Trece pueblos de la Tierra de Campos zamorana avalaban el 1
de noviembre de 1466 el primer Voto del mundo reconociendo la Inmaculada
Concepción de María
Ocurría en Villalpando, en pleno corazón de la Tierra de
Campos zamorana, el 1 de noviembre de 1466: trece pueblos se reunían en la
iglesia de San Nicolás de Bari para realizar el primer voto a la Inmaculada
Concepción del mundo. Habrían de pasar más de 400 años hasta la promulgación
del Dogma de la Inmaculada por Pío IX.
Trece pueblos que pertenecían al señorío de los condestables
de Castilla avalan el Voto: Villalpando, Quintanilla del Monte, Cotanes del
Monte, Villamayor de Campos, Tapioles, Cañizo, Villar de Fallaves, Villardiga,
Prado, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Villanueva del Campo y
Cerecinos de Campos.
En uno de los laterales de la iglesia de San Nicolás,
escenario de aquel voto histórico, un mural del pintor Antonio Pedrero de casi
cuatro metros de altura recuerda el episodio que escribió una página en el
devenir de la cristiandad.
Los representantes de los trece pueblos hacen profesión de
fe en torno a la imagen de la Inmaculada, de la escuela de Gregorio Fernández
-la talla original no se conserva-, mientras el pueblo permanece apiñado y
reza.
Desde el siglo XII
El voto de Villalpando se efectúa 31 años antes del que
avala la Universidad de la Sorbona (París) y diez años antes de que el papa
Sixto IV publique la primera bula en pro de la Inmaculada, con la discusión
entre los teólogos aún viva. Ya entonces era una «tradición antigua» en
Villalpando, pues consta de forma documental que en el siglo XII se honraba a
la Purísrima en esta parte de la Tierra de Campos Góticos donde Zamora se funde
con Valladolid y Palencia en una inmensa marea de cereal y adobe.
Es una tierra de surcos y palomares, de altivas espigas y
suaves lomas donde se alza orgullosa Villalpando entre los restos de su muralla
y su Alcázar. La villa, hoy parte de esa España Vaciada que pierde la memoria
de lo que fue, era en 1466 una población relevante que tuvo voto propio en
Cortes. De su prosperidad e importancia habla que ya en el siglo XII contaba
con diez parroquias, dos conventos y varias ermitas, así como cinco hospitales
en el siglo XIV. Este voto, refrendado en cinco ocasiones a lo largo de los
siglos, culminaba en 1954 con la coronación canónica de la Purísima de
Villalpando, que la tiene por Patrona y celebra sus fiestas grandes el 8 de
diciembre. Los trece pueblos terracampinos hacían historia al ratificar la
expresión de la fe en la Inmaculada Concepción. Cuatro siglos después, el 8 de
diciembre de 1854, el beato Pío IX la proclamaba como Dogma de Fe en su bula
Ineffabilis Deus, que afirma que la Virgen María «fue preservada inmune de toda
mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular
gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de
Jesucristo, salvador del género humano».
Aunque desconocido para muchos, el Voto de Villalpando ha
sido reconocido por estudiosos y teólogos. El Congreso Mariano Internacional de
1908 ratificaba que los trece pueblos zamoranos fueron los primeros que
proclamaron explícitamente y de forma solemne este misterio mariano,
juramentando que defenderían «a costa de su sangre y de sus vidas» que la
Virgen María fue concebida sin mancha y permaneció Virgen e Inmaculada «antes,
en y después» del nacimiento de su Hijo.
En reconocimiento a la contribución de la zamorana Tierra de
Campos al triunfo del dogma de la Purísima Concepción, el Papa Pío IX decidió
colocar el monumento a la Inmaculada en la Plaza de España de Roma, junto a la
Embajada de España, donde cada 8 de diciembre se celebra una recepción.
Y aquí, en la Tierra de Campos, en un mundo rural que
languidece, trece pueblos terracampinos mantienen vivo el orgullo de haber sido
los primeros en reconocer a María como Madre llena de gracia. Es la Tierra de
la Purísima.
El milagro de Empel
La relación entre la Purísima y Zamora queda plasmada en el
Milagro de Empel, ocurrido entre el 7 y el 9 de diciembre de 1585 en la antigua
Flandes, por el que la Inmaculada Concepción fue declarada Patrona de los
Tercios Españoles y de la actual Infantería. Tras ocho días de asedio, el Tercio
Viejo de Zamora, con 5.000 soldados reclutados en la provincia, se salvaba de
una muerte segura. El hambre y el frío sumen al Tercio, comandado por Francisco
Arias de Bobadilla, en una grave situación.
Las fuerzas holandesas proponen una rendición honrosa pero
los españoles prefieren la muerte. Holanda abre diques e intenta inundar el
campamento, replegándose el Viejo Tercio Zamora al montículo de Empel. El 7 de
diciembre, un soldado que cavaba una trinchera tropieza con una tabla flamenca
con la imagen de la Inmaculada, a cuya protección se encomiendan. Un viento
intensamente frío hiela las aguas esa noche y obliga a retirar los barcos
holandeses. Envalentonados, los españoles sacan algunas barcazas y caen sobre
los rezagados. El Viejo Tercio Zamora estaba salvado.
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira
Costales.
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