En este mes de mayo, cada uno de nosotros tenemos la
posibilidad de encontrarnos contigo, de dejar que tú nos mires y nos hables en
nuestra vida diaria. Ayúdanos a descubrir lo importante que es contar contigo,
abrirte con confianza las puertas de nuestras vidas y descubrir tu amor
absolutamente gratuito, sincero por nosotros y los nuestros. Por eso en este
mes queremos ofrecerte los frutos y las flores de virtud que al calor de tu
devoción han brotado en el jardín de nuestras almas.
Bien quisiéramos que
fuesen flores más bellas, sin espinas sin manchas, pero no ignoras mater cuanta
es nuestra miseria y pobreza. Míranos pues con ojos de compasión y riega y
cuida tú misma este jardín que todo entero te lo entregamos a ti, para que
produzcas las flores y los frutos que deseas y tienes derecho a esperar de
nuestras almas.
1- Tu
presencia nos llena. También nuestro corazón se apacigua ante tu imagen. Queremos
recordar momentos especiales que hemos vivido junto a ti, agradecemos a Dios
todo lo que hemos recibido de ti. Cuanto bien nos has hecho y sigues
haciéndonos por las personas que nos regalas para trasmitirnos el regalo de la
vida. Hoy tú, nos has salido al encuentro, porque necesitamos experimentar tu
amor incondicional. Porque me ofreces en este instante y en todos los momentos
de la vida amor maternal ilimitado.
2- Nos
sentimos reconfortados. Que grande que tú escogida entre todas las mujeres, nos
quieras, así como somos, sentirlo cambia algo en nuestro interior. Por eso
ahora queremos contemplar tu imagen y detenernos en tus rasgos delicados que
nos hacen revivir como tu amor maternal nos libera. Tu cariño nos ha hecho
crecer, tu confianza nos ha dado alas para no tener miedos, tu fe reafirma la
nuestra, tu educación nos hace fuertes y alegres. Hoy te pedimos que nos
asemejes a ti.
3- Madre
danos tú amor y llénanos de fuerza para llevar a Jesús haya donde vallamos.
Envíanos y haznos llegar a las personas que necesitan experimentar tu amor, por
eso ahora como los discípulos reunidos en Pentecostés junto a ti, te rezamos:
“Sigo esperando hoy que tú me acojas
y me animes
Cuando
todos me dan la espalda
Y
yo mismo me rebelo contra mis límites
Sonrío
en lo más profundo de mí ser
Al
recibir tus pequeños cuidados,
Que
cubren mis necesidades con detalle y calor…
Con
ese amor desinteresado, inamovible
Me
tranquilizo al comprobar tu firmeza y fidelidad
A
pesar de los grandes cambios que experimento
A
mí alrededor y en mis sentimientos
Me
sorprendo al ver cómo tú sacas lo mejor de mí
Y
me quieres tal como soy.
Me
viene a la cabeza tu imagen
Y
a los labios tu nombre
En
los momentos más oscuros de mi vida,
En
los momentos de prueba,
De
soledad, de toma de decisiones.”
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales
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