La santa misa de la solemnidad de la Natividad del Señor que celebra el santo padre en la basílica de san Pedro, en los últimos instantes del 24 de diciembre, comienza con el canto del Anuncio de Navidad.
Este es un rito no exclusivo de la liturgia papal, sino que puede usarse en cualquier iglesia en la que se celebre la misa de Navidad.
El Anuncio de Navidad, que también se llama Calenda, por sus primeras palabras, es un texto que se encuentra en el Martirologio Romano. Este anuncio, que fue costumbre centenaria en los monasterios y en la liturgia papal, para significar el último instante del Adviento, ha sido incorporado en el Martirologio Romano para todo el mundo.
Este pregón, que se canta o se proclama con solemnidad, es un compendio de la historia de la humanidad que espera la salvación realizada en Cristo. Como un último grito del Adviento se contemplan la creación, la alianza y la promesa de salvación que, tras el diluvio, se concreta en la llamada al patriarca Abraham y el éxodo del Pueblo acaudillado por Moisés. El texto litúrgico incorpora la vocación de todos los pueblos con una interesante referencia al calendario de los griegos y romanos, culturas en la que se acogió históricamente el acontecimiento de la Encarnación
Como aceptación de la Verdad, es costumbre en algunos lugares hacer una genuflexión al final del solemne anuncio, para expresar la adoración de la comunidad cristiana ante el insondable misterio de Cristo: Dios asume la realidad de nuestra carne.
En el caso de la liturgia papal, al concluir el canto el papa descubre la imagen del Niño Jesús que se encuentra frente al altar, para dar por iniciado el tiempo de Navidad.
El texto de la Calenda en español es el siguiente:
“Octava Calenda de Enero. Luna... [cambia cada año esta última frase]. Habiendo transcurrido innumerables años desde la creación del mundo, cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra y formó al hombre a su imagen; pasados siglos y siglos desde que, tras el diluvio, el Altísimo puso en las nubes su arco como signo de alianza y paz; en el siglo veintiuno desde que Abraham, nuestro padre en la fe, salió de Ur de los Caldeos; transcurridos trece siglos desde que el Pueblo de Israel fue guiado por Moisés para salir de Egipto; cerca del año mil desde que David fue ungido rey; en la sexagésima quinta semana de la profecía de Daniel; en la centésima nonagésima cuarta Olimpíada; en el año setecientos cincuenta y dos desde la fundación de Roma; en el año cuadragésimo segundo del imperio del César Octaviano Augusto, estando todo el mundo en paz, Jesucristo, eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, queriendo santificar el mundo por su advenimiento, fue concebido por obra del Espíritu Santo, y transcurridos nueve meses después de ser engendrado, en Belén de Judea nació de la Virgen María hecho hombre. La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo según la carne.”
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales
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