A finales de octubre y principios de noviembre se
suceden tres días relacionados con la muerte, existen matices importantes que
los distinguen.
El tema de la muerte se aborda el día de los
difuntos desde un punto de vista religioso, pero también festivo.
En la noche del 31 de octubre se celebra Halloween,
el primero de noviembre se conmemora el día de Todos los Santos y al día
siguiente recordamos “a los fieles difuntos”. ¿Estamos refiriéndonos a lo mismo
de forma distinta? ¿En qué se diferencian una fiesta de otra?
Los tres días orbitan alrededor de un tema común: la
muerte. ‘Halloween’, como su propio nombre indica, es la víspera de todos los
Santos (All Hallows’ Eve). Al atarceder del día 31, comienza a celebrarse la
fiesta del día inmediatamente posterior, la de Todos los Santos.
El origen celta de esta fiesta y las costumbres de
carácter secular y comercial -disfraces, fiestas, etc- han desprovisto a esta
fiesta de su trasfondo religioso, aunque en ciertos ámbitos de la Iglesia
Católica se lucha por su recristianización.
En buena parte de Occidente, la noche de Halloween
aborda el fenómeno del miedo desde una perspectiva lúdica. Esto explica, por
ejemplo, que estas fechas coincidan con estrenos de películas de terror o que
aumente exponencialmente la venta de disfraces de monstruos, zombis, brujas,
etc. Santos y purgatorio.
El día 1 de noviembre, festividad de Todos los
Santos según el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, recuerda a todas
las personas que se han salvado y están en el Paraíso, gozando de Dios.
Hay que puntualizar que este día no rememora sólo a
aquellos personajes históricos que por sus virtudes o acciones extraordinarias
fueron incluídos en el santoral, como Santa Teresa de Jesús, Santo Tomás de
Aquino, San Juan Bosco o Santa Cecilia. La Iglesia celebra cada 1 de noviembre
a todas las personas que se han salvado, también a aquellas anónimas que han
muerto en paz con Dios a lo largo de todos los tiempos y que han llegado al
Paraíso. Dicho de otra forma: la Iglesia católica reconoce como santos a todos
los muertos que están con Dios, no sólo a los que ha sido propuestos como
modelos de vida y están incluidos en el canon (lista de santos).
El día 2 de noviembre, festividad de los difuntos, o
“día de muertos” como se conoce en México, también hunde sus raíces en la
tradición católica. Se conmemora a todos los fieles difuntos, en el entendido
de que no todos ellos están en el Paraíso. De acuerdo a la doctrina católica,
hay personas que tras su muerte no van directamente al Paraíso ni al infierno,
sino a un estado de purificación temporal conocido como Purgatorio.
Las almas del Purgatorio pueden considerarse
salvadas porque tarde o temprano verán a Dios. Hacen penitencia por los pecados
cometidos en vida para presentarse ante Dios con el alma completamente limpia.
El punto 1030 del Catecismo de la Iglesia Católica
lo explica así:
"Los que mueren en la gracia y en la amistad de
Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna
salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la
santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo".
La Iglesia enseña a sus fieles que pueden y deben
rezar por las almas de Purgatorio, especialmente por las de sus familiares,
para que Dios acorte ese tiempo de purificación al que están sometidos. Es una
de las razones por las que recientemente ha recordado que los cuerpos deben
descansar en un cementerio y que no se debe arrojar sus cenizas a otros lugares
como mares, ríos o montañas. Los cementerios son lugares de oración por las
almas de todos los difuntos, especialmente por las de quienes están enterrados
allí.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente:
lainformacion.com
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