Nacimiento: h. 292Augusta
Emerita (actual Mérida), Hispania
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Fallecimiento: 10 de
diciembre de 304 Augusta Emerita (actual Mérida), Hispania
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Venerada en: Iglesia
católica, Iglesia ortodoxa
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Festividad: 10 de
diciembre
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Atributos: palma martirial
y horno sobre libro.
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Patronazgo: Libertad de
pensamiento, libertad de expresión, oratoria, elocuencia, Mérida, Oviedo,
Totana, Aves, Palacios de la Sierra, Valer de Aliste
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Santa Eulalia, Luis Salvador Carmona (1760-1770). Museo
Nacional de Escultura
Santa Eulalia de Mérida (Augusta Emerita en 292 - Augusta
Emerita 10 de diciembre de 304). Santa cristiana que padeció el martirio en la
ciudad de Augusta Emerita, actual Mérida, bajo las persecuciones del emperador
Diocleciano. La noticia de la vida y martirio de la santa emeritense se
expandió rápidamente por el Imperio Romano, convirtiendo a la ciudad en uno de
las metas más importantes de peregrinación de Europa occidental durante la alta
Edad Media. De hecho, y hasta la proclamación de Santiago Apóstol, Eulalia fue
invocada como protectora de las tropas cristianas en la Reconquista y patrona
de las Españas.1 Actualmente, ostenta el título de alcaldesa perpetua de
Mérida y patrona de dicha ciudad. Asimismo, ejerce su patronazgo sobre la
Archidiócesis de Oviedo (en cuya catedral reposan sus restos) y sobre numerosas
localidades de España, Portugal, Italia, Hispanoamérica... Desde 2012 es
también patrona de la juventud de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz.
Los datos acerca de la vida y muerte de Santa Eulalia los
encontramos en un himno que en honor de ella escribe el poeta Prudencio en el
siglo IV; así como del relato de su pasión recogido en el Pasionario Hispánico.
Etimológicamente, Eulalia significa en griego (Ευλαλια): 'la
que habla bien' - eu = 'bien', lalein = 'hablar' (verbo) o lalia = 'habla'
(sustantivo).
Biografía
Eulalia de Mérida nació en Augusta Emerita (Mérida)
aproximadamente en el año 292. Algunas fuentes datan su vida más tarde, y ponen
su martirio en el tiempo del emperador Trajano Decio (249-251). Era hija del
senador romano Liberio y tanto ella como toda su familia eran cristianos.
Cuando Eulalia cumplió los doce años apareció el decreto del
emperador Diocleciano prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo y
mandándoles adorar a los ídolos paganos. La niña sintió un gran disgusto por
estas leyes y se propuso protestar ante los delegados del gobierno.
Viendo su madre y su padre que la joven podía correr algún
peligro de muerte si se atrevía a protestar contra la persecución de los
gobernantes, se la llevaron a vivir al campo, en una casa situada en las
orillas del río Albarregas, pero ella se vino de allá y llegó a la ciudad de
Mérida, según la tradición, el 10 de diciembre del año 304, tras una travesía
que, según sus biógrafos, estuvo llena de intercesiones milagrosas.
Eulalia se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó
valientemente diciéndole que esas leyes que mandaban adorar ídolos y prohibían
a Dios eran totalmente injustas y no podían ser obedecidas por los cristianos.
Daciano intentó al principio ofrecer regalos y hacer
promesas de ayudas a la niña para que cambiara de opinión, pero al ver que ella
seguía fuertemente convencida de sus ideas cristianas, le mostró todos los
instrumentos de tortura con los cuales le podían hacer padecer horriblemente si
no obedecía a la ley del emperador que mandaba adorar ídolos y prohibía adorar
a Jesucristo. Y le dijo: "De todos estos sufrimientos te vas a librar si
le ofreces este pan a los dioses, y les quemas este poquito de incienso en los
altares de ellos". La jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el
incienso y le dijo valientemente: "Al solo Dios del cielo adoro; a Él
únicamente le ofreceré sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más".
Entonces el juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola
con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas.
La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y
ahogada por el humo.
Dice el poeta Prudencio que al morir la santa, la gente vio
una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron
huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura
inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que
varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al
cuerpo de la joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un
templo de honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese
templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven
y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.
El culto de Santa Eulalia se hizo tan popular que san
Agustín hizo sermones en honor de esta joven santa. Y en la muy antigua lista
de mártires de la Iglesia Católica, llamada "Martirologio romano",
hay esta frase: "el 10 de diciembre, se conmemora a Santa Eulalia, mártir
de España, muerta por proclamar su fe en Jesucristo".
