Un nuevo año comienza y la Iglesia, cada 1 de enero,
lo inicia celebrando la Solemnidad de “María, Madre de Dios” para pedir la
protección de aquella que tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al
Salvador. Conoce aquí cómo es que surge este título en honor a la Virgen y lo
que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.
La Fiesta de “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la
más antigua que se conoce en Occidente. En las Catacumbas o antiquísimos
subterráneos de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la
Santa Misa, se encuentran pinturas con esta inscripción.
Según un antiguo testimonio escrito en el siglo III,
los cristianos de Egipto se dirigían a María con la siguiente oración:
"Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración
de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa
y bendita" (Liturgia de las Horas).
En el Siglo IV el término Theotokos se usaba con
frecuencia en Oriente y Occidente porque ya había entrado a formar parte del
patrimonio de la fe de la Iglesia.
Sin embargo, en el siglo V, el hereje Nestorio se
atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios
tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les
atribuye una madre a los dioses”.
Nestorio había caído en un error debido a su
dificultad para admitir la unidad de la persona de Cristo y su interpretación
errónea de la distinción entre las dos naturalezas – divina y humana –
presentes en Él.
Los obispos, por su parte, reunidos en el Concilio de
Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la
naturaleza humana en la única persona del Hijo. A su vez declararon: "La
Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".
Luego, acompañados por el pueblo y portando antorchas
encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén".
San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, reflexionó
sobre las objeciones planteadas por Nestorio para que se comprenda mejor el
título “María, Madre de Dios”.
“La expresión Theotokos, que literalmente significa
‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente,
pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a
Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de
María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su
generación divina”, dijo el Pontífice.
“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios
Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María
no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra
naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”, añadió.
Asimismo, señaló que la maternidad de María “no atañe
a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al
encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre
sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona
que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.
Para terminar, es importante recordar que María no es
sólo Madre de Dios, sino también nuestra porque así lo quiso Jesucristo en la
cruz. Por ello, al comenzar el nuevo año, pidámosle a María que nos ayude a ser
cada vez más como su Hijo.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente: Redacción
ACI Prensa
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