viernes, 11 de septiembre de 2020

LA PERDONANZA EN OVIEDO: EL ORIGEN


La Perdonanza, en Oviedo

Una tradición a la que muchos se mantienen fieles. El Jubileo es una oportunidad de recomenzar como cristianos, y muchos vienen para recibir el sacramento de la reconciliación y a la santa misa”. Ese “comenzar de nuevo” parece ser el atractivo más fuerte de la Perdonanza, por lo que supone de “impulso a la vida cristiana, que a veces está muy adormecida durante el año”.


Junto con la eucaristía y la penitencia, la Perdonanza cuenta con la tradición de la exposición del Santo Sudario, la “reliquia que tiene más atractivo de todas las que alberga la Catedral”,  Algo notorio, en función de la “gran cantidad de gente que llega, no solo de Asturias, sino de todo el mundo”. Sin embargo, ante ella hay que situarse con seriedad “mirando al Señor, que entregó hasta la última gota de su sangre –puntualiza Benito Gallego–. Lo que vemos en el Sudario no es la faz de Jesús, sino que es sangre, sangre estudiada por especialistas y que verdaderamente nos emociona y nos impone, pues por esa sangre estamos nosotros aquí y hemos sido redimidos. Es, en definitiva, una llamada a la generosidad y a la entrega”.


    


La cruz de referencia de este Jubileo es en realidad la conocida como Cruz de los Ángeles, de Alfonso II, del año 808. “Es, en realidad, un relicario, que en su anverso albergaba bastantes reliquias". A pesar del protagonismo actual del Santo Sudario en estos días de la Perdonanza, es esta Cruz el verdadero origen que vincula la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz al Jubileo actual de la Catedral. Un Jubileo del que se tiene constancia ya  en documentos del siglo XIV, otorgando una importancia especial al sacramento de la penitencia, “como demuestra la petición del Cabildo a trece mendicantes, es decir, frailes franciscanos, para que acudiesen al templo como apoyo para atender a los confesionarios”. “Ahora son algunos menos pero sí que estamos de manera estable, al menos cinco o seis confesores en estos días de la Perdonanza, pues mantienen ese mismo criterio de la importancia de la reconciliación en estos días”.


Más adelante, en el siglo XVI, las crónicas recogen las celebraciones de la ciudad por estas fechas: “Había procesiones solemnísimas por la ciudad portando la Santa Bula, fuegos por la noche en la torre, música, toques de tambor”, explica el canónigo. “Y a estas celebraciones se incorporaban peregrinos, muchísimos, pues hay días en que consta la impresión de más de 20.000 buletas para otorgar a todos esos peregrinos que iban a venir esos días expresamente”, “y que siguen viniendo, por cierto, pues por estos días la Catedral recibe una afluencia de visitantes especial, como sucedió el pasado día 14, sábado, con un grupo de polacos y otro de franceses. Venían a ver la Catedral, sí, pero por la tarde asistieron a la inauguración del Jubileo de la Santa Cruz”. Era, en definitivo, un “ambiente típicamente festivo”, el del Oviedo del siglo XVI por estas fechas. “Y es lo que hemos heredado, las fiestas de la Perdonanza”.

La apertura del Arca Santa el 13 de marzo del año 1075 conllevó la elaboración de un inventario de su interior. La gran cantidad de peregrinos que acudían a venerar las reliquias de la Cámara Santa llevó a los Capitulares a pensar en la conveniencia de pedir a la Santa Sede la gracia de un Jubileo, una petición que llegó de mano del Papa Eugenio IV en el año 1438, concediendo la indulgencia plenaria a cuantos visitasen la Catedral de Oviedo el día de la Exaltación de la Santa Cruz, o los ocho días anteriores o posteriores del año en que tal festividad ocurriera en viernes. Una concesión que tuvo variaciones a lo largo de los siglos hasta que, en el año 1982, con motivo de la reposición de la restaurada Cruz de la Victoria en la Cámara Santa, la Santa Sede concedió excepcionalmente la gracia de indulgencia plenaria durante los días 14 al 21 de septiembre de aquel año. A partir del 1985, la Sagrada Penitenciaría estableció la práctica que ha llegado a nuestros días, es decir, la posibilidad de lucrar indulgencia plenaria durante el Jubileo de la Santa Cruz, cada año, en los días comprendidos entre el 14 y el 21 de septiembre.



Bula del Papa Eugenio IV, concediendo al templo de El Salvador el Jubileo de la Santa Cruz, en 1438


Las fiestas de San Mateo, de la Perdonanza o del Jubileo de la Santa Cruz han supuesto todo un acontecimiento para la ciudad asturiana, unida desde hace siglos a las reliquias de la Cruz y del Santo Sudario.