Martirios
Así narra los martirios de Eulalia de Mérida, el poeta
Prudencio (s. IV):
Santa Eulalia, por John William Waterhouse, 1885.
De madrugada, antes de la salida del sol, llegó a la ciudad,
y, valerosa, se presentó ante el tribunal, en medio de cuyos lectores vociferó
a los magistrados: "Decidme, ¿qué furia es esa que os mueve a hacer perder
las almas, a adorar a los ídolos y negar al Dios criador de todas las cosas? Si
buscáis cristianos, aquí me tenéis a mí: soy enemiga de vuestros dioses y estoy
dispuesta a pisotearlos; con la boca y el corazón confieso al Dios verdadero.
Isis, Apolo, Venus y aun el mismo Maximiliano son nada: aquellos porque son
obra de la mano de los hombres, éste porque adora a cosas hechas con las manos.
No te detengas, pues, sayón; quema, corta, divide estos mis miembros; es cosa
fácil romper un vaso frágil, pero mi alma no morirá, por más acerbo que sea el
dolor",
Airado sobremanera el pretor al oír tales requerimientos,
ordenó furioso: "Lector, apresa esta temeraria y cúbrela de suplicios para
que así sepa que hay dioses patrios y que no es cosa baladí la autoridad del
que manda", Pero inmediatamente, como volviendo sobre sí, dijo el pretor a
Eulalia: "Mas, antes de que mueras, atrevida rapazuela, quiero convencerte
de tu locura en lo que me es posible. Mira cuántos goces puedes disfrutar, qué
honor puedes recibir de un matrimonio digno. Tu casa, deshecha en lágrimas, te
reclama: gimiendo estará la angustiada nobleza de tus padres, puesto que vas a
caer, tan tiernecita, en vísperas de esponsales y de bodas. ¿O es que no te
importan las pompas doradas de un lecho ni el venerable amor de tus ancianos
padres, a quienes con tu obstinada temeridad vas a quitar la vida? Mira, ahí
están preparados los instrumentos del suplicio: o te cortarán la cabeza con la
espada, o te despedazarán las fieras, o se te echará al fuego, y los tuyos te
llorarán con grandes lamentos, mientras tú te revolverás entre tus propias
cenizas. ¿Qué te cuesta, di, evitar todo esto? Con que toques tan sólo con la
punta de tus dedos un poco de sal y un poquito de incienso, quedarás
perdonada".
Pero Eulalia nada respondió, sino que, arrebatada de
indignación, escupió al rostro del pretor, arrojó al suelo los ídolos que tenía
delante de sí, y de un puntapié echó a rodar la torta sacrifical puesta sobre
los incensarios.
Inmediatamente dos verdugos se aprestaron a desgarrar sus
tiernos pechos y los garfios abrieron sus virginales costados hasta llegar a los
huesos, mientras Eulalia tranquilamente contaba sus heridas.
Al contemplar aquella carnicería, Eulalia decía al Señor sin
lágrimas ni sollozos: "He aquí que escriben tu nombre en mi cuerpo. ¡Cuán
agradable es leer estas letras, que señalan, oh Cristo, tus victorias! La misma
púrpura de mi sangre exprimida habla de tu santo nombre".
Y tan abstraída estaba la mártir en su oración, que el dolor
atroz que debían causarle aquellos tormentos pasaba totalmente desapercibido, a
pesar de que sus miembros, regados con tierna sangre, bañaban de continuo la
piel con nuevos borboteos calientes.
Ante aquella intrepidez, los esbirros se dispusieron a
aplicarla el último tormento; mas no se contentaron con propinarla azotes que
la desgarraran fieramente la piel, que sería poco, sino que la aplicaron por
todas partes, al estómago, a los flancos, hachones encendidos. Pero, así que la
perfumada cabellera que se deslizaba ondulante por el cuello y se desparramaba
suelta por los hombros para cubrir la pudibunda castidad y la gracia virginal
de la mártir tocó el chisporroteo de las teas, la llama crepitante voló sobre
su rostro, nutriéndose con la abundante cabellera, y la envolvió por completo.
