sábado, 4 de diciembre de 2021

Villalpando, tierra de la Purísima

 



Trece pueblos de la Tierra de Campos zamorana avalaban el 1 de noviembre de 1466 el primer Voto del mundo reconociendo la Inmaculada Concepción de María

 

Ocurría en Villalpando, en pleno corazón de la Tierra de Campos zamorana, el 1 de noviembre de 1466: trece pueblos se reunían en la iglesia de San Nicolás de Bari para realizar el primer voto a la Inmaculada Concepción del mundo. Habrían de pasar más de 400 años hasta la promulgación del Dogma de la Inmaculada por Pío IX.

 

Trece pueblos que pertenecían al señorío de los condestables de Castilla avalan el Voto: Villalpando, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Cañizo, Villar de Fallaves, Villardiga, Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo y Cerecinos de Campos.

 

En uno de los laterales de la iglesia de San Nicolás, escenario de aquel voto histórico, un mural del pintor Antonio Pedrero de casi cuatro metros de altura recuerda el episodio que escribió una página en el devenir de la cristiandad.

 

 

Los representantes de los trece pueblos hacen profesión de fe en torno a la imagen de la Inmaculada, de la escuela de Gregorio Fernández -la talla original no se conserva-, mientras el pueblo permanece apiñado y reza.

 




Desde el siglo XII

El voto de Villalpando se efectúa 31 años antes del que avala la Universidad de la Sorbona (París) y diez años antes de que el papa Sixto IV publique la primera bula en pro de la Inmaculada, con la discusión entre los teólogos aún viva. Ya entonces era una «tradición antigua» en Villalpando, pues consta de forma documental que en el siglo XII se honraba a la Purísrima en esta parte de la Tierra de Campos Góticos donde Zamora se funde con Valladolid y Palencia en una inmensa marea de cereal y adobe.

 

Es una tierra de surcos y palomares, de altivas espigas y suaves lomas donde se alza orgullosa Villalpando entre los restos de su muralla y su Alcázar. La villa, hoy parte de esa España Vaciada que pierde la memoria de lo que fue, era en 1466 una población relevante que tuvo voto propio en Cortes. De su prosperidad e importancia habla que ya en el siglo XII contaba con diez parroquias, dos conventos y varias ermitas, así como cinco hospitales en el siglo XIV. Este voto, refrendado en cinco ocasiones a lo largo de los siglos, culminaba en 1954 con la coronación canónica de la Purísima de Villalpando, que la tiene por Patrona y celebra sus fiestas grandes el 8 de diciembre. Los trece pueblos terracampinos hacían historia al ratificar la expresión de la fe en la Inmaculada Concepción. Cuatro siglos después, el 8 de diciembre de 1854, el beato Pío IX la proclamaba como Dogma de Fe en su bula Ineffabilis Deus, que afirma que la Virgen María «fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano».

 


Aunque desconocido para muchos, el Voto de Villalpando ha sido reconocido por estudiosos y teólogos. El Congreso Mariano Internacional de 1908 ratificaba que los trece pueblos zamoranos fueron los primeros que proclamaron explícitamente y de forma solemne este misterio mariano, juramentando que defenderían «a costa de su sangre y de sus vidas» que la Virgen María fue concebida sin mancha y permaneció Virgen e Inmaculada «antes, en y después» del nacimiento de su Hijo.

 




En reconocimiento a la contribución de la zamorana Tierra de Campos al triunfo del dogma de la Purísima Concepción, el Papa Pío IX decidió colocar el monumento a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma, junto a la Embajada de España, donde cada 8 de diciembre se celebra una recepción.

 

Y aquí, en la Tierra de Campos, en un mundo rural que languidece, trece pueblos terracampinos mantienen vivo el orgullo de haber sido los primeros en reconocer a María como Madre llena de gracia. Es la Tierra de la Purísima.


 



El milagro de Empel

La relación entre la Purísima y Zamora queda plasmada en el Milagro de Empel, ocurrido entre el 7 y el 9 de diciembre de 1585 en la antigua Flandes, por el que la Inmaculada Concepción fue declarada Patrona de los Tercios Españoles y de la actual Infantería. Tras ocho días de asedio, el Tercio Viejo de Zamora, con 5.000 soldados reclutados en la provincia, se salvaba de una muerte segura. El hambre y el frío sumen al Tercio, comandado por Francisco Arias de Bobadilla, en una grave situación.

 


Las fuerzas holandesas proponen una rendición honrosa pero los españoles prefieren la muerte. Holanda abre diques e intenta inundar el campamento, replegándose el Viejo Tercio Zamora al montículo de Empel. El 7 de diciembre, un soldado que cavaba una trinchera tropieza con una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada, a cuya protección se encomiendan. Un viento intensamente frío hiela las aguas esa noche y obliga a retirar los barcos holandeses. Envalentonados, los españoles sacan algunas barcazas y caen sobre los rezagados. El Viejo Tercio Zamora estaba salvado.




Enviado por:

 

Jesús Manuel Cedeira Costales.

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