Treinta teólogos e historiadores de Europa y América se reunieron recientemente en Tarragona para estudiar si el apóstol Pablo pasó o no por España, más en concreto por la entonces “Tarraco” de Hispania, hoy Tarragona.
El congreso internacional se celebró del 19 al 21 de junio esa ciudad catalana con el tema: “Pablo, Fructuoso y el Cristianismo Primitivo en Tarragona (siglos I-VIII)”.
A partir del primer testimonio escrito de la comunidad cristiana de Tarraco –las Actas del martirio de San Fructuoso, el documento más antiguo de ese tipo producido por el cristianismo en la Península ibérica–, participantes en el encuentro fundamentaron la historicidad de la predicación del apóstol Pablo en esta ciudad, la más importante de la Hispania romana.
También se pusieron sobre la mesa los argumentos de quienes se muestran escépticos ante ese viaje del apóstol. Una de las claves para dilucidar la cuestión es la Ley penal romana.
Según la legislación imperial, el César podía sentenciar a un acusado a la pena del exilio mediante la fórmula de la “deportatio” o de la “relegatio”. En cualquier caso, la persona exiliada perdía sus bienes y, si era ciudadano romano, podía perder igualmente su ciudadanía.
Precisamente, la Primera carta de Clemente, que es la fuente más antigua sobre un viaje de Pablo “al límite de occidente”, es decir, a Hispania, afirma que Pablo fue exiliado.
Las otras fuentes de los siglos I e II (Segunda carta de Timoteo, Actas de Pedro y Cánon de Muratori) se limitan a sugerir o a afirmar directamente que Pablo visitó Hispania.
Los precedentes de los dos hijos de Herodes, Arquelao y Antipas, que fueron exiliados en las Galias y en Hispania, refuerzan la posibilidad de que Pablo fuera igualmente condenado al exilio en un lugar de las provincias hispánicas.
La Tarraco romana, por su condición de capital de provincia y de ciudad comercial y administrativa, y por el hecho de ser el puerto natural de enlace de Hispania con Roma “tiene muchas posibilidades de ser el lugar donde Pablo fue exiliado”, se lee en las conclusiones del congreso.
El profesor Rainer Riesner (Universidad de Dortmund, Alemania) resume así el debate: “Es muy probable que Pablo viajara a Hispania al final de su vida y es posible que Tarragona fuera el lugar de su estancia, dado que es la ciudad que tiene más elementos a su favor. Otros lugares de Hispania son mucho más hipotéticos”.
Además, no faltan las razones teológicas a favor de la misión de Pablo en Hispania: en el capítulo 15 de la Carta a los Romanos, Pablo se presenta “como aquél que tiene que cumplir su misión de acuerdo con las profecías de Isaías, sobre todo la que se refleja en Isaías 66,19 (la llegada de la salvación a las islas lejanas)”. Aquí se dice también que Pablo da por acabada su misión en Oriente y que la misión en Hispania, la más lejana de las tierras de Occidente, será “el cumplimiento definitivo del designio divino”.
Por otra parte, el propio san Pablo (en 2Timoteo 4, 6-8.17-18) afirma que “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles”, afirmación que, habida cuenta de la peculiar idiosincrasia del apóstol no hubiera osado formular de no haber alcanzado todos sus objetivos, incluido el famoso viaje a Hispania”.
El cristianismo aparece plenamente consolidado en Tarragona el año 259, a causa de la selectiva persecución decretada en tiempo de los emperadores Valeriano y Galiano. Al igual que el obispo de Roma, el papa Sixto, y el obispo de Cartago, San Cipriano, Fructuoso, obispo de Tarragona, cayó víctima del decreto imperial.
De hecho, Fructuoso y sus dos diáconos Augurio y Eulogio son los protomártires hispánicos. Sus Actas martiriales dan fe de la existencia de una comunidad bien estructurada, con empuje misionero y bien aceptada por las diversas clases sociales de Tarraco.
El martirio de Fructuoso quedará reflejado en una homilía de san Agustín de Hipona y en un himno del poeta hispánico Prudencio. El testimonio martirial de Fructuoso señala un punto decisivo en el crecimiento de la Iglesia de Tarragona, observable sobre todo en los siglos IV y V.
Las basílicas y la necrópolis paleocristianas, junto con el mausoleo de Centcelles (siglo IV) muestran cómo la fe cristiana había penetrado en el tejido ciudadano y se iba convirtiendo en la creencia mayoritaria. Incluso la sede romana reconocerá -con la primera Decretal conocida- la función primacial del arzobispo de Tarragona. Además, la Iglesia de Tarragona elaborará libros litúrgicos propios durante la época visigótica como el llamado Oracional de Verona.
La investigación sobre el viaje del apóstol Pablo en Hispania permite afirmar que, “posiblemente, es una iglesia apostólica”, tal y como se constató. Este congreso se enmarca en el Año Jubilar de San Fructuoso, que terminó el 21 de enero de 2009.
TARRAGONA, 08/07/2008. Por Miriam Díez i Bosch
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