Y la virgen, deseosa de morir, se inclinó hacia la llamarada y la sorbió con su
boca,
Y, ¡oh maravilla!, he aquí que de su boca salió, rauda, una
paloma más blanca que la nieve, que, hendiendo el espacio, tomó el camino de
las estrellas: era el alma de Eulalia, blanca y dulce como la leche, ágil e
incontaminada. Así lo vieron estupefactos y dieron de ello testimonio el
verdugo y el mismo lictor al huir aterrorizados y arrepentidos. La Virgen
torció delicadamente el cuello a la salida del alma; apagóse el fuego de la
hoguera, y, por fin. quedaron en paz los restos exánimes de la mártir. Todo
esto acaeció un día 10 de diciembre.
El cielo cuidó en seguida de velar por el tierno cuerpo de
aquella virgen y rendirle las debidas honras fúnebres, porque al punto cayó una
nevada que cubrió el foro, y en él el cuerpecito de Eulalia, que yacía abandonado
en la helada intemperie como para protegerlo con una grácil mantilla blanca.
Tal es la primorosa descripción que nos dejó Prudencio del
martirio de Eulalia de Mérida, en admirable coincidencia con las actas que
sobre estas mismas hazañas escribiera un testimonio ocular. ¡Cuán distinto es
el sabor y cuán lejos de la realidad histórica están otras "vidas" de
la Santa emeritense!
Sigilosamente se aprestarían los cristianos de Mérida a
rescatar las preciosas reliquias de aquella intrépida niña que con su muerte
acababa de dar tan espléndido testimonio de la fe. Embalsamarían delicadamente
su cuerpo y le darían sepultura precisamente en aquel mismo lugar donde pasada
la tremenda borrasca de la persecución, se levantó una espléndida basílica,
cuyo mármol bruñido -según testimonio de Prudencio, que la vio- iluminaba con
cegadores resplandores sus atrios, donde los resplandecientes techos brillaban,
con áureos artesonados y los pavimentos de mármol jaspeados daban al peregrino
la sensación de pasear en un prado en que se entremezclaban y combinaban las
rosas con las demás flores. Y con un lirismo exultante termina el poeta su
descripción: "Fuera las lágrimas dulzonas y melindrosas... Cortad,
vírgenes y donceles, purpúreas amapolas, segad los encendidos azafranes: no
carece de ellos el invierno fecundo, pues el aura tépida despierta los campos
para llenar de flores los canastillos. Ofreced, ¡oh jóvenes!, estos presentes,
que yo, en medio del corro también quiero llevar una corona en estrofas de
poesía, vil y ajada, pero alegre y festiva. Así conviene venerar los huesos que
yacen bajo el altar; ella mientras tanto, a los pies de Dios, ve todo esto e
intercede, benévola, por nosotros".
Las dos Eulalias
Existen serias dudas sobre la historicidad de la vida y
martirio de Eulalia de Barcelona, pudiendo tratarse de una versión de Santa
Eulalia de Mérida. Cabe destacar que las referencias más antiguas de la santa
emeritense se remontan al siglo IV, mientras que el primer testimonio escrito
que se conoce del martirio de Eulalia de Barcelona es el himno Fulget hic honor
sepulcri del Obispo Quirico de Barcelona fechado, aproximadamente, en 660, tres
siglos después del tormento. En este sentido, la leyenda de Barcelona
reproduce, además del nombre, múltiples hechos y tormentos de la santa de
Mérida, pudiendo tratarse de una duplicación de personalidad hagiográfica. Esta
duplicidad fue estudiada por Ángel Fábrega Grau, quien en 1958 publicó Santa
Eulalia de Barcelona, revisión de un problema histórico, y por los Bolandistas
en su Analecta Bollandiana.
Según una fuente, el Martirologio Romano optó por retirar
la inscripción de santa Eulalia de Barcelona al considerarla una duplicación de
la Eulalia emeritense. No obstante, en el Martirologio oficial del Vaticano
Santa Eulalia de Barcelona continúa apareciendo bajo su fecha de advocación
tradicional, el 12 de febrero como A Barcellona, in Spagna, ricordo di S[anta]
Eulalia, vergine e martire.
Lugares eulalienses
Bajo el nombre de lugares eulalienses, se conocen a los
monumentos y edificios de la ciudad de Mérida asociados a la vida y culto de la
joven mártir
Capilla de San Martín, donde, según la tradición, se situó
la cárcel de Santa Eulalia.
