Bula del Papa Eugenio IV, concediendo al templo de El
Salvador el Jubileo de la Santa Cruz, en 1438
Las fiestas de San Mateo, de la Perdonanza o del
Jubileo de la Santa Cruz han supuesto todo un acontecimiento para la ciudad
asturiana, unida desde hace siglos a las reliquias de la Cruz y del Santo
Sudario.
Durante una semana, Oviedo vive unas fiestas que, cada
vez más, traspasan sus propias fronteras. Si el tiempo lo permite, la fiesta se
vive en la calle, entre espectáculos gratuitos y buen ambiente. Son las fiestas
de San Mateo. Una celebración antiquísima que responde a una tradición de más
de diez siglos, y que además proviene de unos privilegios otorgados en su
momento por considerarse la ciudad como el relicario de las Cruces de Oviedo,
lugar muy frecuentado de peregrinación, al custodiar unas reliquias tan
especiales.
Las fiestas de la Perdonanza, o celebración del
Jubileo, eran ya todo un acontecimiento en la vida de la ciudad en el siglo
XVI. Según el sacerdote y canónigo José María Hevia, director del Museo
diocesano, ya en documentos encontrados del año 1537 se habla de procesión
solemne por las calles con el obispo vestido de pontifical portando la Santa
Bula, de tapices colgando de los balcones, y de antorchas luciendo noche y día
en la catedral. Ya entonces se mostraba el Santo Sudario a los fieles y se
rezaban maitines a media noche siguiendo una antigua tradición.
Algún tiempo más tarde, concretamente en el año 1639,
se proclamaba a santa Eulalia Patrona de la ciudad y de la diócesis de Oviedo,
y se situaba en el 7 de septiembre una fiesta en su honor, llamada la fiesta de
la Traslación, que curiosamente se encontraba muy cercana a las fiestas del
Jubileo de la Santa Cruz o de la Perdonanza. Durante muchos años, en el mes de
septiembre, se celebraron fiestas en honor a Santa Eulalia, fiestas mayormente
profanas, que con el tiempo se vieron desplazadas por las fiestas de San Mateo,
que suponen el final del Jubileo y que son las que han llegado a nuestros días.
¿Cuál
es el origen del Jubileo?
Según explica el propio José María Hevia, la palabra
jubileo tiene una raíz hebrea y otra latina: «En la Biblia el término hebreo es
yobel, que es el cuerno del cordero usado como instrumento sonoro que servía
para anunciar el año excepcional dedicado a Dios. El término latino, por su
parte, es iubilum, que inicialmente expresaba los gritos de alegría de los
pastores y después simplemente alegría, gozo y alabanza». La unión de ambos
conceptos se produjo al traducir san Jerónimo, a finales del siglo IV y
principios del V, la Biblia del hebreo al latín. Él tradujo la palabra hebrea
yobel por la latina iubileus, de forma que a ese significado de año excepcional
dedicado a Dios se le unía el concepto de alegría.
Más adelante, en la Edad Media, la palabra jubileo se
aplicó a la indulgencia que el Papa concedía cada determinado período de
tiempo, por lo que terminó indicando año de conversión, de perdón, de gracia.
Volviendo a Oviedo, se sabe que ya el rey Alfonso II
el Casto, una vez dispuesta la Cámara Santa, obtuvo del Papa indulgencias para
todos aquellos que visitaran las reliquias. «En el Testamento y famosa donación
de Alfonso II de Asturias, otorgado hacia el año 812 a la Iglesia de San
Salvador de Oviedo -explica José María Hevia-, el monarca recuerda haber sido
bautizado en ese lugar. Nació seguramente en la hacienda rural de su padre, el
rey Fruela, en Oviedo. Se sabe que sufrió una infancia difícil, primeramente
resguardado en un monasterio, después depuesto como rey y cobijado en Álava por
sus parientes maternos. Finalmente, Alfonso regresó a Asturias y fue proclamado
rey el 14 de septiembre de 791, fiesta, por cierto, de la Exaltación de la
Santa Cruz».
En la Escritura de Fundación de la Cofradía de la
Cámara Santa se explica la llegada de las Reliquias en un arca, procedente del
Monsacro, donde el rey Alfonso las depositó en una Cámara que llamaron Capiella
de los Angeles, y la enriqueció, más adelante, con la donación de la Cruz de
los Ángeles (año 808). La Cruz de la Victoria, de Alfonso III, llegaría a la
Cámara Santa un siglo más tarde. También a este último rey se debe la llegada
de las cenizas de santa Eulalia, traídas desde Santianes de Pravia, y cien años
más tarde de la incursión de su tío, el rey Silo, el presbítero toledano
Dulcidio incorporó a la cripta de santa Leocadia los cuerpos de san Eulogio y
santa Leocricia.
La presencia de aquellas reliquias en el templo fueron
objeto de veneración desde muy antiguo; probablemente, en los mismos años en
que se descubrió la tumba del Apóstol Santiago y se comenzaba a edificar la
primera Iglesia sobre ella. El templo de El Salvador no era catedral, tampoco
era sede episcopal, pero como relicario se consideraba merecedor de
indulgencias.