Durante una semana, Oviedo vive unas fiestas que, cada vez más, traspasan sus propias fronteras. Si el tiempo lo permite, la fiesta se vive en la calle, entre espectáculos gratuitos y buen ambiente. Son las fiestas de San Mateo. Una celebración antiquísima que responde a una tradición de más de diez siglos, y que además proviene de unos privilegios otorgados en su momento por considerarse la ciudad como el relicario de las Cruces de Oviedo, lugar muy frecuentado de peregrinación, al custodiar unas reliquias tan especiales.

Las fiestas de la Perdonanza, o celebración del Jubileo, eran ya todo un acontecimiento en la vida de la ciudad en el siglo XVI. Según el sacerdote y canónigo José María Hevia, director del Museo diocesano, ya en documentos encontrados del año 1537 se habla de procesión solemne por las calles con el obispo vestido de pontifical portando la Santa Bula, de tapices colgando de los balcones, y de antorchas luciendo noche y día en la catedral. Ya entonces se mostraba el Santo Sudario a los fieles y se rezaban maitines a media noche siguiendo una antigua tradición.

Algún tiempo más tarde, concretamente en el año 1639, se proclamaba a santa Eulalia Patrona de la ciudad y de la diócesis de Oviedo, y se situaba en el 7 de septiembre una fiesta en su honor, llamada la fiesta de la Traslación, que curiosamente se encontraba muy cercana a las fiestas del Jubileo de la Santa Cruz o de la Perdonanza. Durante muchos años, en el mes de septiembre, se celebraron fiestas en honor a Santa Eulalia, fiestas mayormente profanas, que con el tiempo se vieron desplazadas por las fiestas de San Mateo, que suponen el final del Jubileo y que son las que han llegado a nuestros días.

¿Cuál es el origen del Jubileo?

Según explica el propio José María Hevia, la palabra jubileo tiene una raíz hebrea y otra latina: «En la Biblia el término hebreo es yobel, que es el cuerno del cordero usado como instrumento sonoro que servía para anunciar el año excepcional dedicado a Dios. El término latino, por su parte, es iubilum, que inicialmente expresaba los gritos de alegría de los pastores y después simplemente alegría, gozo y alabanza». La unión de ambos conceptos se produjo al traducir san Jerónimo, a finales del siglo IV y principios del V, la Biblia del hebreo al latín. Él tradujo la palabra hebrea yobel por la latina iubileus, de forma que a ese significado de año excepcional dedicado a Dios se le unía el concepto de alegría.

Más adelante, en la Edad Media, la palabra jubileo se aplicó a la indulgencia que el Papa concedía cada determinado período de tiempo, por lo que terminó indicando año de conversión, de perdón, de gracia.

Volviendo a Oviedo, se sabe que ya el rey Alfonso II el Casto, una vez dispuesta la Cámara Santa, obtuvo del Papa indulgencias para todos aquellos que visitaran las reliquias. «En el Testamento y famosa donación de Alfonso II de Asturias, otorgado hacia el año 812 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo -explica José María Hevia-, el monarca recuerda haber sido bautizado en ese lugar. Nació seguramente en la hacienda rural de su padre, el rey Fruela, en Oviedo. Se sabe que sufrió una infancia difícil, primeramente resguardado en un monasterio, después depuesto como rey y cobijado en Álava por sus parientes maternos. Finalmente, Alfonso regresó a Asturias y fue proclamado rey el 14 de septiembre de 791, fiesta, por cierto, de la Exaltación de la Santa Cruz».

En la Escritura de Fundación de la Cofradía de la Cámara Santa se explica la llegada de las Reliquias en un arca, procedente del Monsacro, donde el rey Alfonso las depositó en una Cámara que llamaron Capiella de los Angeles, y la enriqueció, más adelante, con la donación de la Cruz de los Ángeles (año 808). La Cruz de la Victoria, de Alfonso III, llegaría a la Cámara Santa un siglo más tarde. También a este último rey se debe la llegada de las cenizas de santa Eulalia, traídas desde Santianes de Pravia, y cien años más tarde de la incursión de su tío, el rey Silo, el presbítero toledano Dulcidio incorporó a la cripta de santa Leocadia los cuerpos de san Eulogio y santa Leocricia.

La presencia de aquellas reliquias en el templo fueron objeto de veneración desde muy antiguo; probablemente, en los mismos años en que se descubrió la tumba del Apóstol Santiago y se comenzaba a edificar la primera Iglesia sobre ella. El templo de El Salvador no era catedral, tampoco era sede episcopal, pero como relicario se consideraba merecedor de indulgencias.





