EL JUBILEO DE LA SANTA CRUZ
“LA PERDONANZA”
“El perdón en Oviedo de todos tus pecados…”
Se conoce como Jubileo a la indulgencia plenaria, solemne y universal,
concedida por el papa en ciertos tiempos y en algunas ocasiones.
En Oviedo se gana la indulgencia desde los tiempos de Alfonso
II, cuando las reliquias fueron depositadas en la Cámara Santa. En el
año 808 el rey Alfonso II donó a la Catedral la Cruz de los Ángeles y,
cien años más tarde, en el 908, Alfonso III donó la Cruz de la Victoria.
En el siglo XV, debido a la gran afluencia de peregrinos, el cabildo
solicitó al papado poder celebrar un Jubileo y en 1438 Eugenio IV
otorgó la bula que concedía indulgencia plenaria a los que acudiesen
a la Catedral el día en que la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
(14 de septiembre) tuviese lugar de viernes, así como los ocho días
anteriores o posteriores a dicha festividad.
En la Catedral de Oviedo se gana la indulgencia entre los días 14
y 21 de septiembre: Se debe realizar una visita piadosa a la Catedral,
confesar, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.
El SANTO SUDARIO
(que cubrió el rostro de Nuestro Señor…)
Es la prenda que cubrió el rostro del Señor al bajarlo de la cruz y por tanto impregnado
de su sangre que se conserva en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.
Te recomendamos que te acerques a venerar la reliquia más importante de la Cristiandad
junto con la Sábana Santa de Turín ( el primero se lo pusieron al Señor en la cara para
bajarlo de la cruz; la Sábana Santa de Turín fue el lienzo con el que envolvieron al Señor ya
en el sepulcro.
Deberías saber que el Santo Sudario se puede visitar todos los días en la Cámara Santa
de la Catedral de Oviedo, pero que son 3 dias al año los que se saca de allí para dar su bendición
a los fieles que acudan a la Catedral de Oviedo:
- El 14 de Septiembre, Día de la Santa Cruz, e inicio del Jubileo de la Santa Cruz (“La
Perdonanza”).
- El 21 de Septiembre (Día de San Mateo) y final del Jubileo de la Santa Cruz (“La Perdonanza”)
- El día de Viernes Santo.
EL SANTO SUDARIO (El objeto)
En la época de Jesús un sudario era un pañolón que servía para quitarse el sudor de la cabeza o
limpiarse la cara en caso de necesidad.
La Enciclopedia Universal Judía recoge la prescripción según la cual cuando un cadáver tenía
desfigurado o mutilado el rostro era imprescindible que este fuera cubierto con un velo para ocultarlo
a los ojos de la gente. No es extraño que se empleara para este menester el pañolón –sudario– que se
tenía a mano (en ocasiones enrollado en la muñeca) y que se colocara sobre el difunto aun antes del
entierro.
Por otra parte sabemos que uno de los «lienzos funerarios» empleados en enterramientos judíos
es el sudario, y que cubre exclusivamente el rostro. San Juan en su evangelio menciona en dos ocasiones
un sudario sobre la cabeza de un cadáver. En el relato de la resurrección de Lázaro (Jn 11,44)
dice que salió el muerto «atado de pies y manos y envuelta la cabeza en un sudario» pero el texto evangélico
más importante del Apóstol en este punto es el Cap. XX. En sus versículos 6 y 7 distingue claramente
entre los lienzos en los que fue envuelto el cadáver (entre ellos, lógicamente, la Sábana que
mencionan los evangelios sinópticos) y «el sudario que había estado sobre su cabeza».
En los primeros años del cristianismo, se veneraron en Jerusalén estas reliquias de Jesús que
los apóstoles habrían guardado en un arca de cedro.
Para albergar tal tesoro, Alfonso II el Casto mandó construir la llamada «Cámara Santa», que
inicialmente sería la capilla de su palacio, y que hoy se halla incorporada a la Catedral gótica que se
edificó posteriormente. Desde ese momento la denominada «Arca Santa» y su contenido han recibido
la veneración constante de los asturianos, a pesar de las diversas vicisitudes históricas.
Ante la invasión de los persas, mandados por Cosroes II, en el 614, se hizo necesario ponerlas
a salvo. El presbítero Filipo fue el encargado de llevar hasta Alejandría el arca con las reliquias.
El empuje de los persas en África dio lugar a nuevos traslados, y, a través de ellos, terminó llegando a España.
EL SANTO SUDARIO (Veneración tradicional)
El obispo de Ecija, S. Fulgencio, acogió a los huidos, que llegaron a la península por
Cartagena, y puso en manos de S. Leandro, obispo de Sevilla –su superior y hermano – el «Arca Santa».
Es bien conocido que S. Isidoro sucedió en la sede hispalense a Leandro y fue maestro de S. Ildefonso.
Cuando este último fue nombrado obispo de Toledo llevó consigo a la capital del reino Hispano-Visigodo
el arca de las reliquias.
El Diccionario Eclesiástico de España señala la presencia de la misma en los primeros años del
S. VII. En la primera mitad del S. VIII, una nueva arca –de roble– sale de Toledo en dirección al norte,
esta vez coincidiendo prácticamente su traslado con la invasión musulmana y llegando a
Asturias –según diversos autores– entre el 812 y el 842.
En 1075, con ocasión de la visita del Rey Alfonso VI, se procedió a la apertura del Arca y la realización
de un inventario de los distintos objetos guardados en ella, entre ellos el Santo Sudario. El monarca
ordenó que se la recubriera de plata como homenaje a su precioso contenido.
En el recubrimiento del Arca Santa podemos leer la fecha de su realización (el año 1113) y la relación
del contenido que atesoraba. Se menciona expresamente «el Santo Sudario de N. S. J. C.». Desde
ese momento son constantes las referencias documentales al Sudario, puesto que se hicieron diversos
inventarios.
No hay circunstancia alguna que permita dudar de la permanencia ininterrumpida de la reliquia
en Asturias. Aunque en la actualidad no es excesivo el conocimiento que se tiene de ella entre la población
española, esta situación es radicalmente distinta a la de tiempos pasados. Su fama llegó a ser tal
durante la Edad Media que, a pesar de la dificultad que suponía atravesar el macizo montañoso que separa
Asturias de Castilla, muchos peregrinos se desviaban del Camino francés a Compostela para acercarse
a San Salvador de Oviedo (la Catedral) y venerar el «Arca Santa» de las reliquias.
Actualmente se bendice con el Sudario tres veces al año: el Viernes Santo, el 14 de
septiembre –día de la Santa Cruz– y el 21 de septiembre –día de la octava–, pero la fama del relicario
de Oviedo es multisecular. A ella debe la catedral el sobrenombre de «Sancta Ovetensis» y que, ya en
la Edad Media, los peregrinos del Camino de Santiago considerasen imprescindible su visita.
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
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