A pesar de encontrarse, entre las reliquias, el Santo
Sudario, en realidad éste se menciona por vez primera en el año 1075, al
abrirse el Arca Santa para hacer un inventario de su interior, a petición del
rey Alfonso VI. No fue el Sudario el protagonista hasta varios siglos más
adelante, por lo que las reliquias que motivaron el Jubileo son las cruces,
especialmente, la Cruz de los Ángeles. Por eso el Jubileo se conoce como de la
Santa Cruz, y al mismo tiempo se le añadió el término de Perdonanza,
simbolizando alegría y redención a través del perdón.
El concepto de penitencia y perdón en los primeros
siglos tenía carácter público, y a partir del siglo XI hasta nuestros días pasó
a ser algo privado, entre el sacerdote y el fiel que acudía a confesarse, a ser
absuelto y a cumplir la penitencia. A las rigurosas penitencias inicialmente
impuestas sucede una cierta aminoración mediante las indulgencias parciales. En
el siglo XI aparecen, por primera vez, las indulgencias plenarias o generales
para cualquier persona que realizase una obra especialmente meritoria, como la
visita de un monasterio recientemente consagrado, o dádivas a los pobres.
Conviene recordar que la indulgencia no es un sacramento; es decir, no absuelve
ni perdona el pecado en sí mismo, sino que, una vez perdonado por la penitencia,
exime de las penas temporales que, de otra manera, los fieles deberían purgar.
En Oviedo, el Papa Clemente VI, a petición del obispo
Juan Sánchez, concedió, en octubre de 1344, numerosas gracias y perdones en
determinados casos «a todos los que quisiera ser cofrades de la santa Iglesia
de San Salvador». Más adelante fueron los propios capitulares los que
decidieron solicitar a la Santa Sede la gracia de un Jubileo, como correspondía
a un templo de la nobleza e importancia de la catedral de San Salvador, que ya
en el siglo XV recibía a gran número de peregrinos. Y así, el Papa Eugenio IV,
en una Bula del año 1438, concedía la indulgencia plenaria a cuantos visitaran
la catedral de Oviedo el día de la Exaltación de la Santa Cruz, o los ocho días
anteriores o posteriores del año en que tal festividad ocurriera en viernes.
Con los años se sucedieron algunas variaciones, hasta
que, en el año 1982, con motivo de la reposición de la Cruz de la Victoria,
restaurada, en la Cámara Santa, el Papa San Juan Pablo II concedió la gracia de la
indulgencia plenaria durante los días 14 al 21 de septiembre, práctica que
continúa intacta hasta nuestros días.
Jubileo
de la Santa Cruz. 14 de septiembre al 21 del mismo mes, La perdonanza.
Este año el Jubileo de la Santa Cruz tiene como “telón
de fondo” un tiempo de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada
vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarla con alegría al
hombre de nuestro tiempo.
El Jubileo de la Santa Cruz puede ser un momento
importante para destacar aspectos fundamentales del vivir creyente:
a) La dimensión peregrinante de la fe.
b) Un signo de comunión eclesial.
c) Anuncio del misterio de la redención.
La peregrinación a san Salvador, y en concreto a la
Cámara Santa en la que se encuentra la Cruz de los Ángeles –razón del jubileo-
y el Santo Sudario, puede ser una ocasión propicia para acercarnos a la raíz de
la fe de nuestro pueblo. Se trata ir a las raíces de la fe cristiana,
centrarnos en lo fundamental para rescatar la vitalidad y el dinamismo que
siempre ha caracterizado a quienes se encuentran con el Señor Jesús y lo
siguen. Ir a las raíces, es fundamental en cualquier campo; sin raíces sanas no
hay buenos frutos y sin raíces no hay vida.
Los horarios son los siguientes:
Misa jubilar todos los días a las 18, 30.
El día de San Mateo se celebrará la Santa Eucaristía a
las 10, 12 y 18, 30
Ha tener en cuenta:
1º El 14 de septiembre, en la Santa Misa de la tarde,
se mostrará el “Lignum Crucis” y el Santo Sudario y se dará la bendición con el
“Lignum Crucis” al final de la celebración.
2º En la fiesta de San Mateo se mostrará el Santo
Sudario al final de la Santa Eucaristía.
3º Todos los días, excepto el 14 de septiembre,
después de la Misa jubilar de las 18, 30 se subirá a la Cámara Santa para la
veneración de las santas reliquias.
Habrá posibilidad de recibir el Sacramento del Perdón
puesto que la confesión, comunión, profesión de fe y rezo por las intenciones
del Papa forman parte del itinerario que todo peregrino, que visite la
Catedral, ha de realizar para poder alcanzar la gracia del Jubileo.
Fuentes: Texto
de Anabel Llamas Palacio y catedraldeoviedo.com
Artículo enviado por:
Jesús Manuel Cedeira Costales
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