21 de enero de 2021
Hermano:
La tasa de positividad sigue por encima del 10%.
Los datos de contagios siguen en un nivel alto, pero han dado un pequeño respiro en la última jornada. Eso sí, son números del fin de semana, fechas en las que las estadísticas suelen contabilizar menos casos.
La Consejería de Salud ha confirmado 242 nuevos positivos por coronavirus diagnosticados en una jornada en la que la mortalidad por la pandemia ha crecido con fuerza, al registrarse siete fallecidos de personas de entre 78 y 103 años.
Comienza el año y se abre una puerta. En la catedral de
Santiago de Compostela en España, por ser año jacobeo, se abre la puerta del perdón.
Se derriba el muro que la cubre y queda abierta la puerta para que los
peregrinos puedan pasar bajo su umbral y experimentar la misericordia de Dios
en sus vidas. Es lo que yo necesito para sentirme totalmente aceptado,
integrado, amado. Pasar por esa puerta que se abre ante mis ojos. Sé que antes
es necesario que un muro sea derribado. Una puerta oculta, la puerta del
perdón. Entrar por una puerta tiene un significado muy hondo. En la Basílica
del Nacimiento de Jesús en Belén hay también una puerta pequeña por la que uno
entra agachándose, humillándose. La puerta se abre para que pueda pasar, para
que mi vida pueda cambiar. Me gusta esa imagen de la puerta. En ocasiones no
veo puertas que atravesar. Y me quedo quieto, paralizado, sin saber el camino a
seguir. Me gustaría entender que mi vida comienza cuando paso por una puerta.
Cuando entro a través de una puerta. O cuando salgo por esa puerta. Todo
depende del momento de mi vida. He atravesado muchas puertas en mi camino. Unas
veces implicaron un comienzo. En otras ocasiones era el final de algo, una
puerta de salida. Pero recuerdo con cariño muchas de esas puertas que se
dibujaron ante mis ojos. Tal vez tuvo que caer un muro que las cubría y
entonces vi claro el camino. Puede que fueran muy pequeñas y no quería abajarme
tanto para pasar por ellas. Especialmente guardo cariño a las veces en las que
pasé por una puerta del perdón. Me agaché, me humillé, pedí perdón por mi
pobreza, por mi pecado, y comencé un camino nuevo, un camino de salvación. Me gusta
pensar en esa puerta del perdón que me lleva al corazón de Dios. Sólo ahí puedo
descansar, en Jesús. En mi vida hay muchas puertas. Algunas dan al mundo, al
exterior. Ahora muchas de mis pantallas son esas puertas que me vuelcan en el
mundo que me rodea, con su dolor, con su violencia, con sus cosas bellas, con
el amor que también veo. «Se han abierto de par en par ventanas y puertas (…),
nosotros no sólo hemos mirado hacia el interior de la Iglesia, sino que también
miramos hacia afuera, miramos hacia el mundo» . Puertas que se abren. Ya no
puedo ponerle puertas al mundo tratando de que no entre en mi alma. Sería como
querer poner puertas al campo. Pero yo tengo otra puerta interior que me lleva
a lo más profundo de mi alma donde hay mucho misterio. Si abro mucho la puerta
hacia fuera y nunca la cierro, corro el peligro de dejar cerrada la puerta que
me lleva a encontrarme conmigo mismo. Comienza este año con una puerta y pienso
que esa puerta interior es la que tengo que cruzar muchas veces para saludarme
a mí mismo, para quererme más, para comprenderme. Y dejar que por esa puerta
entre Dios. Él está a la puerta de mi alma y llama. Espera paciente. Jesús
siempre aguarda. Apocalipsis 3:20: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo». No me niego a que el mundo me toque por dentro. No quiero detener el
viento. Pero sí abro la puerta a Jesús. Este año es un año santo y el perdón es
la puerta que me lleva al corazón de Dios. Dejo que entre y con Él quiero que
entren también otras personas. No me cierro, no me aíslo, no me niego a la vida
ni al amor. No dejo a un lado la confianza que me dan, los lazos que me
tienden. Quiero al mismo tiempo guardar cerrada la puerta de mi alma. No me
quiero derramar sin cuidado en el mundo. Dejando sin misterio lo que guardo
escondido. Es mi verdad que guardo con pudor, con sana distancia. No quiero
vivir contando todo lo que siento, lo que me pasa, lo que me asusta, lo que me
alegra, lo que me inquieta, lo que me preocupa, lo que amo, lo que sueño, lo
que espero. No vivo desparramado en el mundo. Me abrirán otras puertas en este
año. Puertas de corazones que se confiarán. Entraré de rodillas con inmenso
respeto. Sin violentar la entrada. Agachándome con humildad. Sin más
pretensiones. Y habrá otras puertas que Dios pondrá ante mis ojos. Pasos que
habré de dar o retener. Palabras que habré de decir o cubrir con un pudoroso
silencio. Puertas que se abren y se cierran. Puertas que me abren a la vida,
puertas que me enseñan la senda de la entrega, de la generosidad. No lo dudo,
me pongo en camino. Sólo el que busca encuentra puertas ante sus ojos. Si yo no
busco nada nuevo, nada encontraré en mi vida. Y me parecerá que todas las puertas
siguen cerradas. Me quedo mirando la puerta del perdón. Quiero pasar por ella
para volver a empezar. Para sonreír, para soñar. No me detengo.
Enviado por:
Jesús Manuel
Cedeira Costales.
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