libertina.
Hallazgo tan precioso como
no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y, queriendo
hacer a todos patente tanta dicha, a costa de sus afanes, desmontado parte de
aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la soberana imagen a campo
descubierto. Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte,
distante tres leguas de aquel sitio, el bello simulacro, siguiendo en sus
intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga.
Despertó y se halló sin la sagrada imagen, penetrado de dolor, volvió al sitio
donde la vio primero, y allí la encontró como antes. Vino a Almonte y refirió
todo lo sucedido con la cual noticia salieron el clero y el cabildo de esta
villa y hallaron la santa imagen en el lugar y modo que el hombre les había
referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había
estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos de sol y
tempestades.
Poseídos de la devoción y el
respeto, la sacaron entre las malezas y la pusieron en la iglesia mayor de
dicha villa, entre tanto que en aquella selva se le labraba templo. Hízose, en
efecto, una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para
colocar la imagen, de tal modo que el tronco en que fue hallada le sirviese de
peana. Aforándose aquel sitio con el nombre de la Virgen de Las Rocinas. Libro
de reglas de la Hermandad Matriz.
Se da además la
circunstancia de que este año se cumple el centenario de la Coronación Canoníca
de Nuestra Señora del Rocío, que fuese coronada en el mes de junio del año 1919
por el Cardenal de Sevilla Don Enrique Almaraz y Santos.
Sera la madrugada del lunes
10 de junio cuando la Blanca Paloma salga en procesión a recorrer su aldea y
recoger el cariño y devoción de sus miles devotos y un sinfín de plegarias y
peticiones. Solo me queda desear a nuestros hermanos rocieros una feliz
romería.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuentes: Wikipedia
Aciprensa
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