El mes de junio está especialmente dedicado al Sagrado
Corazón de Jesús, cuya fiesta resume “el motor de toda la Redención” que es el
amor.
“Dios no actúa por otro motivo que, por amor, porque
Dios es amor, porque su salida al mundo creado ha sido por amor, porque al
producirse el pecado en la historia, su reacción ha sido la del amor, porque no
hay otra revolución posible que la del amor”.
Esto, afirma, a pesar de los intentos a lo largo de la
historia “de desviar esta intención, buscando otros motivos en el corazón de
Dios”.
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda
que “es el amor, sólo el amor el que vencerá todas las dificultades, es el amor
el único horizonte que hace posible la esperanza en cualquier situación humana”
y que “Dios tiene corazón, un corazón sensible a nuestra realidad limitada y
pecadora”.
“Dios se siente especialmente atraído por nuestra
debilidad, y se ha compadecido de nosotros por su amor inmenso, enviando a su
Hijo único para hacerse hermano nuestro. Y este Hijo nos lleva sobre sus
hombros a la casa del Padre”.
“La historia de
Jesús es una historia de amor en correspondencia a ese amor primero del Padre”
porque “Jesús se ha sentido querido inmensamente por su Padre, que le envía el
Espíritu Santo (amor divino) y le conduce a la misión redentora”.
“Exceso de
amor” el que hizo que Jesús se entregara hasta el extremo, “mostrando que nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por los hermanos”, el Corazón de
Cristo es sensible a nuestra correspondencia de amor y “sufre cuando le damos
la espalda” y “goza cuando correspondemos a su amor”.
“Es un corazón siempre dispuesto al perdón, es amigo
que nunca falla. Celebrar la fiesta del Corazón de Cristo es celebrar todo
esto, para sentirnos amados, profundamente amados, tiernamente amados hasta el
extremo”.
“Celebramos el
amor del Corazón de Cristo para que de nosotros brote amor de correspondencia,
amor de reparación por tantas ofensas que este Corazón recibe de los humanos de
nuestro tiempo, amor que estimula a la construcción de una nueva civilización
del amor”.
Junto al Sagrado Corazón de Jesús está el de la Virgen
María, ya que son dos celebraciones que se conmemoran con pocos días de
diferencia.
“Este viernes y sábado vienen a recordarnos una vez
más que tales corazones viven y laten sincronizados. En el Corazón de Cristo no
hay más que amor, que se traduce en obediencia al Padre y en servicio a los
hombres”, mientras que en el Inmaculado Corazón de María “no hay otra cosa que
un eco de ese mismo amor, traducido en docilidad al Padre y en servicio
maternal a todos los hombres”.
“Dos corazones sincronizados en el mismo amor, para
que nosotros aprendamos a vivir en esa sintonía”.
La promesa que la Virgen María hizo a los pastorcitos
de Fátima, a quienes aseguró que “al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”.
“La certeza de
esta victoria es un profundo acicate y estímulo para nuestro mundo, que parece
ir a la deriva”, y anima a entrar en el Corazón de Cristo “desde el corazón de
su Madre y nuestra madre, María” para que ella nos enseñe a vivir
“sincronizados con los sentimientos del Corazón de Jesús, su Hijo y nuestro
hermano”.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: Texto
del
Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández. Redacción ACI Prensa
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