Pese a que las vacaciones hayan acabado, el tiempo navideño
no termina con la Epifanía
La rutina se ha instaurado al fin aliviando los cuerpos y
los bolsillos. Tras un periodo de fiestas que casi se prolonga por un mes, este
7 de enero se acaban las vacaciones escolares, los viajes y las comidas
especiales y se abre un tiempo de verdadero descanso. No sin antes acometer una
serie de tareas que recuerdan al periodo navideño: devolver o descambiar los
regalos de Reyes y retirar la decoración propia de estas fechas. Pero, si nos
afanamos en montar el belén y poner el árbol de Navidad coincidiendo con el
puente de la Inmaculada, ¿hasta cuándo deberían adornar nuestros hogares?
Pues existen dos posibilidades (en realidad tantas como el
nivel de hartazgo permita), dependiendo de si seguimos a rajatabla el
calendario cristiano o, en otra visión más purista, lo extendemos hasta la
Candelaria.
Cabe recordar que, según el tiempo litúrgico, la Navidad
comienza en Nochebuena y continúa hasta el domingo siguiente a la Epifanía, en
que se celebra la fiesta del Bautismo de Cristo y comienzo de la vida pública.
Esto es, para la Iglesia Católica, el tiempo ordinario no arrancará este año
hasta el próximo lunes 13 de enero. Será entonces cuando en el Vaticano se
desmonte el belén y se apague el árbol de la plaza de San Pedro que fueron
inaugurados el pasado 6 de diciembre.
Días antes, coincidiendo con el inicio del Adviento, el Papa
Francisco firmó su carta apostólica «Admirabile signum» sobre el significado y
el valor del Portal de Belén, y lo hizo en las grutas de Greccio (centro),
donde se cree que san Francisco de Asís inició esta tradición en el año 1223.
En su documento, el pontífice animaba a seguir poniendo el
Portal de Belén en casas y en espacios públicos como plazas, escuelas,
hospitales o cárceles, y a revalorizarlo allí donde haya caído en desuso.
Así lo entiende las Asociaciones de Belenistas, que fija la
fecha oficial para la retirada del Nacimiento a partir del día 2 de febrero,
día en que se celebra la Candelaria o fiesta de la Purificación de la Virgen.
No obstante, dichas Asociaciones propone otras alternativas.
Los belenes populares, en los que se incluyen elementos naturales como el
corcho o el musgo, suelen quitarse a lo largo de del mes de enero. «Todo
depende también de la superficie ocupada, de la logística y necesidades de cada
casa».
Ahora bien, en el caso de los belenes artísticos, las
asociaciones promueven su mantenimiento hasta la Calendaría e, incluso, dejarlo
durante todo el año. «Hay quien lo deja hasta que empieza a montar el belén de
la Navidad siguiente, allá por el mes de mayo o junio», resalta Arias.
Artículo enviado
por:
Jesús Manuel Cedeira
Costales.
Fuente:
sevilla.abc.es
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