La Navidad, así como la Pascua, son fechas
litúrgicas muy importantes para la Iglesia.
Es por esto que se dedican varias
semanas a la preparación espiritual, para disponer nuestro corazón y acoger
tanta gracia y bendiciones que el Señor quiere derramar en nuestras vidas.
El adviento —que empieza este próximo
domingo, 1 de diciembre— es el tiempo para limpiar nuestra casa interior.
Me
refiero a nuestro corazón. Solemos escuchar muchísimos consejos para vivir
adecuadamente estas semanas tan especiales, pero nos entran por un oído y nos
salen por el otro.
Presenta tres ideas sencillas, claras y muy concretas para
vivir estas semanas previas a la Navidad.
Para disponer nuestro corazón y
preparar con amor y esperanza el nacimiento de nuestro Salvador.
Confesión, paz y caridad
Menciono resumidamente las tres ideas, En primer lugar, la
confesión, para tener nuestro corazón limpio.
Es Cristo quien quiere nacer
en nuestras vidas. ¡Qué mejor que preparar nuestros espíritus para recibirlo
con un corazón bien dispuesto!
Una vez que tenemos nuestra alma limpia,
esforcémonos por traer paz y armonía a nuestro hogar.
Procuremos que en nuestra
familia, en la relación conyugal, con los hijos y entre los hijos, reine la paz
que tanto desea nuestro Señor.
Finalmente, la vivencia de la caridad.
No
necesariamente con algo material (aunque también es muy buena idea).
Podemos
acompañar al enfermo, visitar a alguien que necesita ser escuchado o consolar
al que está triste.
Recuerda que para esta época cualquier obra de misericordia corporal o espiritual, es más que bienvenida.
El Adviento y la oportunidad de ayudar a
otros
Estos tiempos, suelen ser muy difíciles
para los que viven solos, pues recuerdan con mucha fuerza a sus seres queridos
que ya no están.
Para muchos la Navidad puede traer más nostalgia que alegría, por eso
es importante que siempre estés dispuesto a ayudar a otros.
Todos, seguramente, tenemos a algún
conocido, quizás un buen amigo, que necesita nuestra compañía y un hombro dónde
reclinar su cabeza y poder llorar.
Que este Adviento sea una oportunidad no
solo para limpiar y preparar nuestro corazón, sino para ayudar a otros a
dirigir la mirada a Cristo.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales.
Fuente: Escrito
de Pablo Perazzo.
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