El domingo tercero del tiempo de Adviento se llama
domingo "Gaudete", "estad alegres", porque la antífona de
entrada de la santa misa retoma una expresión de san Pablo en la carta a los
Filipenses, que dice así: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito:
estad alegres». E inmediatamente después añade el motivo: «El Señor está cerca»
(Flp 4,4-5). Ésta es la razón de nuestra alegría. Pero ¿qué significa que
"el Señor está cerca"? ¿En qué sentido debemos entender esta
"cercanía" de Dios?
El apóstol san Pablo, al escribir a los cristianos
de Filipos, piensa evidentemente en la vuelta de Cristo, y los invita a
alegrarse porque es segura. Sin embargo, el mismo san Pablo, en su carta a los
Tesalonicenses, advierte que nadie puede conocer el momento de la venida del
Señor (cf. 1 Ts 5,1-2), y pone en guardia contra cualquier alarmismo, como si
la vuelta de Cristo fuera inminente (cf. 2 Ts 2,1-2). Así, ya entonces, la
Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, comprendía cada vez mejor que la
"cercanía" de Dios no es una cuestión de espacio y de tiempo, sino
más bien una cuestión de amor: el amor acerca. La próxima Navidad nos recordará
esta verdad fundamental de nuestra fe y, ante el belén, podremos gustar la
alegría cristiana, contemplando en Jesús recién nacido el rostro de Dios que
por amor se acercó a nosotros.
A esta luz, es un verdadero placer renovar la
hermosa tradición de la bendición de las estatuillas del Niño Jesús que se
pondrán en el belén.
Oración:
Dios, Padre nuestro,
tú has amado tanto a los hombres
que nos has mandado a tu Hijo único Jesús,
nacido de la Virgen María,
para salvarnos y guiarnos de nuevo a ti.
Te pedimos que, con tu bendición,
estas imágenes de Jesús,
que está a punto de venir a nosotros,
sean en nuestros hogares
signo de tu presencia y de tu amor.
Padre bueno,
bendícenos también a nosotros,
a nuestros padres,
a nuestras familias y a nuestros amigos.
Abre nuestro corazón,
para que recibamos a Jesús con alegría,
para que hagamos siempre lo que él nos pide
y lo veamos en todos
los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en nombre de Jesús,
tu Hijo amado,
que viene para dar al mundo la paz.
Él vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Y ahora recemos juntos la oración del Angelus, invocando
la intercesión de María para que Jesús, que al nacer trae a los hombres la
bendición de Dios, sea acogido con amor en todos los hogares del mundo.
Al aproximarse la celebración del Nacimiento de
Jesucristo, Príncipe de la paz, os invito a prepararos a esta fiesta de gozo y
salvación intensificando la plegaria, avivando la alegría interior y
dedicándoos a la escucha meditativa de la Palabra de Dios, para después
transmitirla con sencillez a los demás. Confío esta hermosa tarea a la maternal
protección de la Virgen María, tan presente en estos días en el corazón.
Artículo
enviado por: Jesús Manuel Cedeira Costales
Fuente:
Bendición De las imágenes del Niño Jesús, Benedicto XVI, Ángelus del 14 de
diciembre de 2008.
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