La basílica martirial o iglesia matriz. La Iglesia madre se
construyó a mediados del siglo IV cuando los sagrados despojos de la mártir
fueron enterrados ex novo sobre un lugar en el que no había habido tumbas
romanas ni cristianas; previamente sobre este lugar se había construido una
pequeña iglesia y bajo su altar, tal como estaba establecido por la Iglesia
Occidental, se situó la tumba o túmulo sobre el que se había grabado el título
martirial de Eulalia. Esta iglesia, como todas las iglesias de la época y tanto
en Oriente como en Occidente, se denominaba martyrium siendo erigida a Dios en
memoria de la mártir Eulalia. A partir del enterramiento de la mártir a su alrededor
se formó un gran cementerio por la querencia de los cristianos de enterrarse “
ad sanctos” o junto a los santos; pero solo los obispos y algunos privilegiados
consiguieron el enterramiento al lado inmediato de los huesos de la mártir
Eulalia. Casi destruida durante la Invasión musulmana la Basílica de Santa
Eulalia fue rehabilitada hacia 1235 por la Orden de Santiago, institución que
hacia 1270 construyó el actual templo siendo maestre Don Pelayo Pérez Correa
El Hornito de Santa Eulalia. Según la leyenda, el edificio
fue levantado en el lugar en el que fue inmolada la mártir. Realmente se trata
de una capilla mandada construir en 1495 por dos Visitadores de la Orden de
Santiago de la Espada; entonces era una simple habitación realizada en
mampostería con un arco labrado en piedra en la que había una figura en madera
pintada de santa Eulalia; una bóveda servía de techo mientras una reja protegía
su interior. Este singular oratorio fue construido como ermita con el fin de
acercar a Santa Eulalia a los emeritenses sin necesidad de esperar a que
abriesen la basílica; en él se oficiaban misas y también en él se celebraban
actos populares de piedad. En 1610, y queriendo aprovechar la aparición de
restos romanos de gran valor, se aprueba su remodelación y en 1612 ya se habían
instalado los mármoles del Templo de Marte formando un atrio de gran belleza.
En 1662 se colocaron los escudos de Felipe IV, de la Ciudad y del Gobernador
santiaguista de entonces.
El Humilladero. Es el más humilde de los monumentos dedicados
a Santa Eulalia. Situado en el antiguo arrabal de la ciudad, en la encrucijada
del antiguo camino de Madrid, está formado por una peana de mármol, un pequeño
fuste (donde según la tradición fue azotada la niña mártir) y una cruz. En su
frente se lee: “La ciudad de Mérida mandó hazer este s(anto) humilladero con
las limosnas della i de su iurisdición por se tradición verdadera que la
v(irgen) S(anta) Olalla fue açotada en una coluna q(ue)en este sitio fue
conocida, siendo Governador D. Luís Manrique de Lara, año de 1612”.
La casa. La tradición sitúa el hogar de Eulalia en una casa
solariega de la calle Obispo y Arco, colindante con el famoso Arco de Trajano.
La cárcel. Según una tradición piadosa de finales del siglo
XV en la capilla de San Martín, situada en el interior de la Basílica de la
mártir, junto al coro, se encontraba la cárcel donde fue encerrada Santa
Eulalia.
El obelisco, o Pirámide de Santa Eulalia, se inauguró en
1652 siendo Gobernador de la ciudad Lope de Tordoya y Figueroa. Fue levantado utilizando
restos monumentales romanos de gran valor que hoy se conservan en el Museo
Nacional de Arte Romano, pudiendo observarse una réplica a escala real en la
plaza Joan Miró de la capital extremeña.
Iconografía de Santa
Eulalia de Mérida
Una de las representaciones más antigua que se conoce de la
mártir Eulalia es la que figura en el mosaico de San Apolinar Nuevo de Rávena,
obra maestra del arte cristiano–bizantino. Precedida por santa Cecilia y tras
los pasos de santa Inés, se encamina en compañía de un cortejo de santas al
encuentro con la Virgen. Todas están lujosamente ataviadas con túnicas talares
y portan en sus manos ricas coronas; a sus pies aparecen plantas emblemáticas.
Tanto en este mosaico como en numerosas ejemplos, la santa es
representada no como una niña, sino como una joven de más edad. En ocasiones,
incluso, los artistas llegan a representarla como una auténtica matrona,
cargada de años, en clara contradicción con los escasos datos biográficos que
nos han llegado.
