Del libro del Apocalipsis 21, 1-2
Vi un cielo nuevo y una tierna nueva, porque el pómez cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Todo aquel que cree en Jesús, hijo de María, como Salvador y Señor por medio de su muerte y de su resurrección, le llena de alegría el saber que la vida de los que son suyos por la fe y el bautismo no termina con la muerte, se transforma; sabe el cristiano que en la comunión eucarística que ha recibido a lo largo de su vida, ha comido la Vida que no acaba: Cristo Jesús.
La Virgen, Madre del Señor, constantemente nos invita a que nos acerquemos a ella para que nos saciemos del fruto precioso de su vientre que es Jesucristo.
En ella comienza un mundo nuevo porque llevó en su seno a Aquel que, por medio de su muerte y resurrección, todo lo hace nuevo.
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente:
http://www.santuariodecovadonga.com
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