Pentecostés (del griego πεντηκοστή pentēkostḗ
‘quincuagésimo’) es el término con el que se define la fiesta cristiana del
quincuagésimo día del Tiempo de Pascua. Se trata de una festividad que pone
término a ese tiempo litúrgico y que configura la culminación solemne de la
misma Pascua, su colofón y su coronamiento.
Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu
Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia. Por ello también se le
conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la
fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad. La liturgia incluye la
secuencia medieval Veni, Sancte Spiritus.
En las Iglesias ortodoxas existen además la
celebración de las «Tres Divinas Personas» o de la Santa Trinidad. Las Iglesias
occidentales celebran para esta ocasión desde el siglo XIV su propia fiesta
llamada «Trinitatis» —la fiesta de la Santísima Trinidad— una semana después
del Pentecostés.
En las narraciones sobre Pentecostés de los Hechos de
los Apóstoles,a se le adjudica al Espíritu Santo (en congruencia con el Antiguo
Testamento) características milagrosas (carismas): él ofrece valentía y
libertad, posibilita la comprensión (glosolalia), y fortifica una comunidad
universal.
Pentecostés
en el Antiguo Testamento
El fondo histórico de tal celebración se basa en la
fiesta semanal judía llamada Shavuot (fiesta de las semanas), durante la cual
se celebra el quincuagésimo día de la aparición de Dios en el monte Sinaí. Por
lo tanto, en el día de Pentecostés también se celebra la entrega de la Ley
(mandamientos) al pueblo de Israel.
Pentecostés era una de las tres grandes fiestas judías
y para celebrarlo gran cantidad de ellos subían a Jerusalén para dar gracias a
Dios y adorarle en el Templo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban
la «Fiesta de las siete semanas» o «Fiesta de las semanas», que en sus orígenes
tenía carácter agrícola. Se trataba de la festividad de la recolección, día de
regocijo y de acción de gracias, en que se ofrecían las primicias de lo
producido por la tierra. Estaba estipulado que la celebración debía festejarse
siete semanas después de que se empezase la primera labor de la siega. Venía
indicado de la siguiente manera:
«Contaréis siete semanas enteras a partir del día
siguiente al sábado, desde el día en que habréis llevado la gavilla de la
ofrenda mecida, hasta el día siguiente al séptimo sábado, contaréis cincuenta
días...» (Levítico 23, 15-16).
por lo que se trataba de una fiesta móvil en el
calendario, ya que su fecha dependía del ritmo de la agricultura. Esta fijación
tiene varias interpretaciones según el sentido que se dé a la palabra «sábado».
Si el día de sábado se entiende como festivo o día de la Pascua, entonces la
cuenta empezaba el día siguiente; Filón y Flavio Josefo interpretaban la ley de
dicha forma. La otra interpretación es que si la palabra «sábado» se entiende
como el séptimo día de la semana, la cuenta empezaría el domingo siguiente a la
Pascua; los fariseos y una tradición samaritana la interpretan de esta otra
forma.
Más tarde, esta celebración se convirtió en recuerdo y
conmemoración de la Alianza del Sinaí, realizada unos cincuenta días después de
la salida de Egipto. Por designio divino, esta fiesta que los judíos celebraban
con tanta alegría se convirtió en la fiesta de la «Nueva Alianza», la de la
venida del Espíritu Santo con todos sus dones y frutos.
Pentecostés
en el Nuevo Testamento
No hay registros de la celebración de esta fiesta en
el siglo I con connotaciones cristianas. Las primeras alusiones a su
celebración se encuentran en escritos de san Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a
fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay
testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así
como en la península ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena
pascual por lo que esta cincuentena está íntimamente unida a la «memoria» de
Pentecostés.La Iglesia Católica celebra su manifestación al mundo.
Significado
teológico del Pentecostés cristiano
En el cristianismo, Pentecostés es el fruto de la obra
realizada por Cristo, el resultado de sus merecimientos. En el Nuevo
Testamento se dice a veces que fue el mismo Cristo simplemente quien envió al
Paráclito, también traducido como Consolador, en referencia al Espíritu Santo.
Otras veces que fue el Padre pero, o bien a ruegos de Cristo, o bien en nombre
de Cristo. En una ocasión se afirma que lo envió Cristo de parte del Padre.
Según Cabodevilla, todas estas expresiones denotan lo mismo: la emisión del
Espíritu por parte del Padre y del Hijo. El Apocalipsis lo puso de manifiesto
en la siguiente frase: Un río de agua viva, resplandeciente como el cristal,
saliendo del trono de Dios y del Cordero.
Según los escritos neotestamentarios, el Espíritu
Santo es el «Espíritu de Cristo». Otras veces se lo llama el «Espíritu de Jesús»
o «Espíritu de Jesucristo». También se lo llama «Espíritu del Señor», o
«Espíritu de su Hijo».
Fue Simón Pedro el primero en explicitar el
significado del acontecimiento de Pentecostés en su discurso pronunciado ese
mismo día. Era el comienzo de la efusión del Espíritu Santo que Dios había
prometido para la «plenitud de los tiempos». Esos últimos tiempos, de los que
se hablaba en el Libro de Joel, En el Libro de Ezequiel y, por último, en los
Hechos de los Apóstoles, empezaron con la muerte y resurrección de Jesucristo,
cuya señal fue la de hacer hablar a los apóstoles como verdaderos profetas
mediante la efusión del Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo en Jesús
En la iglesia parroquial de San Juan Bautista en
Wuchzenhofen, Leutkirch (Alemania), existen dos medallones en la pared del
fondo que representan dos momentos bíblicos en la acción del Espíritu Santo: la
Anunciación y Pentecostés.
