26 DE JUNO DE 2021
Hermano:
Todo sucede por amor. Todo sucede mediante el amor. Todo sucede para el amor.
Cuando se presenta el
Evangelio es fácil confundir esperanza con ilusión, y es que aunque parezcan
conceptos similares no lo son en absoluto.
Es interesante ver las páginas web de muchas iglesias.
Si te fijas verás que muchas están llenas de imágenes
coloridas de personas alegres, familias felices y gente cantando.
Asimismo, los contenidos que definen a la congregación
suelen hacer referencia a personas que disfrutan continuamente de sus
relaciones, victoriosas y que caminan por un mundo de felicidad.
En contraposición, las imágenes «del mundo» suelen ser más
grises y llenas de tristeza.
Tal pareciera que la Iglesia sea un lugar fuera de este
mundo y que los cristianos estén fuera de la influencia de los problemas y las
dificultades.
Y no seré yo quien diga que los cristianos no pueden (y
deben) ir de victoria en victoria de la mano de nuestro Señor, pero lo que sí
digo es que obtener una vida cómoda y sin problemas no es lo que nos ofrece la
Biblia.
Por contra, Jesús nos advirtió que, precisamente por ser
cristianos, íbamos a pasar momentos muy difíciles en nuestra vida. Pero nos
dejó un mensaje de esperanza: Él venció.
La ilusión tiene que ver con el deseo.
¿A quién no le gustaría que alguien le resolviese todos sus
problemas? Y especialmente cuando llevas años luchando, como diría Hamlet,
contra un piélago de calamidades.
Ello hace que atraer a la gente con mensajes del tipo «ven y
todo se resuelve» sea sencillo, especialmente a la gente que no está dispuesta
a mover un dedo por mejorar su propia vida y una propuesta de este tipo es algo
que no puede dejar escapar.
Pero presentar estos conceptos en tus contenidos, en tu web
o en tus mensajes de evangelización es muy peligroso por dos motivos.
Primero porque estás creando una expectativa que, en muchos
casos, no se va a cumplir, vas a dejar a Dios por mentiroso y la gente se
acabará marchando desengañada.
Segundo porque vas a alejar a las personas que están pasando
por verdaderos momentos de dificultad, ya que los haces sentir aún más
miserables.
¿Recuerdas el pasaje que dice aquello de «El que canta
canciones al corazón afligido es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o
el que sobre el jabón echa vinagre» (Proverbios 25:20)? Pues eso.
Además, este tipo de mensajes no acaba alcanzando la
necesidad real de la persona, sino sus deseos
Y vivir una vida fácil puede ser muy deseable, pero no forma
personas maduras sino personas infantiles y caprichosas.
La esperanza tiene que ver con la fe.
Por contra, la esperanza no tiene nada que ver con alcanzar
una vida de ensueño y sin problemas.
La esperanza surge, precisamente, cuando pasamos por
situaciones que escapan a nuestro control.
Por ello, la verdadera esperanza es consciente de la
situación real. No niega las dificultades externas ni niega las limitaciones
propias.
Sabe que, en muchos casos, las posibilidades de éxito son
prácticamente nulas.
Sin embargo, el mensaje de esperanza del Evangelio nos hace
poner nuestra mirada en Dios y nos anima a esperar y confiar en Él.
Nos hace ver que aunque pasemos por dificultades Dios
siempre estará a nuestro lado.
Que Él tiene la capacidad de cambiar las circunstancias en
cualquier momento, si ello es conveniente para nuestras vidas, y que, en
cualquier caso, Él nos ofrecerá siempre su paz, su consuelo y su fuerza.
El resultado final de ofrecer un mensaje basado en una
esperanza verdadera es que llegará a las personas que están dispuestas a
aceptar el reto de la fe.
Por ello, cuando presentes el mensaje del Evangelio y sus efectos,
en la forma que sea, huye de contenidos basados en ilusiones y centra tu
mensaje en la verdadera esperanza y en la verdadera libertad.
Enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales.
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