martes, 1 de marzo de 2022

PREPAREMONOS E INICIAMOS NUESTRO CAMINO EN ESTA CUARESMA




La vida es, esencialmente, camino, y el sentido del camino lo da el lugar a donde queremos llegar. Un rasgo de la religiosidad cristiana es que hay que caminar… Salir de la propia tierra (cf. Gen. 12, 1-8) y para cualquier persona cristiana que va caminando, “salir” es aspirar a más en el camino hacia Dios… Quizás, descubrimos que hay demasiadas piedras en el camino que nos impiden caminar. La tarea es “despejar el camino” para llegar a la meta.

Podemos hacer una pausa, pero sin rendirnos, y revisar si nuestra mochila lleva todo el material necesario, que habíamos previsto, para llegar a celebrar la Pascua un poco más vivos, e ir metiendo lo que “hemos olvidado”…

El proyecto inicial partía de una pregunta: ¿Cómo podemos despejar el camino si no dejamos que el Señor nos ayude? Hemos de poner  en la mochila: La  escucha y la meditación de la Palabra de Dios.  El silencio. Ir superando la pereza y servir en fraternidad, compasión, justicia, solidaridad… Poner orden dentro de nosotros mismos  de tal modo que los pensamientos, y actitudes sean concordes con el evangelio. Recuperar el ritmo y estilo que debemos vivir como hijos de Dios. Ayunar de excesos, malos modos, ingratitud, preocupaciones, críticas… ¿Continúa todo en la mochila? ¿Hemos usado algo? ¿Se nos han agotado las existencias? ¿Hemos olvidado algo? Continuamos la marcha con renovadas energías… ¿Es largo el camino? Aunque no nos faltan los cuidados de Dios ¿Experimentamos el cansancio y los problemas de cada día?  Acojamos como dirigidas a nosotros las palabras, llenas de ternura, con las que  el Señor hizo recapacitar a los israelitas cansados de su larga travesía: “Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor”. (Det 8,2 -3)

No es tanto un esfuerzo personal cuanto caminar, nuevamente, al encuentro de Aquel que nos ama. Y el encuentro con Jesús empuja al abrazo con el hermano. A estar muy atentos a las necesidades de los demás, especialmente de los más pobres.



Enviado por:

Jesús Manuel Cedeira Costales.

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