En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo aparece
moviendo a Jesús durante toda su vida. Fue el Espíritu Santo quien cubrió el
seno materno de María antes de que Jesús naciera. Más tarde, descendió de forma
visible en el momento del bautismo de Jesús,r y posteriormente lo condujo al
desiertos para devolverlo luego a Galilea.
El primer sermón de Cristo comienza así: «El Espíritu
del Señor está sobre mí». De allí que el Espíritu Santo aparezca en la Biblia
operando en la misma línea que Jesús.6Ireneo de Lyon lo resumió en la siguiente
frase: «El Padre se complace y ordena, el Hijo obra y forma, el Espíritu nutre
e incrementa».
La frase de Jesús: «Cuando venga Él, el Espíritu de la
verdad, os enseñará toda la verdad» (Juan 16:13) no se refiere tanto a noticias
nuevas cuanto a una mayor profundización de la doctrina dictada ya por el
Maestro. La función magisterial del Espíritu Santo se reducirá a la mayor
iluminación de lo ya revelado, a la manifestación de elementos parciales, al
descubrimiento de nuevos aspectos en las verdades ya poseídas, a la deducción
de consecuencias, al asesoramiento en la aplicación de ciertas verdades a
determinados sucesos. [...] He aquí el oficio del Espíritu de Cristo: dar
testimonio de Cristo.
Hasta la muerte de Jesús, el Espíritu Santo parecía
estar circunscrito a los límites normales de su individualidad humana y de su
radio de acción. Pero cuando murió, entregó su espíritu a Dios:8
Jesús [...] dijo: «Todo está cumplido». E inclinando
la cabeza, entregó el espíritu.
Juan 19, 30
Los escrituristas suelen interpretar que esa entrega
se derrama de inmediato sobre la Iglesia, por lo cual en el Evangelio de Juan
aparece Jesús dándoles el Espíritu Santo a sus discípulos en el mismo día de su
resurrección:
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana
[...] Jesús les dijo otra vez: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me
envió, yo también los envío a ustedes.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: «Reciban el Espíritu Santo.»
Juan 20, 19-22
El
Espíritu Santo en la Iglesia
En la Iglesia, la venida del Espíritu Santo en
Pentecostés no fue un hecho aislado, sino que la está santificando
continuamente, también a cada alma a través de sus innumerables inspiraciones
que, según san Francisco de Sales son:
(...) todos los atractivos, movimientos, reproches y
remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros,
previniendo nuestro corazón con sus bendiciones, por su cuidado y amor
paternal, a fin de despertarnos, movernos, empujarnos y atraernos a las santas virtudes,
al amor celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto nos
encamina a la vida eterna.
Pentecostés es la confirmación de la promesa de Jesús:
«Dentro de pocos días seréis bautizados en el Espíritu Santo».w Esto pone de
manifiesto varios aspectos, entre los que se destacan:
La unidad espiritual de todos los que recibieron el
Espíritu de Jesús.
Un solo Cuerpo y un solo Espíritu [...]. Un solo
Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está
sobre todos, por todos y en todos.
Efesios 4, 4-6
La constitución de una comunidad abierta a todos los
pueblos. Esto se ve simbolizado por el llamado milagro de Pentecostés: todos
oían hablar a los apóstoles en su propio idioma. Mientras que en la soberbia de
la construcción de la torre de Babel terminaron por confundirse todas las
lenguas, de forma que nadie podía comprender al otro a punto tal de quedar esa
construcción inconclusa, Pentecostés se visualiza como la restauración de la
unidad perdida en Babel.
Si alguien tiene el Espíritu de Jesús, realiza los
mismos gestos de Jesús: anuncia la palabra de Jesús; repite la oración de
Jesús; perpetúa en la fracción del pan la acción de gracias de Jesús; y vive
unido con los demás creyentes, compartiendo con ellos.ac
La solemnidad de Pentecostés es una fiesta móvil, lo
que significa que no se fija en relación al calendario civil, sino que se
celebra en fecha variable, según el año y el rito en cuestión.
Festividades
y celebraciones
El lunes después de Pentecostés es día de fiesta en
muchos países, como Andorra, Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia,
Hungría, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Neerlandia, Noruega, Rumania (desde
el 2008), Suiza y Ucrania. También es festivo en algunas comunidades autónomas
y ciudades de España, como en Barcelona , Ciudad Real y Zamora.
España
En lo referente a las celebraciones populares
acontecidas este día, se destaca en Almonte, Huelva, Andalucía, la celebración
de la Virgen del Rocío ("La Blanca Paloma"); llegan en romería
hermandades de todas partes de España.
En Atienza, Guadalajara, se celebra desde el año
1162 la fiesta de La Caballada, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
En Santander, Cantabria, se celebra la Fiesta de
la Virgen del Mar.
En Ciudad Real, provincia homónima, se celebra la
romería de Santa María de Alarcos.
Otros
países
En la capital italiana, y en Guadalajara, Jalisco,
México, se celebra a la Virgen del Divino Amor.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: Wikipedia
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