Nuestra esperanza es María, a ella acudimos pidiendo
auxilio para vernos libres de nuestros males; ella nos socorre. Y nos convoca
hoy como a los discípulos en pentecostés. Ella hoy, quiere acrecentarnos
nuestra fe y alimentarnos de la palabra viva, para que, seamos como los
primeros discípulos: Mirad como se aman.
“Todos ellos se dedicaban a la oración en
común junto con algunas mujeres, entre ellas María la madre de Jesús.” Hechos de los Apóstoles 1, 14.
La Virgen María ha recorrido los caminos de la fe, que
son de confianza y abandono en la Palabra de Dios, que ella siempre acogió a
modo de luz en el sendero de su vida, y por ello goza ya ríe la gloria de Dios
a cuya derecha está de pie, como reina preciosa. Asunta al cielo es para la
Iglesia signo de esperanza segura.
El paso del hombre por este mundo está llamado a
terminar bien. En el regazo de Dios. La Iglesia, ansiosa de estar con Cristo,
sigue los pasos de la Virgen a fin de llegar a la glorificación que le
corresponde como cuerpo que es del Hijo de María. María es la estrella que
anuncia el día y que, por ser este día ya todo de Dios, no conoce atardecer.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
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