lunes, 1 de julio de 2019

FIESTA DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO





Como todos los años, este primer día de julio los fieles se reunen para celebrar la solemnidad de la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo.

La fiesta litúrgica, que tras la reforma del Concilio Vaticano II se unió a la del Santísimo Cuerpo del Señor (Corpus Domini), sigue siendo celebrada por la fraternidad de la Custodia porque el santuario de la Agonía en el monte de los Olivos conserva la memoria física del sudor de sangre del Señor Jesús en la noche de su arresto. 


El fenómeno, conocido en medicina como hematidrosis, está ligado al exudado del suero de las venas a causa de fuertes tensiones a las que se puede ver sometida una persona, y fue registrado por el evangelista médico, san Lucas, en el capítulo 22 de su Evangelio.

San Francisco escribió a todos los fieles, para demostrar que el santo de Asís había entendido el íntimo vínculo entre la Sangre del cáliz eucarístico, la Sangre vertida en Getsemaní y la derramada en la cruz. Sangre preciosa la del Señor, porque es signo de una vida totalmente entregada, totalmente trasfundida a nosotros para hacernos consanguíneos con Dios, miembros de la misma familia divina.



Festejar la Preciosísima Sangre de Jesús significa entonces para nosotros inserirnos en esta dinámica de entrega de la vida, de entregarnos al Padre celestial y a nuestros hermanos, en perfecta imitación a nuestro divino modelo, Jesucristo.

Los olivos seculares de Getsemaní fueron los probables testigos del sudor de sangre de Jesús. Que la Sangre de Cristo se derrame, más copiosa si cabe, por todo el mundo para obtener la paz y la redención a todo ser humano.





Artículo enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales



Fuente: custodia.org

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