Origen
Parece ser que sus orígenes se remontan al siglo XVII cuando
los frailes dominicos difundieron el rosario (su fundador fue Santo Domingo de
Guzmán) por toda España, tras la batalla de Lepanto, librada por los reinos
cristianos contra los turcos.
El rosario es un rezo católico popular en el que se recuerda
la totalidad de la Redención, dividido en tres series de cinco misterios cada
una y separados estos por un padrenuestro, diez avemarías y un gloriapatri.
El rosario de la aurora se cantaba al amanecer (de ahí su
nombre), en las madrugadas de los días festivos señalados: Mayos, Pascua,
Corpus Christi, Fiestas Patronales, el Pilar, etc.… y a sus intérpretes se les
denominaba auroros.
Se comenzaba en la puerta de la iglesia y se hacía el mismo
recorrido que en las procesiones, a través de todo el pueblo y el único
instrumento musical utilizado era la campanilla.
La expresión
Estoy convencido que todos ustedes conocen la expresión
"acabar como el rosario de la aurora" y que muchos la utilizan de vez
en cuando. Viene a decir que algo acaba mal por culpa de sus protagonistas y
organizadores. Como es lógico, tiene su origen y explicación, y a ello voy.
Corrían los primeros años del siglo XIX cuando en Madrid se
veneraba a Nuestra Señora de la Aurora. Se sacaba una imagen de la misma en
procesión desde la basílica de San Francisco el Grande y, debido a lo temprano
de la hora, la procesión iba alumbrada por faroles.
También salía en procesión la Virgen del Henar, supongo que,
en las fechas de Semana Santa, y ambas imágenes se encontraron en una calle por
la que no podían pasar a la vez. Los portadores y procesionarios de cada lado
se enzarzaron en una discusión que debió avergonzarles, pero que, en lugar de
ello, los llevó a las manos. Y así acabó aquel rosario de la Aurora (de Nuestra
Señora de la Aurora) a farolazos y golpes.
Hay otras voces que sitúan el hecho en Andalucía, pero eso
en poco cambio el fondo del asunto. Y no es la única vez en la que unas
hermandades se enfrentan en la calle para que no ceda una Virgen a otra su
lugar.
Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente: Texto de “Hablar con corrección” (Pancracio
Celdrán).
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