La iconografía más conocida es la que nos muestra a la
doncella emeritense con la palma del martirio en una mano y un pequeño horno en
la otra, si bien no faltan ejemplos en los que Eulalia porta un libro, una
cruz, una paloma o hasta una parrilla. La paloma, asociada también a santos
como Quintín, Reparata o Devota, es compañera inseparable de Eulalia en elevado
número de ocasiones, tanto en la literatura como en el arte. Simboliza el
espíritu de Eulalia que voló al cielo en el momento de expirar. En la visión de
la santa riojana Oria, en la que se le aparecen Santa Águeda, Santa Cecilia y
Santa Eulalia, esta última le ofrece una paloma, animándola a tomarla como su
guía.
En la iconografía de Eulalia merece especial atención la
referida a su homónima barcelonesa, mayoritariamente representada junto a una
cruz en forma de aspa o Cruz de San Andrés. Se da la circunstancia de que en
lugares con culto a la niña lusitana, esta aparece con la citada cruz, mientras
que en otros con culto a la mártir tarraconense, porta la palma y el hornito,
por lo que no puede hablarse de símbolos distintivos en exclusividad.
Santa Eulalia en la
pintura
Pintura mural gótica de la Ermita de Santa Eulalia en
Almonaster la Real. Escuela gótica sevillana, siglo XV.
Retablo tardogótico de Santa Eulalia de Mérida, siglo XVI.
Parroquia de San Martín de Porres, Burgos.
Pinturas murales alusivas a la vida de Santa Eulalia, siglo
XVII. Santuario de Santa Eulalia, Totana.
Santa Eulalia pintada por Eugenio Hermoso está expuesta en
el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Mérida.
Saint Eulalia pintada por John William Waterhouse.
También aparece representada en los mosaicos de la Basílica
de San Apolinar el Nuevo de Rávena, en Italia.
Santa Eulalia en la
literatura y en la música
Santa Eulalia (Santolaya en asturiano), fue patrona oficial
de Asturias hasta que finalmente se declarase a la Virgen de Covadonga. Es por
ello por lo que muchas poblaciones aún llevan su nombre en esta comunidad
autónoma. Es conocido el poema "Pleitu ente Uviéu y Mérida poles cenices
de Santolaya" (Pleito entre Oviedo y Mérida por las cenizas de Santa
Eulalia) de Antón de Marirreguera que es el primer poema en asturiano de autor
conocido y fue escrito en el Siglo XVII
Federico García Lorca poetiza su martirio en uno de los tres
romances históricos de su Romancero gitano.
Fiestas en honor a
Santa Eulalia
En Mérida
La devoción de la ciudad de Mérida hacia su hija más
insigne, Santa Eulalia, es uno de los rasgos. Esta devoción se vive, de manera
especial, durante dos momentos señalados a lo largo del año.
En la última semana de septiembre tiene lugar el Trecenario
de Santa Eulalia, una tradición que se remonta al siglo XVII. Se trata de un
ejercicio de piedad que, durante trece días, va recorriendo los diferentes
martirios sufridos, según la tradición, por la niña mártir. Los emeritenses y
devotos de la santa llenan en esos días la Basílica en las diferentes
celebraciones que se extienden a lo largo de todo el día. El trecenario culmina
con un besamanos a la imagen titular y con la celebración del Ramo de Santa
Eulalia; la subasta del Ramo consiste en la subasta pública de diversos dones
que los devotos ofrecen a la santa. Su origen podría estar asociado a la época
en que el Concejo de la ciudad abandonó el patronazgo de la antigua Cofradía,
mediados del siglo XIX.
En diciembre, en torno al die natalis de la santa, tienen
lugar las Fiestas patronales de Santa Eulalia. Los actos comienzan el día 8 de
diciembre con el Voto a la Inmaculada Concepción, se trata de una antiquísima
tradición en la que la ciudad renueva solemnemente el juramento de defensa de
la Concepción Inmaculada de María Santísima. El día 9, víspera de Santa
Eulalia, la jornada comienza en el Santuario de Nuestra Señora de Perales, en
la vecina localidad de Arroyo de San Serván. Desde allí comienza la
peregrinación eulaliense que rememora el recorrido de la niña mártir desde la
villa donde fue escondida por sus padres hasta Augusta Emerita (actual Mérida)
donde fue martirizada en el año 304 a la edad de 13 años. Tras la peregrinación
y la celebración eucarística, da comienzo la procesión que traslada a la imagen
de la patrona desde su Basílica hasta la Concatedral pasando por las
principales calles del centro histórico de la ciudad.