A pesar de encontrarse, entre las reliquias, el Santo Sudario, en realidad éste se menciona por vez primera en el año 1075, al abrirse el Arca Santa para hacer un inventario de su interior, a petición del rey Alfonso VI. No fue el Sudario el protagonista hasta varios siglos más adelante, por lo que las reliquias que motivaron el Jubileo son las cruces, especialmente, la Cruz de los Ángeles. Por eso el Jubileo se conoce como de la Santa Cruz, y al mismo tiempo se le añadió el término de Perdonanza, simbolizando alegría y redención a través del perdón.




El concepto de penitencia y perdón en los primeros siglos tenía carácter público, y a partir del siglo XI hasta nuestros días pasó a ser algo privado, entre el sacerdote y el fiel que acudía a confesarse, a ser absuelto y a cumplir la penitencia. A las rigurosas penitencias inicialmente impuestas sucede una cierta aminoración mediante las indulgencias parciales. En el siglo XI aparecen, por primera vez, las indulgencias plenarias o generales para cualquier persona que realizase una obra especialmente meritoria, como la visita de un monasterio recientemente consagrado, o dádivas a los pobres. Conviene recordar que la indulgencia no es un sacramento; es decir, no absuelve ni perdona el pecado en sí mismo, sino que, una vez perdonado por la penitencia, exime de las penas temporales que, de otra manera, los fieles deberían purgar.

En Oviedo, el Papa Clemente VI, a petición del obispo Juan Sánchez, concedió, en octubre de 1344, numerosas gracias y perdones en determinados casos «a todos los que quisiera ser cofrades de la santa Iglesia de San Salvador». Más adelante fueron los propios capitulares los que decidieron solicitar a la Santa Sede la gracia de un Jubileo, como correspondía a un templo de la nobleza e importancia de la catedral de San Salvador, que ya en el siglo XV recibía a gran número de peregrinos. Y así, el Papa Eugenio IV, en una Bula del año 1438, concedía la indulgencia plenaria a cuantos visitaran la catedral de Oviedo el día de la Exaltación de la Santa Cruz, o los ocho días anteriores o posteriores del año en que tal festividad ocurriera en viernes.

Con los años se sucedieron algunas variaciones, hasta que, en el año 1982, con motivo de la reposición de la Cruz de la Victoria, restaurada, en la Cámara Santa, el Papa San Juan Pablo II concedió la gracia de la indulgencia plenaria durante los días 14 al 21 de septiembre, práctica que continúa intacta hasta nuestros días.



Jubileo de la Santa Cruz. 14 de septiembre al 21 del mismo mes, La perdonanza.

Este año el Jubileo de la Santa Cruz tiene como “telón de fondo” un tiempo de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarla con alegría al hombre de nuestro tiempo.

El Jubileo de la Santa Cruz puede ser un momento importante para destacar aspectos fundamentales del vivir creyente:

a) La dimensión peregrinante de la fe.

b) Un signo de comunión eclesial.

c) Anuncio del misterio de la redención.



La peregrinación a san Salvador, y en concreto a la Cámara Santa en la que se encuentra la Cruz de los Ángeles –razón del jubileo- y el Santo Sudario, puede ser una ocasión propicia para acercarnos a la raíz de la fe de nuestro pueblo. Se trata ir a las raíces de la fe cristiana, centrarnos en lo fundamental para rescatar la vitalidad y el dinamismo que siempre ha caracterizado a quienes se encuentran con el Señor Jesús y lo siguen. Ir a las raíces, es fundamental en cualquier campo; sin raíces sanas no hay buenos frutos y sin raíces no hay vida.





Los horarios son los siguientes:

Misa jubilar todos los días a las 18, 30.

El día de San Mateo se celebrará la Santa Eucaristía a las 10, 12 y 18, 30

Ha tener en cuenta:

1º El 14 de septiembre, en la Santa Misa de la tarde, se mostrará el “Lignum Crucis” y el Santo Sudario y se dará la bendición con el “Lignum Crucis” al final de la celebración.

2º En la fiesta de San Mateo se mostrará el Santo Sudario al final de la Santa Eucaristía.

3º Todos los días, excepto el 14 de septiembre, después de la Misa jubilar de las 18, 30 se subirá a la Cámara Santa para la veneración de las santas reliquias.

Habrá posibilidad de recibir el Sacramento del Perdón puesto que la confesión, comunión, profesión de fe y rezo por las intenciones del Papa forman parte del itinerario que todo peregrino, que visite la Catedral, ha de realizar para poder alcanzar la gracia del Jubileo.





Fuentes: Texto de Anabel Llamas Palacio y catedraldeoviedo.com


Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales

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