Al día siguiente, los emeritenses se reúnen en la Iglesia de
Nuestra Señora de la Antigua, desde allí, y ataviados con los trajes típicos de
la región, se dirigen a pie a la Concatedral, desde donde tiene lugar la
solemne procesión, heredera de la que se realizaba en época visigoda, en la que
miles de emeritenses acompañan a su patrona desde el templo catedralicio hasta
su Basílica. Una vez allí, y tras la ofrenda floral, tiene lugar la Solemne
Eucaristía presidida por el Arzobispo de la ciudad.
Espectáculos pirotécnicos, deporte, concursos, y eventos
musicales y culturales completan estas fiestas de marcado carácter religioso.
En Totana
La ciudad murciana de Totana tiene a Santa Eulalia por
patrona desde tiempo inmemorial. La Santa, como se la conoce popularmente en la
zona, se venera en un santuario de factura medieval emplazado en las faldas de
Sierra Espuña, a siete kilómetros de la localidad. A los actos religiosos
organizados anualmente en honor de la patrona, se añade un variopinto programa
de celebraciones populares que mantiene en fiestas a los totaneros durante todo
un mes.
Comienzan con la bajada de la venerada imagen desde el
santuario hasta Totana, el día 8 de diciembre, alojándose la primera noche en
la iglesia de San Roque. Al día siguiente es trasladada en procesión hasta el
templo mayor de la ciudad, la parroquial de Santiago, donde recibirá culto
durante todas las fiestas y hasta su vuelta al santuario.
Imagen de Santa
Eulalia, Totana
El día 10 es la jornada grande de las celebraciones, por ser
la festividad de Santa Eulalia. El día arranca con una famosa serenata
proclamada por dos grupos populares totaneros a las 00:00h, mientras que la
jornada prosigue con una Misa Solemne en Santiago y concluye con la Procesión
de la patrona por las principales calles de Totana. En días sucesivos se
celebra el Novenario, lo que alarga la estancia de la Santa en la ciudad ya
hasta la Navidad. La multitudinaria romería de subida hasta el santuario se
realiza el 7 de enero, cierre de las fiestas que congrega a fieles de toda la
provincia.
En Santa Olalla del
Cala
La villa onubense de Santa Olalla del Cala debe su nombre a
su patrona (Olalla es la versión en galego del nombre romano Eulalia) y al río
que marca la frontera entre las provincias de Huelva y Sevilla (río Cala). En
esta villa se celebra cada año, el segundo domingo de mayo, la romería de Santa
Eulalia Virgen y Mártir, en la que los santaolalleros y vecinos de otros
pueblos acompañan a la patrona a su ermita, situada junto a la orilla de la
ribera del Cala. Los romeros realizan el camino con gran devoción, cantando y
bailando al ritmo de sevillanas, vitoreando a la santa, y acompañados con vinos
y chacinas típicas de la sierra de Huelva. La salida de la villa tiene lugar a
las 8:00 y la llegada a la ermita aproximadamente a las 13:00. El resto del día
los santaolalleros disfrutan de una tarde en el paraje de la ribera para
regresar a la villa sobre las 20:00. La patrona permanecerá entonces en la
ermita hasta el Domingo de Resurrección del año siguiente, cuando tenga lugar
la "gira" o romería chica, en la que se realiza el camino contrario:
tras pasar el domingo en la ribera, los santaolalleros trasladan en procesión
su patrona a la villa, dónde celebrarán la novena, la misa flamenca, el día de
la ofrenda y finalmente la romería del segundo domingo de mayo.
En Oviedo
Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir, Patrona principal
de la Archidiócesis
Nació Eulalia, a finales del siglo III, en la ciudad de
Mérida; y en esta, a la edad de 12 años, alcanzó la doble corona de la
virginidad y del martirio, como describe primorosamente el poeta Prudencio en
el Peristephanon.
Cuando la invasión musulmana, el cuerpo de santa Eulalia fue
trasladado a Asturias; y actualmente las reliquias se veneran en la Catedral de
Oviedo, en la capilla dedicada a la mártir.
En 1639 fue declarada Patrona de la
Diócesis Ovetense. Su culto y devoción se hizo tan popular, que decenas de
parroquias en el Principado se hallan bajo el patrocinio de santa Eulalia (o
Santolaya).
Tu pueblo, Señor, con amor agradecido venera a Santa María y
a los santos cuyas reliquias se custodian en esta Iglesia Ovetense como signo
de tu presencia salvadora; te rogamos que acrecientes su fe y así, al
recordarlos con gozo, se sienta impulsado hacia las realidades del cielo, sin
olvidar nunca las de la tierra. Amén.
Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuentes:
wikipedia.org
catedraldeoviedo.com
catedraldeoviedo.com
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